Foto: La Calders

Semana del libro argentino (IV)

Foto: La Calders
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Cuarta sesión: presentación de Los condenados de la pantalla, de Hito Steyerl. Con Marcelo Expósito (traductor) y María Ruido (videoartista).
Librería Calders

“Esto es aquí y ahora.”
María Ruido

Una gallega y un manchego presentaron ayer un libro de una autora alemana de ascendencia japonesa. ¿Semana del libro argentino? Sí: presentaban uno de los cuatro volúmenes que, de momento, integran la colección Futuros próximos de la editorial bonaerense La Caja Negra.

El libro en cuestión, Los condenados de la pantalla, reúne una colección de textos de la artista Hito Steyerl, estudiosa de la información que se transmite y, por lo tanto, acaba generándose en gran medida, a través de las imágenes. Una de las líneas de estudio de Steyerl es cómo al cambiar tanto como han cambiado en los últimos años los canales de producción y distribución de imágenes, ha cambiado también el imaginario colectivo y hasta la manera de relacionarse con éste, de reaccionar ante éste también. Digamos que ayer, entonces, fue la sesión más especializada de esta semana del libro argentino. O más dedicada, al menos de entrada, a un público especializado.

Suelen pasar varias cosas cuando se programa un acto de este tipo. Una, bastante agradecida, es que el público, al acabar la presentación, se apunta rápidamente a debatir ideas que se han ido mencionando, porque suelen ser las ideas con las que ellos mismos trabajan, a las que les dedican lecturas, jornadas de documentación y sesiones de reflexión. Y eso fue justo lo que pasó ayer. Se debatió sobre las consecuencias del bombardeo de información sobre el público receptor; se habló de posibles revoluciones, de grandes cambios que han estallado o podrían estar en proceso de estallar como consecuencia directa de la simple exposición a las pantallas transmisoras. Alguien, desde el público, apuntó que, sin embargo, últimamente cuando se habla de revoluciones que empiezan en las redes, se obvia la cuestión del dolor, del sacrificio, que suele acompañar a cada cambio. Y ahí enmudecieron un poco todos.

Y también ahí, ésta que escribe, encontró un hilo que parece ir hilvanando sesión con sesión de la semana argentina: los ilustradores del martes diciendo que los artistas son los primeros en llegar a las cosas sin entrar a considerar el coste material que conlleva llegar a las cosas físicamente (”los Lumiére fueron los primeros en llegar a la luna”, se dijo en aquella sesión); Samoilovich, el miércoles, preguntando a gritos por la perrita Laika (y el coro quedándose con la conquista del espacio, no queriendo darle razón del sacrificio animal); y ayer, el jueves, los estudiosos del arte teorizando sobre la revolución, no queriendo fijarse del todo en los desaparecidos que ésta conlleva (de los que, sin embargo, habla Steyerl en su libro también). Podría concluirse que artistas, coro y teóricos son los primeros en llegar, sí: tienen razón, pero ahí quedaría la cosa si la masa no acabara entrando en acción: mojándose, desapareciendo y hasta muriendo al final.

¿No les gusta esta conclusión? Pues no me marquen el ‘like’.

Otra cosa que pasó ayer fue que entre el público había una persona que no sabía nada del tema que se estaba tratando allá. Que había venido a la librería por otros motivos y que ni siquiera sabía que aquella presentación estaba programada. Corrió a comprar el libro cuando acabaron de hablar. María Ruido hizo una presentación espectacular: vayan a escucharla siempre, siempre que la vean programada por ahí.

La caja negra
La caja negra

La coletilla de la librera:
“El libro que te habrías comprado hoy seguro si hubieras venido”.

Isabel Sucunza

Isabel Sucunza (Pamplona, 1972). Vivió en Navarra hasta finales de los 90, cuando se le acabó el chollo de estudiar y decidió buscarse un trabajo en Barcelona. Lo encontró en la redacción de la Guía del ocio. Trabajar allá durante cinco años supuso una especie de segunda carrera sobre qué se cocía en la ciudad. Pasó después por BTV y TV3 como miembro del equipo de los programas 'Saló de lectura' y 'L'hora del lector', y aquello fue como una especie de tercera carrera sobre qué se cocía en los libros. En los últimos dos años ha publicado un libro suyo ("La tienda y la vida". Blackie Books) y ha colaborado en la publicación de unos cuantos libros de otros en Navona Editorial.

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