Salvación, Mito y Literatura: «Sebastianismo e Quinto Imperio», de Fernando Pessoa

Sebastianismo e Quinto Imperio.
Fernando Pessoa
Edición de Jorge Uribe y Pedro Sepúlveda
Ática (Lisboa, 2011)

«Salvar um homem a um povo inteiro -como o poderá fazer, se esse povo inteiro não fizer por salvar-se- isto é, se esse povo inteiro não quizer ser salvo«. F. P.

“Não é de fora, é de dentro que apparecerá D. Sebastião”. F.P.

Son muchos los elogios que merece la edición de los textos sobre Sebastianismo e Quinto Imperio que al cuidado de Jorge Uribe y Pedro Sepúlveda se publicaron hace ya un año. Será, no cabe duda, la publicación canónica sobre el asunto por la claridad, la completitud de lo recopilado, el rigor filológico y sobre todo, desde mi punto de vista, tanto por el acierto en la secuencia seguida en la presentación de los textos según las vertientes temáticas como por la calidad de la introducción.

En ocasiones la escritura se inscribe en la ligazón entre el destino del escritor y el destino del país: “Fernando Pessoa consideró que su propio destino como figura de relevancia de la literatura universal estaba íntimamente ligado al lugar donde nación y a la lengua en la cual decidió escribir la mayor parte de su obra” (p. 11). La aceptación de que la patria ideal o ideada, comprendida como ficción histórica, como identidad construida o reconstruida supone una apropiación o conquista del futuro que está, como apuntamos, ligada a la construcción y autoreconocimiento del sujeto:  “Para Pessoa, la creación de una patria ideal, que se separa de la realidad concreta y se centra en su potencialidad, implica una proyección en el futuro, en el cual la relación entre el sujeto y el lugar estaría definitivamente consolidada” (p. 11). Del diálogo entre la patria real y la imaginada nace el trabajo literario que está presente en el tuétano identitario de la nación: “De esta fragmentación entre la patria concreta y la deseada resulta su recreación mítica a través del trabajo literario” (p. 12).

La aceptación del poeta como creador de mitos (“Deseo de ser un creador de mitos que es el misterio más alto que puede obrar alguien la humanidad”), entre ellos el del propio autor y el del país, está presente en el quehacer más elevado propio del oficio. El contraste entre lo real y lo ideal (“construcción de una figura y de un lugar míticos, que difieren del sujeto y de la patria real” p. 13), el diálogo interpenetrado de estos dos grandes instintos (Algo que por otro lado Pessoa reconoce en Ibéria como lo propio de los pueblos ibéricos y que es la esencia del Quijotismo y el Saudosismo), está en la base de este quehacer mítico, de esta actividad esencial y fundacional del poeta que me gusta llamar “refundación mítica de la existencia”.

Muy atinada parece también la sugerencia que nos ofrecen sobre la “noción pragmática de la verdad” que Pessoa muestra en estos escritos:

“La labor del poeta pasa por la apropiación de elementos a los que confiere a través de su escritura un valor de verdad: “Na eterna mentira de todos os deuses, só os deuses todos são verdade”. En esta apropiación de la realidad a través del lenguaje, la responsabilidad del artista se revela en la voluntad de escribir una obra literaria de dimensión nacional y, en este recorrido, el vínculo con la nación depende de la posibilidad de crear un puente mítico entre sí mismo y su patria” (p. 37).

La realidad se conquista a través del lenguaje, en efecto, pero siempre desde la aceptación del carácter metafórico del mismo y de la toma de conciencia de la verdad que puede contener la ficción del mismo. La aceptación de la utilidad de la ficción, del contenido mitológico está en la raíz del pensar mítico pessoano. Es esta una concepción pragmática de la verdad y la mentira muy próxima a la expuesta por Nietzsche en Sobre Verdad y Mentira en sentido extramoral. Lo dice con claridad Pessoa en estos textos:

“Hay sólo una especie de propaganda con que se puede levantar la moral de una nación –la construcción o renovación y la difusión consecuente y plurimorfa, de un gran mito nacional. De manera instintiva la humanidad odia la verdad, porque sabe, de la misma manera instintiva, que no hay verdad, o que la verdad es inalcanzable. El mundo se guía por mentiras; quien quiera despertarlo o guiarlo tendrá que mentirle delirantemente, e lo hará con mayor éxito cuanto más se mienta a sí mismo y se compenetre con la verdad de la mentira que creó” (p. 38).

La dimensión aceptada del fingir, de la verdad subyacente en la mentira de la ficción de la identidad propia y nacional está en el tuétano metafísico de toda la estética pessoana.

Esto nos recuerda las palabras de Nietzsche: “El poeta que miente, a sabiendas, voluntariamente, es el único que puede decir la verdad”. La verdad propia del pensar mítico que está en el seno del proyecto estético pessoano, es una verdad mediada por la ficción de la propia identidad y de la propia identidad de Portugal como máscara de los ideales y deseos de un imperialismo literario donde la creación de  cultura (“crear creadores”) y la existencia literaria se impongan sobre la falta de imaginación y el exceso de realismo. Todo Imperialismo pues, y especialmente el de la Literatura, aparece así, como conquista del futuro. (“o mitho da grandeza futura” (p. 69) ). Usar el disfraz del pasado, del Encoberto, para conquistar el futuro.

En Pessoa la aceptación de la verdad de la mentira, la aceptación de la profunda dimensión evocadora y dadora de verdad de la ficción literaria, la conjugación de la volunta de ilusión y de la volunta de verdad, del romanticismo y el pragmatismo del lenguaje le otorgan un poder y una visión especialmente relevante. Acepta -en su carta a Sampaio Bruno– su atracción hacia el misterio (“sinto que me atrai o misterioso”), el carácter ligador propio del contenido religioso del mesianismo sebastianista (“una religião é um phenomeno ligador de almas” (p. 55), “a alma lusitana está gravida do divino” (p. 57) ) pero mostrando con claridad que el sebastianismo, el “nuevo” sebastianismo que defiende se desvincula de la interpretación literal (“interpretado litteralmente” (p. 74) ) y estática del mito:

“El defecto, la flaqueza, del sebastianismo tradicional reside, no en él mismo, sino en la deficiencia y la flaqueza de sus intérpretes. Ignorantes, decadentes, enseñados a creer por el espíritu católico, esperaban de fuera, al Encubierto, esperaban inertes la salvación externa” (p. 72).

No hay mesías, dice Pessoa en un fragmento sumamente actual:

“No hay hombres salvadores. No hay Mesías. Lo máximo que un gran hombre puede ser es un estimulador de almas, un despertador de energías ajenas. Salvar un hombre a un pueblo entero –cómo podrá hacerlo, si ese pueblo no hace nada por salvarse-, es decir, si ese pueblo no quiere ser salvado? “Obra tu propia salvación” dice S. Paulo, y el gran hombre es aquél que más profundamente obliga a cada alma a obrar su propia salvación” (p. 73).

El estimulador de almas, el verdadero mesías será aquél que contagie la voluntad de salvación a cada alma ajena. Salvarse por el espíritu, por el propio espíritu, por la interioridad. ¿Cómo obrar tu propia salvación sin salvar a los otros?  ¿La heteronimia es una manera de salvar a lo otro y los otros? ¿Es la literatura, y la fragmentación almática la única manera de salvar y de salvarse? ¿Salvó o quiso salvar Pessoa, a su pueblo, salvándose a sí mismo (queriendo salvarse a sí mismo)?

Creo que es sensato responder sí a estas preguntas.

Pero, ¿cómo salvar a un pueblo que no quiere ser salvado? Esta es la gran pregunta que hoy, más que nunca, se cierne sobre nosotros y sobre el misterio de un alma plural. ¿Cómo se ligan las almas de los habitantes de un país? ¿Qué me une al otro? ¿Puedo salvarme sin salvar al otro? Esta es la pregunta esencial de la literatura y también accidentalmente de la ética, esa disciplina que no debería decir nada a la literatura pero que a veces parece pedirle ayuda.

Quizá el mesianismo, lejos del componente esotérico y  religioso, que es superficial sin serlo (“la vida es apariencia verdadera” nos dijo Borges), envuelve la gran cuestión sobre la ligazón del puñado de almas de un pueblo. El enigma sobre la conjugación de la salvación propia y de lo otro y los otros que acaba por ser el gran enigma de donde nace el hombre enfrentado al espejo de la historia y el destino, cosiendo la pregunta esencial, el enigma fundacional sobre el que nacen el mito, la literatura y la política. Este es el “sebastianismo racional” de Fernando Pessoa, y de ahí su actualidad:

No hay mesías si no hay cultura. No hay país si no hay creadores. D. Sebastião sólo aparecerá dentro de nosotros. “Creêmos creadores” y salvémonos.

Pablo Javier Pérez López
http://elrostroperdido.wordpress.com

Pablo Javier Pérez López

Pablo Javier Pérez López (Valladolid,1983). Doctor en Filosofía. Autor del libro 'Poesía, Ontología, y Tragedia en Fernando Pessoa' (Manuscritos, Madrid, 2012), coeditor de 'Viajes, literatura y pensamiento' (Uva, 2009) y 'El pensar poético de Fernando Pessoa' (Manuscritos, Madrid, 2010). Ha editado junto a Jerónimo Pizarro 'Ibéria Introdução a um Imperialismo Futuro', de Fernando Pessoa, (Ática, Lisboa, 2012). Infancia, pensar poético, voluntad de ilusión, y la filosofía de la cultura portuguesa son hasta el momento sus temáticas habituales.

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