En primera instancia, ante un libro o diario de sueños, el lector debe establecer un pacto con el autor diferente al que constituye cuando se enfrenta a un texto de ficción en cualquiera de sus modalidades. Es, en cierto modo, algo parecido a lo que puede suceder con las memorias o autobiografÃas. El lector debe asumir que aquello que está leyendo se adecúa a la premisa de veracidad que el género establece. Evidentemente, las memorias y las autobiografÃas poseen, aunque sean recuentos de la realidad, una subjetividad tanto en la mirada como en el estilo, una elección sobre de qué se habla y cómo se aborda. Es el caso de Traumbuch (Editorial Delirio, 2022), de Patricio Pron, quien ofrece en este volumen una selección de sueños que ha experimentado desde la década de 1990 hasta el presente: hay, por tanto, una elección del material ofrecido – casi noventa sueños- precedidos por un magnÃfico ensayo a modo de prólogo introductorio.
El lector asumirá que esos sueños son reales -y no hay nada que nos deba conducir a pensar lo contrario- y que Pron los ha elegido por un motivo particular sobre otros que han quedado fuera -quizá para otra entrega, quizá para que permanezcan en el ámbito de lo privado-, pero que hay un deseo expreso de ofrecer esa serie de recuentos onÃricos por una motivación particular. En el prólogo, al final, Pron asevera que un libro de sueños nunca es un libro más de su autor; es más, posiblemente, dice Pron, ni siquiera sea de su autor si se tienen en cuenta sus peculiares condiciones de producción y en la falta de control que ha tenido sobre su manifiestación. También considera que el sueño se sustrae al juicio crÃtico, porque “¿cómo leerlo? ¿Cómo juzgarlo? ¿Cuál es su valor, y en relación con qué?â€.
En un momento como en el actual en el que la ficción, o, mejor dicho, la forma en que se lee/entiende/considera la ficción, se encuentra en profunda crisis, sobre todo en su relación con lo real, es decir, con la manera en la que reproduce o representa mediante sus herramientas artÃsticas una realidad ficcionalizada a partir de la cual acceder al mundo, y a esa realidad, de una manera distinta o, por lo menos, proponer una reconsideración de nuestra mirada hacia la realidad y, por tanto, sobre nuestra manera de estar en el mundo -es decir, una dimensión polÃtica de la ficción en comunión con la artÃstica-, Traumbuch nos propone una magnÃfico ejercicio de lectura desinhibido, de gran libertad en tanto a que nos ofrece una sucesión de breves textos que narran/describen esos sueños. Debemos dejarnos llevar por cierta esencia de lo onÃrico, esto es, abandonar toda idea de linealidad o continuidad e, incluso, de fragmentación, para leer los sueños de Pron como pequeñas narraciones cuyo significado -de tenerlo- se encuentra, en cierta manera, en el ejercicio mismo de su escritura: porque Pron trabaja cada sueño de una manera concreta, los estiliza, conforma breves narraciones que tienen más o menos sentido -posiblemente más para él que para el lector; o distinto-. Unos sueños que abisman al lector, en tanto a que no ofrecen un asidero al que aferrarse en su lectura, permitiendo este se deje llevar por su lectura, por los marcos narrativos, breves, que ofrece cada uno de ellos.
Traumbuch podrÃa verse como una suerte de respuesta “práctica†a algunas ideas que Pron despliega en No, no pienses en un conejo blanco (Consejo Superior de Investigaciones CientÃficas, 2022), breve ensayo que reorganiza algunos textos previos del escritor alrededor de ideas o temas que subtitulan el texto: literatura, dinero, tiempo, influencia, falsificación, crÃtica, futuro. Un texto que ofrece una visión meditada y, en algunos momentos, descarnada, del mundo literario -y, por extensión, del cultural, sea cual sea este en estos momentos; o lo que queda de él-, no exenta, en ocasiones, de incluso de cierto humor. Ante una literatura mercantilizada con la que se busca su consiguiente amortización, aunque sea mediante un capital simbólico, Pron ofrece una reflexión que se refleja en Traumbuch: la literatura como sentido primero y último de su existencia. La escritura como proceso creativo personal más allá de maquinaciones individuales y editoriales que paulatinamente han ido conformando una esfera literaria que Pron analiza con brillantez en las páginas de No, no pienses en un conejo blanco.
En especial resultan magnÃficas las páginas dedicadas a las teorÃas de lectura acelerada que abogan por leer de manera rápida con el fin de poder consumir más y más lectura, aunque no quede nada tras ella; un proceso que atenta en su fondo y en su forma con la propia lectura, por no hablar del trabajo de escritura tras cada texto; un procedimiento que no busca, en caso alguno, extraer del proceso de lectura una experiencia personal, un intercambio de conocimiento, anulando el diálogo entre el lector y el escritor. Porque es una práctica, por llamarlo de alguna manera, que responde, una vez más, a ese contexto de capitalización de la cultura: transmitir la idea de que acelerar la lectura, ahorra (o regala) tiempo (en caso de que esto sea posible, en cualquier caso), y permite poder pasar de un libro a otro sin que quede algo de cierto peso tras paso del lector por ese libro.
Las teorÃas de la lectura acelerada son, para Pron, una muestra más de ese contexto, en vÃas de transformación hacia territorios no demasiados positivos para la cultura, en el que el valor de una obra -y de las experiencias que ofrecen- son más cuantitativas que cualitativas, algo a lo que no ayuda, como expone ampliamente en su ensayo, una crÃtica literaria cada vez más menguada, precaria y sometida a los designios del mercado. Como en otras esferas culturales, quedan algunos márgenes en los que trabajar, como muestra en Traumbuch; creaciones que aboguen por una libertad creativa y expresiva que busquen y encuentren a sus lectores, sean el número que sean, para que sepan capaces de establecer vÃnculos intelectuales que permitan tener una sociedad más libre en tanto a que menos dirigida desde el mercado; individuos más capaces de abandonar la cada vez más extendida actitud acrÃtica que se expande sumida en agendas y modas tan efÃmeras como, en algunos casos, dañinas por aquello que dejan a su paso. Es, en el fondo y en la forma, una cuestión totalmente polÃtica.