«Emociónese así», de Eloy Fernández Porta

Emociónese así. Anatomía de la alegría (con publicidad encubierta). Eloy Fernández Porta
Anagrama (Barcelona, 2012)

En su nuevo ensayo Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974) nos trae la intimidad contemporánea, la subjetividad en la sociedad de consumo, a través de una estructura original en la que el lector puede elegir su lectura. Al estar compuesta jugando con el contrapunto nos encontramos textos teóricos que incorporan referencias ilustrativas de diversas obras contemporáneas, ya sea arte, cine, música, narrativa… e insertos o spots en los que el autor nos recuerda que “no hay publi sin pensamiento ni marketing sin moral”. Ello puede leerse a la vez, conceptualmente o siguiendo el hilo de los capítulos publicitarios, o bien conectando los eslóganes con el pensamiento, o incluso a través de un Índice Hipersensible incorporado en sus primeras páginas que repasa el repertorio sentimental que el libro describe. Y a través de esta estructura Fernández Porta revisa la sociología de las emociones y la coordinación de la experiencia amorosa y la económica, la imbricación de ambas para construir y negociar Vidas Conectadas. Esa conexión del afecto y el mercantilismo supone para el autor que “la subjetividad contemporánea no se defina ya como la singularidad individual contrapuesta al capital y a sus instituciones, sino que emerge y se desarrolla en la encrucijada de esos caminos: del don al dolo y del dolo al don”. Fernández Porta repasa la sociología de la afectividad más reciente y las teorías económicas para traernos su resultado más actual, generando una teoría propia que informa la experiencia afectiva de la Era Afterpop.

La primera parte del ensayo recorre los márgenes de lo personal y la relación, aquello que es privado e íntimo y lo público y externo, intentando dar respuesta al cómo concebir el ámbito personal y el relacional hoy en día. Teniendo en cuenta el significado actual de “relación humana” donde el trato entre la persona física y la persona jurídica confronta las teorías de Benjamin con Hornschemeier, de tal forma que “en la Era Afterpop el ego es la fuente digital de la que manan los hipervínculos y la subjetividad es excipiente, en dos sentidos complementarios: es el «ingrediente natural» a partir del cual puede construirse un proceso comercial, y a la vez, es el residuo de las emociones desechadas en él”. El autor trae el cómic a su ensayo para explicarnos los rasgos de esta nueva lógica. Así se apoya en la obra de Miguelanxo Prado para redefinir el término de intimidad de Benjamin y el espacio privado, campo de batalla donde “combaten distintos criterios de racionalidad sociológica; lo personal es poco más que la ansiedad que esos criterios producen”. El mercado afectivo, el ámbito relacional complejo, el hogar “vaciado” de afecto a favor de la empresa, los espacios de la intimidad prefabricados y el código iterativo, mecánico e infinitamente reproducible de las relaciones personales son algunos elementos analizados por el autor a través de páginas de Matt Groenig, Manel Fontdevila, Will Eisner, de las teorías de Arlie Russel Hochschild, etc. y, como contrapunto, el espacio de publi correspondiente: “El Ser, de oferta (¡últimos días!)”.

En las pulsiones entre lo que denomina Fernández Porta “El perverso polimorfo y el consenso nacional deseante”, segunda parte del ensayo, recoge su lectura de la lógica del mercado, organizado a partir de acuerdos y criterios, entre los cuales tiene importancia el de “consumidor sociológicamente representativo”. En este punto el espacio de la subcultura, para el autor, es el lugar donde comienza a experimentarse los cambios de hábitos y códigos, y repasa las estéticas de ruptura (vanguardia, antiestética, posmodernismo, avant pop) hasta llegar al Afterpop y confirmar la resistencia del público mayoritario por las obras artísticas que representan el cambio de época, abrazando el continuismo de las que suponen una réplica tradicionalista, creyendo en el cambio un peligro. Eso sí, menos en el porno. Aquí el espectador perverso y polimorfo abraza las formas actuales: la levedad, la exactitud, la visibilidad, la consistencia y la multiplicidad polimorfa. Propuestas para el nuevo milenio  que también originan las correspondientes implosiones de los formatos narrativos clásicos. Y “si el perverso polimorfo encarna el sueño de la sexualidad desencadenada shop-‘til-you-drop existe una figura opuesta que representa la  ilusión de la comunitaria de la compra”, el Consenso Nacional Deseante (CND)”, “hallazgo de un sentido de la colectividad fundado en el acuerdo a propósito de los deseos”. Porta disecciona lo que denomina CND, los valores empresariales y la sexualidad en la vida laboral, el contrato heterosexual, el contrato implícito de las relaciones afectivas, la rigidez de las relaciones que ha sido sustituida por la fluidez hipermoderna, las nociones democráticas incorporadas a  la vida íntima, los hábitos culturales. Brooke Borg, Anthony Giddens, Ulrich Beek, David Mamet o Boris Groys son algunos de los autores que trae a esa segunda parte. En la publi correspondiente (“La utopía subcultural”) estudia la cultura de masas y la subcultura, y sus conexiones con el ámbito personal y relacional.

Eloy Fernández Porta (foto: Anagrama)

En ese proceso de investigación de lo personal y lo relacional, en la tercera parte, se analizan las tecnologías y su papel dual, complementario: “Mercantilizar y Humanizar”. El conflicto entre la racionalidad estadístico-productiva y la cultura del reconocimiento humanista provoca la reificación, nos dice. Fernández Porta examina la crítica marxista en la que la reificación suponía que el rasgo distintivo de uno mutaba a su valor de cambio, volviéndose sus rasgos distintivos invisibles. Se centra en la reificación de los afectos, donde las relaciones comunes son afectadas por la reificación general, reemplazada o simbolizada por mercancías, siguiendo a Nicolas Bourriand. Las cuatro dimensiones de la reificación son, para el autor: la ideológica, la emocional, la artística y la sexual. Y elabora la teoría actual de esa reificación analizando los órdenes de la fama y el afecto, la eficiencia laboral concebida como un criterio de evaluación técnico y personal y el cuestionamiento de la industria del cariño y los procesos mercantiles, también “ciertas esencias culturales que en alguna medida contribuyen a ellos”. Es en la pérdida de la inocencia al descubrir el fundamento económico donde encontramos un punto esencial de nuestra época. De esta manera considera la reificación afectiva, con la crítica de los mecanismos generados por el comercio y supuestos esenciales precapitalistas, redefiniendo el término. Una ilustración de Miguel Brieva da perfecto ejemplo de la epifanía de la reificación afectiva: “del amor, convertido en cordillera de índices macroeconómicos”. De hecho, la viñeta satírica, para Fernández Porta, es la que permite expresar de manera más efectiva esta reificación. El artista como gran reificador, la literatura y, como corolario, la correspondiente dosis de publi: “La teología de Nike” y “La fan que dijo no” cierran el tercer capítulo con una conclusión: “El Antiguo Régimen Pop, que era patriarcal, presencial y analógico y estaba fundado en la monarquía de la estrella y la subordinación de la fan, ha sido erradicado para dar paso a un Nuevo Orden afterpop, posgenérico, distante y digital, en que las diferencias jerárquicas de fama y notoriedad son reducidas a un modismo comunicativo utilizado para generar vínculos entre sujetos que son, todos ellos, estrellas de algún pequeño nicho de mercado y reposados fans de tantas otras celebridades locales”.

Significativa y atrayente es la cuarta parte del ensayo de Fernández Porta, en la que a través del film El Gran Lebowski responde a acerca de la objetualidad en la Era Afterpop. Así los Lebowski sugieren que la comunidad “es restaurada por medio de un insólito acuerdo entre subculturas”, configurándose como un acuerdo entre “estilizaciones singulares y tribus suburbanas”, la adscripción nacional puede ponerse o quitarse a voluntad, el pornógrafo Treehorn “naturaliza los comportamientos abyectos y los convierte en parte del CND”, en los sueños de Lebowski se enseña la contrafigura de los objetos donde éstos se rebelan: la bolsa que debería contener dinero de un rescate está llena de ropa sucia, etc., la mirada masculina objetualizadora de pronto está objetualizada, se atribuyen significados y se distribuyen los afectos como un procedimiento artístico. Incorpora a Bauman y su mapa de la vida líquida en el que la dinámica del consumo constituye el referente a partir del cual se define el mundo intersubjetivo: consumimos objetos, siguiendo a Bauman y a Fernández Porta, como consumimos personas. Ese paradigma líquido lo define así Bauman: “las relaciones son como la Ribena, si se la bebe sin diluir, resulta nauseabunda y nociva para la salud” (donde la Ribena es una bebida concentrada de frutos que se diluye). Fernández Porta: “para el sujeto contemporáneo, la implicación emocional, con sus tareas y labores, resulta difícil de tragar”. Continúa con el análisis de la experiencia consumista, el vínculo emocional y la ligadura del consumidor con el objeto y sus superposiciones, el análisis del término “blobjeto”, tomado por Sterling del diseñador Karim Rashid, que son nuevos objetos que no tienen la forma industrial  y recta, propia del antiguo régimen productivo, sino que son blandos, curvilíneos, bioformes.  Objetos más vivos.  Y es que ya no tenemos enfrente al antiguo comprador de objetos, sino al usuario final que acompañará y será acompañado por el objeto, sofisticando sus atribuciones con complementos y actualizaciones, elementos que cobran vida y piden más (un brave new world que ya anuncia Sterling donde las concepciones de la relación personal se trasladan al área de consumo). Fernández Porta sigue con la correspondencia entre los apegos y los diferentes artistas que tratan esa paideia intersubjetiva, reificciones, el UrProducto, y la publi: “La apuesta segura”, la precisión en el juego y la pérdida de identidad de los verdaderos competidores con la intención de los anuncios de crear a consumidores de pro a través del deporte y la iconografía del hombre de acción.

Bajo el título de “Comunidades: Antagonía & Pluralismo” abre la quinta parte con el estudio de la cultura, campo de batalla donde se dirime el valor de las emociones y su pertinencia y la emoción como capital, dando nota del giro emocional en las ciencias sociales. Por lo que el sentimiento no es, sin más, un asunto personal e íntimo sino que tiene que abordarse como una secuencia de datos “que definen el mundo relacional de mera consistente y necesaria”. El sentimiento cobra sentido cuando es públicamente expresado, aclara la situación del sujeto y contiene un elemento jerárquico de intensidad en su expresión. Teniendo en común estas premisas la concepción del sentimiento debe hacerse como un capital, es un valor de cambio más en el sistema financiero, circulan a la vez pulsiones e inversiones. De esta manera el sentimiento ha sido colonizado por el capitalismo: “el sistema de mercado no sólo «persuade» al consumidor sino que principalmente lo «seduce», es decir, le hace vivir en un código emocional determinado.” Y de nuevo la subcultura y la contracultura, la imaginación de una alternativa como regla de juego. Los códigos antagonistas y pluralistas como modelos comunitarios son también examinados por Fernández Porta. En los modelos antagonistas surge el enemigo interior, las prácticas opuestas al Mercado, la resistencia, en contraposición a una relación más dinámica y activa con el «mercado de las emociones» en los modelos pluralistas. Y, claro, la publi: el azar y las diversas estrategias de marketing, la ensoñación democrática y la ilusión generada por el marketing.

Finalmente regresa en su última parte a lo relacional y lo personal. Sus diferentes rupturas. O, como lo denomina el autor, las devastaciones rutinarias. Desde la racionalista analítica, la devastación instrumentalista, los discursos de la globalización (globalista), la devastación tecnocrática y sus promesas de paraísos infinitos, hasta la devastación evaluativa, la más importante para el autor, un criterio que integra todos los demás. Llegando a la conclusión de que “los valores que distinguían la esfera privada van perdiendo consistencia, eficiencia y prestigio, a la vez que los valores relacionales se vuelven más seguros, fiables y satisfactorios”. Facebook y su lógica relacional, Baudrillard, el amor y Lost in Traslation son también otros apartados, llegando a sus hipótesis finales, conclusión de los cambios de los que da referencia a lo largo del libro y provocando preguntas en el lector: ¿Hemos llegado al fin del mundo de las relaciones personales como la cultura moderna las había creado? ¿Lo personal como reserva natural? ¿Una hipótesis ecológica en la que el individuo lucha contra las pulsiones externas? ¿Lo personal excede simbólicamente el cálculo del intercambio? ¿Lo personal es una categoría vaciada –el fin de las relaciones- sujeta a una actividad de resistencia? Fernández Porta: “En algunos momentos lo apocalíptico se nos presenta como lo más real, en otros creemos superarlo por medio del heroísmo suplementario, en otros nos remontamos a una posición ecológica, y quizá en última instancia resolvemos la manifiesta complejidad de estas disyuntivas por medio de un gesto simple y directo que parece superarlas por elevación”.

Emociónese así constituye una certera y actual reelaboración del mito de la intimidad. Una original anatomía de la alegría en la que la teoría se fusiona con la cultura visual contemporánea resultando un mapa concienzudo de la fusión entre lo comercial y lo humano.

Iván Humanes Bespín
http://ivanhumanes.blogspot.com

Iván Humanes

Iván Humanes (Barcelona, 1976). Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona. En el 2005 publicó el libro "La memoria del laberinto" (Biblioteca CyH), en 2006 el ensayo "Malditos. La biblioteca olvidada" (Grafein Ed.) y en 2007 en la obra "101 coños" (Grafein Ed.). Prepara la publicación de su libro de relatos "Los caníbales" con la editorial Libros del Innombrable y la publicación de la novela "La emboscada" con la editorial coruñesa InÉditor.

2 Comentarios

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