«Hay escritores que confÃan en el lenguaje y los hay que no», me confesó una vez el poeta Albert Balasch mientras hablábamos de literatura contemporánea en una cafeterÃa de la plaza de la Virreina. «A pesar de que el debate parece estar pasado de moda es una cuestión fundamental», recuerdo que insistió. Aún el desgaste que puedan sufrir ciertas discusiones, la problemática que plantean subyace a la misma concepción del hacer literario. Los que desconfÃan se pueden hermanar con las teorÃas nitzscheanas sobre la verdad en las que se plantea algo asà como que sólo el poeta capaz de mentir, consciente y voluntariamente, puede acercarse a la verdad. Balasch desconfÃa del lenguaje e intenta acercarse a la verdad a través de una escritura que rodea un vacÃo existencial.
Desde La caça de l’home Balasch ha estado reescribiendo parte de su obra. Fruto de dicho proceso ha creado, junto a Marc Capdevila y Tià Zanoguera, un vÃdeo que recoge parte del imaginario del poeta catalán que tiene su génesis en una novela breve llamada A fora. Bajo el mismo tÃtulo, el poeta pone imagen a las palabras y crea un universo visual que obliga a un esfuerzo de comprensión. Paul de Man afirmaba que «la literatura implica el vaciado, no la afirmación, de las categorÃas estéticas. Una de las consecuencias de esto es que, mientras que hemos estados acostumbrados tradicionalmente a leer literatura por analogÃa con las artes plásticas y la música, ahora debemos reconocer la necesidad de un momento no perceptivo, lingüÃstico en la pintura y en la música y aprender a ‘leer’ cuadros en lugar de ‘imaginar’ significados». Lo que se puede aplicar al vÃdeo que ofrece Balasch, en el que se lee la imagen.
Las pinturas fueron realizadas por el artista Tià Zanoguera que junto a Marc Capdevila animaron las ilustraciones dando movimiento a la textura. Entre los tres realizaron el montaje. Las pinturas de Zanoguera consiguen transmitir una fragilidad que va más allá del cuerpo y alcanza a la forma. De manera que voz, trazo y forma parecen ir de la mano para retratar un paisaje humano desolador.
La atmósfera que desprenden las imágenes es opresiva y, cómo comentábamos, es el lector el que acaba dando sentido a la obra en el intento de comprensión del imaginario al que es expuesto. Balasch, que pone la voz en off, comienza:
A fora en aquest món. Ves a saber on. I per què? Havent tornat de fora a casa. Ara. Va ser un viatge senzill. De dins a fora i de fora a dins. Al principi d’a fora no hi havia ningú…
El ritmo de la obra refleja un viaje acompasado con planos que cambian según una voz que, como un demiurgo, crea la realidad que la envuelve. A partir de este inicio el vÃdeo reconstruye una pequeña odisea a través de una mar baldÃo donde el narrador parece erigir una identidad entre el vacÃo y el todo, el negro sobre el blanco y el dins y el a fora que flotan en un oxÃmoron de sentido. Hay escritores que desconfÃan del lenguaje y aún asà lo habitan. Por eso lo retuercen para ver si en un último suspiro exhala alguna confesión. El vÃdeo es un nuevo medio que ha encontrado Balasch para llenar dicho vacÃo. De aquella conversación en la Virreina recuerdo una expresión, se trata de «hacer presente la ausencia».
Diego Giménez
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