-El escritor es la rata que construye su propio laberinto antes de ponerse a escribir.
Son palabras de Jacques Roubaud, miembro destacado del OuLiPo, el grupo de experimentación literaria capaz de unir poética y matemáticas. Esa frase la pronuncia en una conferencia en Reus, a principios de los años noventa. Allà asiste como público un joven escritor. Mà rius Serra (Barcelona, 1963) se acaba de dar cuenta de que su obsesión por los juegos de palabras está directamente relacionada con aquellas tardes en las que, saliendo del colegio Los Salesianos, saltaba la valla de los Jardines de Horta para merodear por su misterioso laberinto vegetal. El interés por resolver el enigma habÃa comenzado a los doce años. Ahora todo encaja.
-Era la gran aventura, colarse en este extraño bosque… –recuerda el autor catalán.
Hoy, en una mañana de junio, cuando acaba de celebrarse el DÃa Mundial del Medio Ambiente, hemos vuelto al laberinto. Ya no hay que saltar vallas. El jardÃn, que se inauguró en 1808, es el más antiguo de Barcelona, y es un parque público desde 1971. La que fuera la antigua finca de la familia Desvalls, tiene más de nueve hectáreas y una vegetación sorprendente. Además de los setos de ciprés que, recortados a la perfección, forman el verde laberinto, distinguimos cedros de Himalaya, bojes, tilos, encinas, pinos, robles, hiedras, helechos y fresnos. Todo ello regado con múltiples fuentes que aportan el agua necesaria a este pequeño oasis.
Pero la de Roubaud no es la única revelación.
Mà rius Serra lee el cuento Satarsa, que Julio Cortázar publicó, en 1982, en el libro Deshoras. Ahà el catalán entenderá que el palÃndromo no es mera pirotécnica, sino que forma parte de la genética del relato.
-Como ahora lo de atar a la rata. –escribe el argentino.
Sigue leyendo Serra, y llega a otro auténtico deslumbramiento: “Atale, demonÃaco CaÃn, o me delataâ€. La frase, como se puede comprobar, puede ser leÃda, con idéntico resultado, empezando por ambos lados. La lengua nos permite trazar múltiples trayectos.
No es de extrañar que Serra vea en Cortázar a una suerte de cómplice. Rayuela (figura que podrÃa ser un mándala o un laberinto, también) es una de las lecturas que más le impresionan. El autor argentino habÃa publicado, en 1949, su primera obra firmada con su nombre real, Los reyes. ¿Adivinan de qué habla este poema dramático? Minotauro nos lo explica literalmente:
-Ariana mezcló sus dedos con los tuyos para darte el hilo. Ya ves, el hilo de agua se seca como todos. Ahora veo un mar sin agua, una ola verde y curva enteramente vacÃa de agua. Ahora veo solamente el laberinto, otra vez solamente el laberinto.
Nos sentamos justo en uno de los miradores desde donde se aprecia a vista de pájaro el laberinto de Horta. Unos adolescentes están realizando una yincana. Serra ha entrado cientos de veces, pero reconoce que todavÃa es capaz de perderse entre los pasillos.
-Puedo estarme aún veinte minutos buscando la salida. ImagÃnate los que entran por primera vez. A veces tenemos que ayudarles desde aquà arriba a salir (rÃe).
Mà rius Serra ha sabido como pocos convertir su vocación en una forma de vida. Juego, comunicación y literatura han tejido su trayectoria desde sus inicios, y es una asiduo colaborador de prensa, además de un excelente traductor. De alguna manera el camino a seguir se lo traza TÃsner, quien, a punto de jubilarse, le cede la sección diaria de crucigramas de La Vanguardia. Actualmente Serra ya ha publicado más de nueve mil, y ha adaptado el formato a la radio, donde tiene una célebre sección llamada Enigmà rius.
En 1991 publicó un Manual de enigmÃstica. Nos explica que el enigma, que busca esconder, es fundamentalmente competitivo. El reto es saber quién tarda menos en resolverlo. Sin embargo, el juego de palabras, que puede responder a la retórica clásica o al simple chiste, tiene su foco en el deleite. El placer estético es su único objetivo. El laberinto, de alguna manera, une ambas cosas: supone un desafÃo concreto y, al mismo tiempo, está Ãntimamente relacionado con la idea de paseo.
Alguien que ha crecido entre laberintos, de vegetación y de palabras, necesita un paÃs propio. Por eso, en 2002, se inventa Verbalia, un lugar en el que la comunidad se aproxima al idioma (actualmente, en catalán y en castellano) desde lo lúdico. “Y sin ley de extranjerÃaâ€, bromea.
Poco antes habÃa publicado la novela Ablanatanalba. Allà los protagonistas son dos gemelos (el tema del doble aparece muchas veces en sus propuestas literarias) que tienen una relación muy especial con el laberinto en el que nos encontramos. De hecho Mà rius Serra convierte en personaje a un guÃa del recinto que existe en la realidad, Desideri DÃez Quijano, quien también “ha acabado construyendo su propia patria†entre esos cipreses. En la novela también leemos cómo el lugar fue el sitio escogido por Adrià Gual para estrenar, en 1898, la  Ifigenia en Táuride de Goethe, traducida por Joan Maragall. Más de un siglo después, en 2006, Tom Tykwer rodó una escena de El perfume.
El escritor catalán se interrogó por qué las personas creen en el azar en Farsa, por qué existe la fe en Mon oncle, y sobre los funcionamientos de la magia en L’home del sac. Y es que otro de los temas centrales en las obras de Mà rius Serra es la oposición entre creencia y razón. Este jardÃn, una vez más, es el mejor ejemplo de esa tensión entre dos modelos. Se construyó como un parterre neoclásico, pero fue acabado con estética romántica.
El último libro de Serra, Res no és perfecte a Hawaii (pronto saldrá publicado en castellano), también disecciona los mecanismos de la certidumbre. Los turista creen en el paraÃso de cartón-piedra que el resort les tiene preparado, y los amantes del New age de turno se convierten en adictos a los beneficios de la “hulaterapiaâ€, un tratamiento a partir de la danza polinesia. Con la larga sombra del capitán Cook, el protagonista, un joven periodista llamado Tom, deberá enfrentarse a los enigmas propios y a los del lugar en el que ha crecido.
La masificación que ha sufrido Hawái le ha servido a Mà rius Serra -que ha viajado dos veces al archipiélago para documentarse- para sondear la relación entre cultura y naturaleza. El experto en enigmática observa los dos jardines que nos acogen, el neoclásico y el romántico, y duda:
-¿Qué es más artificial? ¿Someter la naturaleza a un esquema simétrico o pretender fabricar lo salvaje?
La réplica se la dejamos a Cortázar que, en boca del citarista, también se interroga en Los reyes:
-Tú nos llenaste de gracia en los jardines sin llave, nos ayudaste a exceder la adolescencia temerosa que habÃamos traÃdo al laberinto. ¿Cómo danzar ahora?
Este artÃculo pertenece a Agua y Cultura, sección patrocinada por la Fundación Aquae.