Gina Pórtera (Barcelona, 1963) abandonará la ciudad, con 30 años, para trasladarse al Maresme, a un lugar en el que está, al mismo tiempo, cerca de la playa y del bosque. La decisión de la pintora está conectada profundamente con su experiencia artÃstica. Toda su obra se verá reflejada por ese diálogo con la naturaleza.
-A través del agua puedo vehicular lo que percibo y siento. -reconoce la artista.
Nos dice, incluso, que asà “puede nadar en superficie y ahondar en sus adentrosâ€. El agua es, pues, su constitución sensible. Y todo su trabajo, sea a través de la tela de grandes dimensiones o de los diferentes papeles que utiliza, se ve impregnado de esa proximidad con el elemento fundacional. También se ha interesado por la escultura y la fotografÃa. Y siempre está presente esa dicotomÃa entre un agua que todo lo calma, que nos lleva a un cierto estado de ataraxia, y, por el contrario, el agua como elemento de las grandes tensiones de la vida.
Es el caso de Discordia, una pieza realizada con acrÃlico y tinta china que pertenece a la serie MÃnimum Ãnsula. Observamos a dos personajes de espaldas, enfrentados y sin intención de encuentro, en un espacio Ãnfimo rodeado por un agua embravecida.
¿Es posible la conciliación? Se trata, nos cuenta Pórtera, del momento previo a una hecatombe. La armonÃa, a veces, salta por los aires. Su obra nace casi siempre de reinterpretar su dÃa a dÃa. Esta pintura no es una excepción.
-Tuve un desacuerdo de enormes dimensiones que me sirvió de revulsivo para luego poder plasmarlo en el papel.
Intimidad y contemplación son dos conceptos fundamentales en su pintura. Y el caminar junto al mar. La horizontalidad del cielo y la arena le han ayudado a silenciar lo que ella misma define como “ruidos innecesariosâ€.
-Ha sido un viaje precioso al encuentro de mi esencia.
En esos viajes cotidianos por la playa del Maresme, el cielo, según nos cuenta, se convierte en una pantalla infinita, mientras “el mar pinta palabrasâ€. Cuando llegue al estudio no necesitará esbozos para ponerse a interpretar esas imágenes.
En sus primeras obras vemos un gran interés por la geometrÃa, e incluso recuerda a los grabados de Subirachs. Luego, sin embargo, invierte sobre todo en la idea de atmósfera, como hacen artistas como Hopper.
-Cuando realizaba composiciones basadas en la geometrÃa de las formas vivÃa encerrada, parapetada en mi interior.
El mar ha ido fundiendo la coraza de la creadora, en constante búsqueda, hasta que aparecen “las luces húmedas†y las brumas abiertas de par en par. Muchos de sus personajes son seres solitarios, en actitud reflexiva, en ese momento preciso y “mágico†de conexión con algo que se les escapa, bañados por la extraordinaria fuerza de la luz del Mediterráneo.
La técnica mixta es también la base de Arenas blancas, una obra que nace después de que la pintora visite por primera vez la isla de Cerdeña. Allà se encuentra con el invierno, en la playa de Stintino, donde parece que el mar y la arena juegan a un espectáculo de simetrÃas. El protagonista de la tela siento un suspiro. Todo se ordena.
El agua no sólo es motivo e inspiración. También es materia primera en su proceso creativo. Los pigmentos discurren según el agua, que sigue a la pincelada o al gesto.
-Para pintar mar hay que sentirse mar. El poeta utiliza palabras y tinta, yo agua y pigmentos.
Hemos dicho que últimamente trabaja la escultura. Hay allÃ, también, la necesidad de construir cuerpos desde la luz. No es casualidad que las técnicas que utiliza para la escultura sean, a la vez, técnicas donde siempre interviene el agua como mediador. Sea en su evaporación o en el proceso de secado.
En sus muchos paseos por las playas ha encontrado “tesoros preciosos que me ha regalado el marâ€. De esas conchas, nácares, piedras, e incluso de los cristales de botellas tiradas, nace su otra pasión: la joyerÃa. Es una manera, según la creadora, de devolver la belleza al agua.
Pero si la obra de Gina Pórtera consigue trasmitir algo con absoluta precisión es el silencio y el asombro. Se trata de suprimir, simplificar, reducir al máximo lo que exista de ornamento. Sus pinturas no son piezas cerradas en su significado. El enigma cubre la tela sin necesidad de barroquismos. Un perfil o una silueta son herramientas para compartir interrogantes, sueños, anhelos, dudas. Siempre “en la pantalla del cieloâ€. Es el diálogo ante algo que no podemos ni enumerar ni domesticar.
-El enigma aparece en ese instante, ese momento vertiginoso donde la vida te exige una gran honestidad contigo mismo.
Este artÃculo pertenece a Agua y Cultura, sección patrocinada por la Fundación Aquae.