Eduardo Lourenço | Foto: Márcia Lessa | Fundação Gulbenkian

Lourenço: «El desasosiego pessoano, una escritura del abismo»

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Eduardo Lourenço | Foto: Márcia Lessa | Fundação Gulbenkian
Eduardo Lourenço | Foto: Márcia Lessa | Fundação Gulbenkian

Uno de los primeros ensayos sobre la magna obra de Fernando Pessoa se debe a Eduardo Lourenço, filósofo y ensayista portugués, que, con el artículo «El Libro del desasosiego, texto suicida», sentó las bases para la interpretación del libro en 1985. A sus 92 años ostenta las funciones de administrador no ejecutivo de la Fundación Calouste Gulbenkian donde nos recibió para hablar de la escritura pessoana.

¿Cómo llegó a Fernando Pessoa?
Puedo decir que no llegué a Fernando Pessoa. Tanto a mí como a las personas de mi generación, fue el escritor quien llegó hasta nosotros. Fue en 1942 cuando el poeta y crítico Casais Monteiro publicó una antología en la revista Presença. En esa antología, entre otras cosas, fue publicada la famosa carta sobre los heterónimos que es la respuesta del propio Pessoa a una pregunta que Casais Monteiro había hecho sobre dicha cuestión. Aquella publicación fue determinante para todo lo porvenir, porque las personas no conocían esa autoversión del autor de la Oda Marítima sobre él mismo. Luego comenzó toda la crítica e interpretaciones de Pessoa en base a esa carta.

¿Y cómo llegó al Libro del desasosiego?
Del libro habían aparecido algunas páginas, las más simbolistas. Como libro publicado es un libro inventado por los especialistas. En ese entonces no se tenía la impresión de que el Libro del desasosiego iba a centrar la atención de la obra pessoana. El Libro del desasosiego es el libro de Pessoa más leído en todo el mundo. Se trata de un libro que por él mismo no existió, como diría mi amigo Virgílio Ferreira. Por diversos motivos pasó a ser un libro de culto de la literatura del siglo xx. No sé si de haber publicado Pessoa habría acontecido la gloria o la desgracia. Para el escritor creo que hubiese sido catastrófico, porque para un poeta tan consciente de la soledad esencial de la condición humana, qué mejor victoria que el fracaso. Aquella corona de laureles que fue póstuma podría haber sido fatal en vida.

¿Cuándo fue la primera vez en que tuvo acceso al legado del escritor?
Fue después del 25 de abril. Por aquel entonces estaba en preparación lo que iba a ser la Universidad Nova de Lisboa. En la avenida de la República, donde vivía la hermana de Pessoa, estaba el comienzo de lo que iba a ser dicha universidad. No estoy interesado en el conocimiento positivo, concreto y bibliográfico de los autores, incluso de Fernando Pessoa. Quise consultar el legado por causa de la publicación de Fausto, en un estado plagado de interrupciones. No sabía si aquellas interrupciones eran del autor o de aquellos que habían preparado la edición. Fui al famoso baúl, pero, como soy nulo en materia de descubrimientos, no encontré allí nada. Aunque la visita sirvió para verificar que el famoso baúl era de fácil acceso para las personas. Era extraordinario pensar que todos aquellos textos, muchos de ellos famosos, otros aún desconocidos, estaban al alcance de cualquier persona.

¿Qué me puede decir sobre su citado artículo en que tilda al Libro del Desasosiego como texto suicida?
No sé nada más de Fernando Pessoa más allá de lo que allí escribí. Ni sé dónde está ese texto. Hay muchas cosas para decir sobre el libro. Es una obra inclasificable. La apariencia es similar a la de un diario, como en el caso de Amiel. Es una variación de lo mismo que nunca es la misma cosa. No tiene monotonía. Es un texto de una sorpresa continua. Tuvimos suerte con la traducción de Crespo al español. Grande conocedor de Portugal y del portugués del que podemos decir que abrió la puerta de la recepción mundial de Pessoa.

¿Y sobre la especificidad del libro?
Cuando hablo de texto suicida es en relación a la mitología y a la lectura unificadora en referencia a la versión que el propio Pessoa dio de la creación heteronímica. Cuando los lectores se adentran en el Libro del desasosiego verifican que el enredo creado por el escritor, toda la lectura realista de la propia novela, se disuelve en una especie de voces entrelazadas. La heteronimia fue la salida de Pessoa, en cuanto sujeto que duda de la realidad, para conferirse vidas imaginarias. Siendo, esas vidas imaginarias, más reales que la realidad del sujeto que las pretende unificar. El sujeto es una ficción suprema. Pessoa forneció la autointerpretación de su actividad creativa. Tomado el famoso ejemplo de Shakespeare, el hombre que no es Shakespeare. A veces son más reales que lo real. Esas ficciones tienen una fuerza que la realidad a veces no tiene. Se escribe el Quijote, Fausto… que son nuestros dioses griegos. En el Libro del desasosiego, esa necesidad de tener un Dios o Dioses es transferida a los heterónimos, más reales que el sujeto que las aglutina. Hay una autodesilusión de la creencia natural en el yo.

Sin embargo Pessoa afirma que «en prosa es más difícil otrearse»?
Para Pessoa era más fácil escribir poesía que prosa. La poesía ya es sueño, es ficción en estado puro, es una ficción que se sabe ficción. La prosa no es así. Es, de hecho, [el Libro del desasosiego] un diario no poético en el sentido banal, sino en la convicción de que nada es más misterioso que la propia realidad. Es un libro de poesía, es un libro de ficción, es todo al mismo tiempo. Después tiene ese tono de escritura de la sombra, una escritura del reverso de las cosas. Como si la nada fuese más evidente que la evidencia de la cosas. Es una escritura del abismo. Una escritura que rodea la nada. El místico sin misticismo convencional. Mezcla extraña entre sueño y una percepción lúcida de las cosas.

¿Qué piensa de las ediciones?
Es curioso imaginar que él nunca leyó el libro. Fue el libro, pero nunca lo leyó. El libro tiene un carácter caótico y las personas que organizan toman decisiones. Uno de los textos que se lee de una forma más orgánica y sin fisuras es la edición de Ángel Crespo. La interrupción está asociada a la edición de la obra.

¿Qué me puede decir sobre el ritmo en el libro?
El problema es que, como todos los grandes autores, Pessoa está siempre diciendo la misma cosa. No tiene una verdad que pueda ser captada de una forma lógica. Es como si cada momento se concentrase en él. Es una temporalidad que no es una línea con un destino fijo o claro. Es una temporalidad que tiene todo el poder de la evidencia en el instante y cada instante es tan importante como otro. No es la temporalidad del discurso científico. Las personas no son siempre capaces de establecer un nexo que en verdad no está presente en el total de los textos. Es un libro que no ofrece sólo pensamientos. No posee una verdad, tiene muchas. Intenta comunicar de mil formas una cosa a la que no podemos tener acceso.

La repercusión de Pessoa en otras lenguas ha sido muy grande…
Pessoa no se entiende fuera del contexto europeo. No tenemos en Portugal muchos libros de este alcance. Estamos lidiando con alguien que recibió una cultura anglosajona en la que las temáticas dramáticas y trágicas ya tienen textos insuperables como los de Shakespeare. Toda su obra es, de algún modo, un comentario infinito a los textos de Macbeth o Hamlet, que son el comienzo de la era de la duda de occidente y en que se cuestionan la idea de hombre creado por Dios, el sentido y la providencia. La época moderna comienza con esas obras de Shakespeare como si hubiese habido un apocalipsis. La frase del escritor inglés, “time is out of joint”, es vigente hoy, y tal vez más vigente hoy de lo que lo fue en su tiempo. Antero de Quental fue la primera consciencia que perdió la certeza de que hay algún sentido. Pessoa siguió esa línea.

¿Entre existencialista y oscura?
Lo abstracto en él es ejemplificado con las cosas más banales sin ser demostrativas de nada. Son emociones del alma. Una especie de suicidio virtual continuo. El Libro del desasosiego puede ser siniestro e insoportable. Recuerdo que en mi aldea, el cementerio estaba en la salida de la población. La gente pasaba por él y comenzaba a silbar. A silbar en la noche para que los fantasmas no fuesen a perturbar nuestra confianza en el día.

Diego Giménez

Diego Giménez, doctor en filosofía y pensamiento (UB) con una tesis sobre "El libro del desasosiego" de Fernando Pessoa, ha realizado diferentes actividades relacionadas con la literatura y el periodismo. Ha trabajado como redactor de LaVanguardia.com y en 2008 cofundó Revista de Letras.

2 Comentarios

  1. Pessoa era masón y esotérico. Esto nos da una visión más amplia de su obra.

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