Mercedes Monmany | Foto: Adrián Vázquez

Monmany: «Â¡El contenedor europeo es inagotable!»

/
Mercedes Monmany | Foto: Adrián Vázquez
Mercedes Monmany | Foto: Adrián Vázquez

La ensayista y crítica literaria Mercedes Monmany nos regala en su último libro Por las fronteras de Europa (Galaxia Gutemberg, 2015) una apasionante guía literaria con la que emprender mil y un itinerarios y viajes por las literaturas de Europa. Y es que el contenedor europeo es infinito. Desde las sagas de los países nórdicos, al gigante ruso, la Irlanda irredenta, la tradición alemana, el mosaico de los Balcanes, la vanguardia italiana, la literatura sefardita, la actual turca o la yiddish. El libro ofrece propuestas de lectura de autores consagrados por el canon, pero también muchos otros rescatados del olvido, gracias, por cierto, al desvelo, empeño y buen criterio de pequeños editores, traductores y verdaderos amantes de esta patria común que es la literatura. La obra es, en fin, una recopilación de artículos reelaborados, prólogos y ciclos de universidad realizados en los últimos años por Mercedes Monmany, que a modo de Ariadna nos invita a cruzar fronteras y a seguir tirando del hilo infinito europeo.

Siguiendo a Steiner, Europa está hecha de cafés, de cultura, de paisajes a escala humana, de barbarie y destrucción… ¿Qué aporta este libro a la visión de Europa?
¡Que el contenedor europeo es inagotable! Parece que no hay ningún genio por descubrir, pero siempre hay más.

Las buenas obras acaban saliendo a la luz…
¡Son insumergibles! Hay como una resistencia. Creo que la literatura, la escritura, hay que tratarla como a un ser vivo. Y en este libro hablo de autores tanto de la Europa occidental como del Este. Y hago mucho hincapié en todos estos autores que por cuestiones históricas han estado seccionados de la literatura occidental. Es un libro posible porque se han ido rompiendo con prejuicios y fronteras mentales para poder dar a conocer autores de países que no están en el mainstream, y que proceden de Hungría, Bulgaria, etc. De ahí surgió la idea del libro. Pienso que estos autores no se han de tratar como excepciones. ¡Son tradiciones muy importantes! Hoy en día la presión anglosajona es muy potente en todos los mercados, y en Estados Unidos se traduce poquísimo… Creo que el patrimonio europeo es la cultura, y lo que tenemos es inmenso. En todo ponemos cuotas: de funcionarios, de agricultura… ¿Y en literatura?, ¿no hay cuota posible? ¡El acceso a Europa es muy necesaria!

Cíteme alguno de estos autores y muestras de la singularidad europea.
Etty Hillesum, por ejemplo. Es una chica de 29 años que asesinan en Auschwitz. La calidad de su escritura es impresionante. Era lectora del maestro Eckhart, de Rilke, Dostoievski… Y hay otras chicas con diarios interesantísimos; todo un recorrido por hacer que invito a los investigadores y estudiosos a tratar. Como singularidad, podríamos hablar de lugares que han representado verdaderos cruces de caminos. Galitzia, por ejemplo, dio lugar a un invernadero literario maravilloso. Ahí hay verdadera magia europea. La segunda mitad del siglo XX en Italia también tiene una producción fastuosa; ¡y todo el ciclo de Bassani!, que para mí ha sido importantísimo. O el humor en los períodos nefastos de la historia, como el que se produce durante la Nueva Política Económica dictaminada por Lenin de 1921 a 1928, y que propició una década en la que se relajaron los censores dando lugar a una serie de humoristas buenísimos como Ilf y Petrov. Por supuesto, también está la literatura israelí, la turca, la cultura sefardita.

Hablar de cruces de camino en la literatura del XX es un contar y no acabar…
Desde luego, y ha producido un patrimonio cultural y literario fascinante. Hablamos de Galitzia, pero también está la Berlín de Weimar, ya conocida como la ciudad-prensa en la que existían, en 1927, 147 periódicos. Imagínate el mundo cultural que había alrededor, la cantidad de periodistas, escritores, intelectuales de los que se nutría esa cantidad de periódicos. Ahí tenemos a Joseph Roth, Karl Kraus, Karl Klausman, Alfred Döblin, Bertold Brecht, Stefan Zweig… Pero también, el cine de Fritz Lanz, Josef von Sternberg, Ernst Lubitsch, o los murales y pinturas de George Grosz. ¡Era un Nueva York potentísimo! O pensemos en ese Ostende en 1936 que recoge Volker Weidermann en su libro.

Café Librería San Marco, Trieste | Foto: Berta Ares
Café Librería San Marco, Trieste | Foto: Berta Ares

Describe un mundo de relaciones entre Zweig, Egon Erwin Kisch, Ernst Toller, Arthur Koestler, Irmgard Keun… Había mucha relación entre escritores.
Así es, entonces se juntaban mucho. Ahora todos tienen más relación con sus agentes literarios que con otros escritores. Con esto de la globalización y democratización, no sé si se puede hablar de una ciudad concreta como es el citado caso de Berlín, o París. Ahora los escritores se ven más en los festivales que entre ellos, se han individualizado mucho. Esta vieja tradición de las reuniones en los cafés… ahora la vida es más frenética e individualizada. Todo es mucho más autista. ¡La presión del mercado es total!

También es un libro de contenido transversal.
Hay temas transversales, sí, como la tragedia del siglo XX, en la que vemos por ejemplo a muchos escritores que cambian de bando, comunistas que luego luchan contra el totalitarismo, y toda una obra marcada por la denuncia. Quiero pensar que al siglo XXI llegamos con muchas enseñanzas. Ya se ha experimentado lo peor. Y también lo mejor.

Los americanos siempre están buscando la gran novela americana, ¿cuál sería la gran novela europea?
Tenemos a Marcel Proust, Thomas Mann, James Joyce, August Strindberg… ¡Casi nada! Lo que pasa es que los americanos se venden muy bien. En Europa cada época ha dado novelas potentes, también fruto de experimentos personales, ahí está la aportación de Kafka, ¡y sin necesidad de tener la aspiración de narrar la historia de su patria! Pero puestos a citar, tenemos las sagas nórdicas, Los Buddenbrook de Thomas Mann, o la obra de Joseph Roth a través de la familia von Trotta. El patrimonio cultural de Europa es variadísimo. Es más, aquí hay una variedad lingüística que no hay en otros continentes como el americano, a excepción de la actual presión del castellano. Pero también hay una gran variedad de propuestas fascinantes, estéticas, de transcursos y aconteceres históricos y políticos. En este sentido no hay nada unificado, Europa es pura variedad. Hay diversidad incluso en la forma de responder a la ocupación alemana, al tratamiento que se le dio a los judíos… que no hay en otros continentes.

Galaxia Gutenberg
Galaxia Gutenberg

Europa es pura variedad, pero no sé si la miramos demasiado.
Esta es una vieja batalla. Creo que el gran fallo ha sido construir Europa de espaldas al espíritu y a la cultura. El amor por Europa, por lo europeo y por nuestros vecinos tenía que haber comenzado en las escuelas. Hay que construir Europa ya desde las escuelas y a golpe de martillo. Europa se tiene que construir culturalmente, si no va a ser un fracaso. Porque el respeto y la tolerancia comienza en la cultura. La literatura es una escuela de conocimiento y tolerancia y de acercamiento a lo diverso. En este sentido, las editoriales pequeñas están haciendo un gran esfuerzo. Yo los admiro mucho. Editores pequeños y medianos, con pocos recursos y una defensa por divulgar todo esto impresionante.

Ahora pueden verse muchos títulos y autores diferentes en los anaqueles de las librerías.
Ahora ya no pasa lo que me sucedía hace unos 10 o 15 años, que era un clamar en el desierto. Comienza a haber mucho más autor traducido. El grueso de los autores que cito puede encontrarse en castellano, y en gran medida gracias al esfuerzo de algunas editoriales. Ha habido grandes embajadores de la cultura: editores y traductores cuya labor ha sido fundamental. Por ejemplo, en el ámbito húngaro. Y autores exigentes, que no necesariamente respondían a valores de mercado. Una defensa firme y heroica. Afortunadamente creo que también hay mucha gente joven interesada.

Incluyes algún clásico, como Chejov, ¿imposible prescindir de él?
Incluir Chejov ha sido un capricho, pero también un guiño. Es un escritor cruce entre dos siglos. Además tiene una grandísima influencia, ¡tremenda!, en escritores actuales. Los grandes cuentistas actuales. Y también porque es un gran testimonio de los gulags. Es el pionero del género del gulag. Me he permitido muy poquitos autores, pero uno es él, como gran anticipador de lo que iba a venir.

En el prólogo que te dedica Claudio Magris Halcón o Beatriz, ni más ni menos, aclara que la ausencia de España se debe al hecho de que la literatura interrogada en este libro está ligada a las fronteras de Europa.
En realidad el título tendría que haber sido Una española viajando por las fronteras de Europa, y este es el motivo por el que no esté España representada. Mi propuesta se basa más en dar a conocer, yo como española, a los vecinos. Pero sí, la verdad es que somos una excepción europea, por no haber participado en ninguna de las dos guerras mundiales.

Cierro la entrevista constatando que la lista de escritores y escritoras es apabullante: más de 300. Ahora multipliquen por más de cinco el número de libros citados. Escojo mi itinerario mezclando autores que he leído, otros que quería conocer, y otros que entran por primera vez en mi vida. Preparo un itinerario continental. Los nórdicos, Knut Hamsun, Peter Jacobsen e Iccohokas Meras. Algún relato de Chejov que me había pasado desapercibido. Me interesa Kader Abdolah, un iraní en los Países Bajos. Probaré también con Julia Franck y Birgit Vanderberke, en alemán. De la centroeuropea, me quedo con Jósef Czapski, su libro En tierra inhumana me parece estremecedor. Norman Manea, también está en la lista, un escritor fundamental. Magda Szabó me produce curiosidad. Me alegra encontrarme con Jasmina Tesanovic, a quien ya había leído con anterioridad. De la francesa que propone, conozco un buen número de autores, pero encuentro alguno nuevo por conocer: Hélène Berr, Linda Lê, Olivier Rolin, Boris Vian… Italianos hay una buena oferta; me interesa conocer un poco mejor Erri de Luca y el trabajo de Elsa Morante. Escojo dos más: uno en portugués, de Agustina Bessa-Luís y un turco que, como Zweig, escribe sobre el mundo de ayer: Mario Levi.

¡Europa no fue un sueño!

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

2 Comentarios

  1. Hola
    Pues sí, un continente todavía por descubrir.
    De Etty Hillesum, cuyos diarios me produjeron una profundísima impresión, se vuelven a reeditar ahora sus libros. Y Reyes Mate tiene en su libro «La herencia del olvido» unas bonitas páginas sobre ella.
    Lo dicho, a seguir navegando con asombro.

  2. Rubén,
    te echaba en falta. Gracias por tus palabras.
    La herencia del olvido, una maravilla.
    Gracias por compartir!
    B.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Previous Story

Los hilos de un dios que no existe

Next Story

El legado del poeta herrero

Latest from Entrevistas