La guerre des boutons
(Yves Robert, 1962)
Basada en la novela homónima de
Louis Pergaud
Guión: Yves Robert y François Boyer
FotografÃa: André Bac
Montaje: Marie-Josèphe Yoyotte
Música: José Berghmans
Intérpretes principales: Pierre Trabaud, André Treton, Martin Lartigue, François Lartigue, Marie-Catherine Faburel
La novela
Subtitulada como «novela de mis doce años», La guerra de los botones narra el enfrentamiento entre los habitantes de dos pueblos, Longeverne y Velrans, desde el punto de vista de los chavales longevernos. Liderada por el intrépido Pacho, el grupo protagonista está decidido a vengarse por los insultos que reciben del otro bando un dÃa sà y otro también. Con la complicidad oculta de su profesor, los chicos vivirán su «experiencia republicana» organizándose, tomando decisiones e ideando una táctica que pillará por sorpresa a sus vecinos: construyen un refugio y se apoderan de los botones, tirantes, cremalleras, ligueros y cordones de zapatos de los enemigos a los que consiguen abatir en sus innumerables batallas. Pero, al igual que sucede en el mundo de los adultos, la violencia y la traición traerán consecuencias de las que tendrán que responsabilizarse.
Publicada en 1912, la novela de Pergaud se ha convertido en un gran clásico de la literatura juvenil. Basada en sus propias experiencias, el autor consiguió transmitir con frescura y sin tapujos la infancia rural, alegre, vital e inocente. También reflexiona sobre la autoridad paterna y la influencia de la educación.
Como pieza literaria, la traducción de La guerra de los botones es todo un reto, ya que el habla coloquial utilizada por Pergaud es de difÃcil volcado a otros idiomas. En España tenemos la suerte de poder disfrutar de la extraordinaria traducción de Juan Antonio Pérez Millán que, desde 1982, publica constantemente el Grupo Anaya (la última edición, bajo el sello Alianza, se comercializó el año pasado con ocasión del estreno de la nueva adaptación cinematográfica).
El autor
Louis Pergaud (Belmont, Doubs, 22 de enero de 1882 – batalla de Woëvre, Meuse, 4 de abril de 1915). El malogrado Pergaud, fallecido con apenas 33 años, fue profesor suplente en varias escuelas y maestro rural. En 1908 publicó su primer libro de poemas, con el que obtuvo el Premio Goncourt. En 1912 apareció la autobiográfica La guerra de los botones. Su éxito le llevó a escribir Miraut, perro de caza y a colaborar en diferentes diarios con poemas y relatos. Murió en acto de servicio durante la Primera Guerra Mundial, sin que se llegara a encontrar su cadáver.
La pelÃcula
«Creo que en toda adaptación literaria deberÃa ser posible liberarnos del texto. La novela es también diferente de la pelÃcula. En esta, hemos establecido una construcción dramática ausente en el libro«. Yves Robert
Segunda de las muchas adaptaciones realizadas hasta la fecha (la primera data de 1936), la de Yves Robert es la más celebrada y la que mejor recogÃa el espÃritu de la novela original. No en vano, el realizador dio libertad al acertado y numeroso reparto infantil para que se desenvolvieran a su aire ante la cámara, transmitiendo una espontaneidad inusual y similar a la que encontramos en los diálogos del libro.
Enamorado de la novela, Robert tuvo grandes dificultades para que alguna productora se interesara en su proyecto de llevarla al cine, hasta que finalmente Danièle Delorme, su esposa, asumió el desafÃo creando una productora, La Guéville. Para elaborar el guión contó con la ayuda de François Boyer. Juntos armaron el libreto realizando un trabajo de campo entrevistándose con chavales y profesores de poblaciones rurales. Lo más difÃcil fue superar la laboriosa tarea del casting infantil. Se hicieron pruebas a más de mil niños de entre 10 y 12 años. Finalmente, entre los seleccionados, podemos encontrar a los hijos del célebre pintor y fotógrafo Jacques-Henri Lartigue, quienes interpretan a los hermanos Gibus (el pequeño, Martin, se convirtió en la gran estrella de la pelÃcula).
Filmada en cuatro localizaciones diferentes, incluyendo la finca del director, La guerre des boutons tuvo uno de los rodajes más felices que se recuerdan, no asà la post-producción. Una vez finalizada la edición, ningún distribuidor francés quiso hacerse cargo de comercializarla en su paÃs. Asà que recurrieron a la industria americana. La compañÃa Warner aceptó hacerse cargo, lo que garantizaba que la cinta tuviera circulación internacional y un éxito automático. Obtuvo el Premio Jean Vigo de aquél año y aún hoy se encuentra entre las pelÃculas más taquilleras de la Historia del cine francés.
José A. Muñoz