The Grifters
(Stephen Frears, 1990)
Basada en la novela homónima de
Jim Thompson
Guión: Donald E. Westlake
FotografÃa: Oliver Stapleton
Montaje: Mick Audsley
Música: Elmer Bernstein
Intérpretes: John Cusack, Anjelica Huston, Annette Bening, Noelle Harling, Pat Hingle,
J. T. Walsh
“Hay 32 maneras de escribir una historia y yo las he usado todas, pero solo hay una trama: las cosas no son lo que parecenâ€. Jim Thompson
La novela
1964. Roy Dillon es un joven de 25 años que vive en un pequeño hotel de Los Ãngeles y se dedica a pequeños timos en bares y tiendas, desentendiéndose de su empleo como vendedor a minoristas. Roy intenta conseguir todo el dinero que pueda para largarse y comenzar una nueva vida. Conserva todos sus ahorros detrás de los marcos de cuatro cuadros colgados en su habitación. Al ser descubierto intentando estafar al dependiente de un establecimiento, éste le golpea en el estómago con un bate de béisbol. Ya en casa recibe la visita de Moira, la chica con quien mantiene una relación puramente sexual. Sin embargo, será la madre de Roy, Lilly, que reaparece horas más tarde tras ocho años sin entrometerse en la vida de su hijo, quien advierta el grave estado en el que Roy se encuentra debido al golpe recibido y que le ha provocado una hemorragia interna. El regreso de Lilly, mujer de fuerte carácter y mala vida que trabaja para el mafioso Bobo Justus, resucita viejos rencores provocados por el abandono y el egoismo maternal. Sin embargo, el complejo de Edipo que oculta Roy aflora cuando Lilly conoce a Moira y advierte el gran parecido, no solo fÃsico, que existe entre ambas. Celosa de la chica, provocará un romance entre Roy y su enfermera, Carol, que fracasará cuando el joven descubra que es judÃa y fue sometida a violaciones y experimentos de esterilidad en un campo de concentración nazi. En una escapada a La Jolla, Moira descubrirá el talento de Roy como pequeño timador y le confesará haber trabajado con el mÃtico estafador Cole «el Granjero» Langley. A pesar de la insistencia de Moira para dar el salto a los grandes timos, Roy rechaza la oferta. En realidad, planea retirarse de sus chanchullos ilegales: el nuevo gerente de la empresa en la que trabaja acaba de ofrecerle ser el jefe de ventas. Moira, viendo a Lilly como la culpable de sus desdichas, planea una terrible venganza. Por su parte, la madre de Roy deberá hacer frente a su propio problema: ha estado robándole dinero a Bobo Justus. Todo el embrollo conducirá al trÃo protagonista a un sorprendente final.
El autor
Jim Thompson (Anadarko, Oklahoma, 27 de septiembre de 1906 – Huntington Beach, California, 7 de abril de 1977) fue uno de los grandes maestros de la novela negra clásica. No tuvo que marcharse muy lejos de su entorno para encontrar inspiración: su padre fue un sheriff corrupto, bebedor y adicto al juego que acabó huyendo a México acusado por malversación de fondos. Su madre, maestra de escuela, era india cherokee. Fue su abuelo quien le inculcó el hábito de la lectura, el tabaco y el alcohol. Con 15 años entró a trabajar en la redacción de un periódico y comenzó a escribir relatos policiacos basados en las noticias de sucesos. En 1925, enfermo de tuberculosis y ya muy tocado por la bebida, inició su recorrido por el Estado de Texas conociendo los bajos fondos, entrando en contacto con vagabundos y delincuentes. Su interés por lo criminal le hizo entablar amistad con policÃas mientras trabajaba en la construcción o de bracero. Durante la Gran Depresión huyó a Nebraska, donde se casó y tuvo varios hijos. En 1936 ingresó en el Partido Comunista al que perteneció durante dos años. A pesar de su escaso interés por la polÃtica, este hecho fue uno de los que más daño le hicieron al ser incluido años más tarde en la famosa «Caza de Brujas» de McCarthy. En 1941 se marchó a Nueva York, momento crucial en su carrera como escritor. Aparecerán sus primeros libros policiacos y escribirá una serie de brillantes reportajes en el San Diego Journal y en el Los Angeles Mirror. Al poco tiempo, inevitablemente, da el salto al cine, como guionista, de la mano de Stanley Kubrick, con Atraco perfecto y la polémica Senderos de gloria, viendo como también comienzan a adaptarse sus novelas. En 1964 publica su ficción más conocida y una de las obras maestras del género: 1280 almas. Su nombre y su obra comenzó a ser reconocida como un referente a partir de su fallecimiento, en 1977.
La pelÃcula
De la mano del británico Stephen Frears y bajo el auspicio de Martin Scorsese (quien tuvo el detalle de prestarle a algunos de sus fieles colaboradores y de grabar la voz en off del comienzo de la pelÃcula), en 1990 se estrenaba la adaptación de la novela de Thompson. El objetivo de los cineastas era el de resucitar el género negro para el cine con una historia clásica. Con ese fin contaron con la ayuda de un nombre conocido, maestro también del noir, Donald E. Westlake, quien conservó casi todo el material de la novela. Westlake se centró en el trÃo protagonista (Roy, Lilly y Moira), dejando como personaje muy secundario a Carol, la enfermera, que tenÃa mayor protagonismo en la obra literaria (hubiera ralentizado la trama y su historia con los nazis quedaba fuera de lugar en lo temporal) y obviando pasajes que explicaban el pasado de la relación madre-hijo o de dónde venÃa Moira. En la pelÃcula tampoco se incluye a Perk Kaggs, el jefe de Roy en la empresa comercial, quedando este empleo como una fachada inventada para ocultar el origen del dinero que Roy oculta tras los cuadros. Otro episodio del libro, interesante pero que no aportaba gran cosa a la trama fÃlmica, es el del encuentro de Roy con Bert, el dueño de un bar con quien entabla amistad apostando en un punchboard (un juego de mesa que llegó a ilegalizarse en EE.UU.). Entre los aciertos de la cinta es destacable la ambientación que, siendo totalmente de los ’90, nos ubica en un espacio temporal indeterminado, más cercano a la estética de los años ’60 en los que está escrita la novela. Tanto los decorados como el vestuario y las constantes del género incitan a rememorar los grandes films clásicos. El reparto fue otro de los puntos fuertes de la adaptación cinematográfica. John Cusack habÃa intentado hacerse con los derechos de la novela cinco años antes para dirigirla él mismo. Cher y Sissy Spacek fueron candidatas para interpretar a Lilly. Afortunadamente, Frears se empeñó en darle el papel a Anjelica Huston, a pesar de que la actriz lo rechazó al leer el primero de los guiones que le entregaron. Su visceral interpretación y la crudeza de escenas como la que mantiene con el mafioso Bobo Justus o el último encuentro con su hijo llegaron a provocarle ataques de angustia. Pero, sin duda, el gran descubrimiento fue Annette Bening, quien ya habÃa estrenado Valmont (la adaptación de Las amistades peligrosas dirigida por Milos Forman) y que logró encarnar a una pÃcara e incontrolable Moira, papel que le supuso una nominación al Oscar® a la Mejor Actriz de Reparto. Mención aparte merece la magnÃfica banda sonora musical compuesta por el veterano Elmer Bernstein.
José A. Muñoz
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