Viernes 25 es el testamento poético de Dardo Sebastián Dorronzoro, el herrero que, cuando abandonaba su oficio de martillo y yunque, heredado de su padre asà como el amor al socialismo, continuaba remachando las palabras que revelaban sus ideas. HabÃa nacido en 1913, en San Andrés de Giles y se mudó a una casa del barrio La Loma de Luján, donde se encontraba un viernes 25 de junio de 1976 cuando un grupo de tareas de la dictadura militar argentina lo fue a buscar. Estaba condenado a mutilación total según pudo leerse en carteles que asaltaron la ciudad. Pero lo absoluto, sabemos, es imposible.
Su voz y su sangre quedaron materializadas en el libro Viernes 25 del que se publicaron solo mil ejemplares en México, en 1989, luego de un intenso trabajo de Nelly Dorronzoro, poeta, y su compañera y albacea. Ella realizó la recopilación y organizó los papeles del poeta. También escribió, el 25 de febrero de 1978, “a veinte meses de su desapariciónâ€, el prólogo en el que habla del poeta, evocando su ámbito cotidiano, la casa, la naturaleza (esa particular manera de comunicarse con los animales), los amigos, sus posturas estéticas y humanas, elementos presentes en su poética. Y el empeño de conservar la memoria vuelta hacia ese dÃa que rememora el tÃtulo, cuando lo vi, por última vez, caminando entre fusiles.
Un epÃgrafe, como la profecÃa del convencimiento lógico de la desgracia y la derrota, invoca las palabras escritas durante su último dÃa de libertad:
«Desde hace tiempo siento la amenaza / de ese viento sobre / la luz de mi lámpara, sobre esa luz que apenas / me alcanza para no perderme / entre las garras del mundo, entre los dientes / de esa inmensa muchedumbre de los lobos en la sombra.»
En diálogo con la obra Juan Gelman, Francisco Urondo y Haroldo Conti, sus poemas, algunos publicados en distintos medios gráficos, la gran mayorÃa, inéditos, se alejan de la retórica:
“Pues yo soy un poeta no un hacedor de versos bonitos.†Declaración jurada
Y, por medio de un lenguaje narrativo intimista, anclan en la denuncia sin tregua y en la fuerza de la lucha social como única esperanza de un mundo sin desavenencias ni desigualdades. Muestran las penurias de aquellos que nada tienen, quienes ocuparán el centro en toda su producción:
“Hombres que beben el sudor de su piel, que beben/su cansancio de mugre y tarde, que beben/la propia razón de su olvidoâ€. Algo sobre mà mismo
El poeta pone su cuerpo, corazón, sangre y huesos, a disposición de la miseria y, en ella, descubre la belleza que «lo pone cara al cielo», como expresa en Declaración jurada, manifestación de su compromiso existencial y vital:
“Yo he sido, soy y seré un poeta revolucionario. Sobre mi tumba verán florecer un puño.â€
El epÃlogo, compuesto en 1987 por Jorge Boccanera, escritor y periodista, aporta un perfil Ãntimo de Dorronzoro que completa su figura, amparada en la memoria de Nelly, en la que extracta la vida, la obra y la época en que vivió, aquella en la que se fraguaron los ideales del poeta herrero.
Este artÃculo se ha realizado en el marco de las actividades del Curso de Periodismo Cultural de Revista de Letras.