Gatopardo Ediciones publica Caminantes, del escritor argentino Edgardo Scott, un ensayo a modo de caminata a través de flâneurs, paseantes, walkmans, vagabundos y peregrinos de la literatura. Un apasionante itinerario que desde su edición original en 2015 ha ido creciendo como proyecto abierto.
Caminantes es un itinerario, un caminar por autores, obras y lugares, ¿cómo arrancó su escritura? La sensación es que se trata de un libro que has ido escribiendo a lo largo de los años…
SÃ, asà es. E incluso me animarÃa a decir que es un libro, o proyecto, abierto, permanente. Dentro del conjunto de mis libros, es único, porque yo escribo, en algún sentido, de forma más clásica cuando abordo la novela o el cuento: tienen un fin una vez termino el proceso completo de escritura. En cambio, Caminantes surgió de una manera muy particular. TenÃa que escribir una nota o artÃculo para el diario argentino en el que colaboraba entonces, “La Naciónâ€. Normalmente hacÃa crÃtica literaria y, en ocasiones, me ocupaba de algún texto más amplio que me permitÃa, a diferencia de las crÃticas, explorar el tema con más profundidad. Y este libro nació de un artÃculo que se me fue de las manos, que se fue expandiendo rápidamente hasta que caà en la cuenta de que no podÃa ser solo un artÃculo. Entonces hablé con los editores de Ediciones Godot en 2015 y les entusiasmó el proyecto. Asà surgió la primera edición, en formato muy pequeño, de bolsillo de verdad, y cuando la edición se agotó, para la segunda, pude ampliarlo. De esa primera a la actual, hay un cuarenta por ciento más de texto. Por ejemplo, el capÃtulo de “Walksmans†surge de esa ampliación, no estaba en la primera. De hecho, esta versión que ha editado Gatopardo será la que salga en febrero en Italia y es una edición ampliada de aquella segunda que se editó en Argentina. Con lo cual, este libro ha sido un proceso creativo constante, siempre he estado muy pendiente del tema. No es un ensayo académico o enciclopédico, tiene una idea de transformación, de escritura casi performática.
En este sentido, la estructuración en cinco formas de caminantes, ¿podrÃa ampliarse o te quedas con ellas?
Las cinco son estancas hasta que no aparezcan otras, ahora mismo son las que veo. Esa forma de estructura fue uno de los hallazgos del libro, para dar sentido al montaje del libro, porque por suerte las establecà de manera más o menos rápida y de una forma bastante espontánea. No habÃa sinónimos para cada una de ellas, por lo que se establecieron de manera un poco natural. Una vez tuve esa clasificación, surgió una poética para cada una de ellas. Después, cada vez que me encontraba a un autor y una obra en particular, me resultaba más sencillo saber si era paseante, peregrino o vagabundo. Las cinco formas sirven, en este sentido, como puertas de entrada para el edificio del libro.
Caminantes era tu primer ensayo, ¿no? Pero en el fondo, en su lectura a veces se tiene la sensación de estar ante una narración, una historia. Muy orgánico que lleva al lector por una caminata lectora.
Para mà lo primero es el estilo, la escritura, no pensar qué autor podÃa incluir o no. De hecho, hay una novela del escritor argentino Juan José Saer, Glosa, que es, precisamente, una caminata; podrÃa incluirse en el libro, pero no he encontrado hasta el momento la manera de hacerlo. No digo que no vaya a hacerlo en el futuro, pero debo encontrar una conexión. Necesito una idea precisa, una conexión para hacerlo. Por eso, por mucho que alguien me aporte una cita de un caminante o me lance una referencia, si no se me ocurre algo, no puede entrar. Pero en cambio, y aunque parezca chocante en el libro, sà encontré esa conexión con la serie “El increÃble Hulkâ€, con ese final que menciono en el ensayo. Habrá quien le llame la atención la relación que establezco entre la serie y Stevenson, pero para mà existe esa conexión. Busco siempre esa libertad para el libro.
La categorÃa Walkmans es quizá la más sorprendente. Por un lado, hay como un diario de lectura personal, recorrido por autores, obras y lugares y, por otro lado, hay una elección de algunas canciones que resulta muy interesante como aporte.
En mis escritos, siempre se mete la música por algún lado. En parte por el hecho de que soy músico, no ahora, que no estoy tocando, pero sà lo hice durante muchos años en distintas bandas; por otro lado, escucho música constantemente, si me falta tengo un problema. Tengo una conexión musical permanente. Para mà aparece de manera orgánica cuando escribo, cuando camino, cuando vivo en general; yo mismo soy un “walkmanâ€, porque escucho música cuando camino. La idea era tomar las canciones como textos y encontrar algunas referencias que entrasen en uno de los bloques, que tuvieran alguna poética sobre caminar. Además, también es cierto es que las otras cuatro categorÃas eran más previsibles; también más antiguas, dirÃa. La categorÃa de flâneur era la menos antigua y tiene más de un siglo de existencia y sentÃa que al añadir Walkmans introducÃa en el libro un elemento más contemporáneo y con él lo hacÃa yo. Cómo caminamos hoy. Todo el mundo camina con los auriculares puestos escuchando algo. Era entrar en una manera de caminar actual, sacar el libro de esa impronta supersticiosa y de museo que tiene la idea de caminar, sacarlo del anticuario, y traerlo al presente.
La ordenación interna del texto durante la escritura, ¿fue azarosa, obedecÃa a algún tipo de orden?
Como comentaba antes, las categorÃas me facilitaban el montaje del libro, pero también es cierto que después trato siempre de ser, digamos, modernista: me gustaba cómo quedaba esa estructura, pero también me gustaba cómo quedaban sus desvÃos. No me gusta lo programático, siempre expreso que deploro lo programáticos que se han vuelto muchos escritores contemporáneos. Primero está el programa y después la escritura. A mà me parece que si la escritura tiene que ser más importante que el programa: en el acto de escribir tiene que haber siempre un poco de sorpresa para quien crea. Con Caminantes tenÃa una idea matriz, pero después comencé a escribir para ver qué pasaba y no me importaba si una parte quedaba más corta que otra, porque eso tendrÃa, al final, más que ver con el árbol que fuese el libro y no tanto con sus ramas.
En un momento dado, la figura de Borges se vuelve muy recurrente, una presencia constante en un tramo del libro. Y no pensaba en él como una figura relacionada con la caminata…
Bueno, como ha señalado algún crÃtico sobre Caminantes, caminar es una forma de lectura, es decir, caminar, como leer, se trata de un particular tipo de paseo o de marcha. Hay una cierta tensión, una cierta concentración y observación en todas las categorÃas de los caminantes, y son también cualidades de la lectura. Ahà es donde entra Borges, porque era, ante todo, un gran lector, uno de los lectores más influyentes de la literatura hispanoamericana, de la literatura argentina. Y digo todo esto incluso estando peleado con Borges. Hago referencia a un libro muy poco conocido de Estela Canto y que recomiendo muchÃsimo. Canto fue un amor imposible de Borges y escribió esta biografÃa muy hermosa sobre él y su acercamiento es al hombre y la mirada que lanza no es muy buena. Pero a pesar de esto, incluyo a Borges como lector porque su importancia no solo reside en la cantidad de lectura, sino por la manera en que renovó la manera de leer en español.
Y frente a él está la presencia en Caminantes de Roberto Arlt…
Habrás notado que con Arlt tengo mayor debilidad, soy muy arltiano. Entre Borges y Arlt se encuentra el gran combate de la literatura argentina del siglo XX. Borges es más conocido y tiene más prestigio, pero si quieres una idea de cómo es la cultura argentina y, en particular, la cultura de Buenos Aires, te va a instruir mucho más Arlt que Borges.
La lectura y el caminar son dos acciones contrarias, al menos en apariencia. Pero consigues que mediante la escritura queden unidas.
Bueno la lectura yo la veo como una operación lindante con el caminar, porque el tipo de caminante que a mà me interesa es aquel que lee ese hipertexto que serÃa el mundo, la ciudad, la vida en sÃ. Un caminante que está disponible para la experiencia y esta se construye mediante un intercambio. Siempre leemos en el sentido de que estamos atribuyendo sentido y lo hacemos con un lenguaje, con palabras. Escritores que en el paseo que hace del paseo un montaje narrativo, como Sebald o Vila-Matas, en otro sentido; hacen un esquema del paseo para luego desplegar sobre ella su ficción. Desde mi visión, el caminar no está desligado de la lectura y menos aún de la escritura
No hay en Caminantes nostalgia alguna sobre el pasado frente al presente en el que caminamos.
Nuestro presente es el mundo que nos toca y para nosotros no hay otro. Ahora está muy de moda irse al campo y mostrar animadversión hacia las ciudades, idea que no comparto: no encuentro ningún lugar como la ciudad para que se produzcan encuentros múltiples, me parece un gran invento para la humanidad. Y si nos queremos encontrar con lo demás y estar en diálogo la ciudad es el lugar y no la cabaña de Walden… Sobre la nostalgia, en efecto, no querÃa para nada asociar el libro a lo nostálgico sino más bien todo lol contrario, traer ese pasado al presente. Siempre hay un lucro con la nostalgia, con lo vintage, cualquier cosa que sea antigua, el mercado acaba capitalizándolo con rapidez. Me preguntaba cómo caminamos hoy y, a partir de ahÃ, pensar la tradición de los caminantes. Nunca el hombre inventa nada y probablemente la manera en la que caminamos hoy ya alguien lo hizo en el pasado, de otra manera, pero parecido, y me interesaba esa genealogÃa, ese proceso. Me interesa también como proceso polÃtico, porque estamos en un tiempo en que se tiende a despolitizarlo todo y no caer en la trama de la nostalgia y de la ideologÃa. No vengo aquà a decir cómo se debe caminar.