Bucarest es una cuna que ha pasado por su purgatorio particular. Es mixtura. La alta cultura de entreguerras se mezcla con los edificios de la etapa comunista, los nichos de una igualdad sepultada por la imposición, un palacio del pueblo con vallas blindadas al pueblo. ¿Es contradicción? No, es consecuencia del despiste de este viejo continente, de la inercia, de nuestros miedos. Nos suena. Nos deberÃa sonar.
Otro dÃa iremos a Brasov. La ciudad de Drácula da la bienvenida con unas letras gigantes, blancas, que imitan a las de Hollywood. Y con sus abetos como espadas en un bosque de vegetación púbica. Pero aquà ya no muerden los condes ni la aristocracia. Es el capitalismo quien enseña los afilados dientes.
En el avión de vuelta a Barcelona no hay prácticamente turistas. Sólo mano de obra de una obra que exige que vivamos con las manos arriba. La ciudad, sus huellas, nos descubre que la vida no puede ser sólo un atraco.
Y, en la noche del umbral, sigue sonando el ruido amarillo de la chatarra.
Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros tÃtulos, de 'MalpaÃs' y 'La travesÃa de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).
1 Comentario
Albert, felicidades por este magistral y literario artÃculo. Siempre me han llamado la atención los paÃses de la Europa del este que rezuman decadencia y donde la historia y el tiempo parecen haberse detenido.
Albert, felicidades por este magistral y literario artÃculo. Siempre me han llamado la atención los paÃses de la Europa del este que rezuman decadencia y donde la historia y el tiempo parecen haberse detenido.