Relatos breves y microrrelatos.
Heimito von Doderer
Traducción de Roberto Bravo de la Varga
Acantilado (Barcelona, 2013)
Innecesariamente, inmerecidamente se asocia en ocasiones la brevedad con la simpleza, por no decir con la inanidad significativa. Y nada más lejos de la realidad. ¿Acaso Nietzsche eligió el aforismo como fórmula literaria para eludir el pensar y el decir? Pensemos solo en la obra de Edmond Jabés para reparar en un ejemplo de altÃsima literatura. En ella hay una exposición permanente en favor de la brevedad, de la intensidad. Allà se valora incluso de una manera muy representativa el silencio entre palabras.
Ya hay ejemplos, de hecho, en nuestra literatura, pues allá por el siglo XVI se nos hacÃa una invitación implÃcita, debe entenderse, al uso de esta fórmula de claridad, brevedad, concisión. Fue Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua, cuando escribió: “solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dÃgolo cuanto más llanamente me es posibleâ€.
El caso de von Doderer es significativo por cuanto habiendo demostrado ya en su extensa obra Los demonios el dominio del lenguaje, de la palabra cultivada como creadora de un ambiente sutil y expresivo, ahora nos regala estos relatos, algunos de exquisita brevedad, que reciben y extienden el bien de su palabra culta, sugeridora, intensa… “Nuestra época†o “El amor†son ejemplos distinguidos de lo expresado aquÃ.
Entiéndase que lo breve no se queda en el aquà inmediato del lector, no elude sino, antes bien, va más allá de las pocas escasas palabras utilizadas (de ahà la necesidad de que éstas sean significativas), hayan sido bien elegidas. La brevedad, digamos supone, antes bien para el lector atento, una invitación, un desafÃo para ir más allá de lo expuesto con concisión, pues lo que el texto encierra suele ser una sugerencia, una invitación a la imaginación, a la utilidad de la inteligencia más especulativa.
El texto breve, cuando ha sido elaborado con sabidurÃa, viene a cumplir aquel aserto según el cual el lector se convierte en re-creador, esto es, lleva más allá, ahora desde sÃ, lo que el escritor ya ha expresado pero que ha de obtener su verdadera vida en la mente de cada uno de los lectores. Asà pues, la lectura de este libro, en el fondo, es un reto gozoso para que la realidad agrande sus lÃmites, que nos envuelva casi como una forma de amor.
Nadie, nadie que lea el texto final de este libro emocionante, refinado y embriagador podrá pensar, creo, sino positivamente por tener un regalo asà al alcance de la mano (y de todos sus sentidos).
“¿Se puede saber lo que pasó?â€. Ahora entra el lector.
Ricardo MartÃnez
www.ricardomartinez-conde.es
Pensemos que lo breve, referido al relato y probablemente a alguna suerte más del devenir vital, no implica necesariamente levedad en el mensaje actual, sino -tal vez- necesidad de transmitir el venidero.
Excelente informacion, gracias por compartir amigo.