Ricardo MartÃnez Llorca se enfrentó en 2015 a la frontera de los 50 años de un modo excepcional. Pocas personas de 50 años tienen razones para sentirse viejas; el autor de esta confesión, de estas memorias, sÃ. Además de exponernos el dolor de un vejez prematura, de una tortura fÃsica peor que la de una extrema vejez, este libro nos pone a dialogar con la pérdida en casi cada página. Es pues un libro sobre el dolor y sobre el duelo: el dolor que MartÃnez ha combatido toda su vida, debido a los efectos de una dolencia cardÃaca grave; y el duelo por la muerte de su hermano pequeño, David, su hermano más querido, en los Alpes hace muchos años.
De hecho vamos leyendo el libro creyendo que veremos satisfecho el suspense gracias al relato de esa muerte omnipresente, pero descubrimos después que no, y también por qué no. MartÃnez Llorca contó esa historia en otro libro titulado Tan alto el silencio, su primer libro, escrito hace veinte años.
He escrito dolor, duelo y pérdida al buscar las “etiquetas†de esta obra, pero se impone una que las supera a todas: soledad. La soledad es el estado, efecto de esa enfermedad del corazón que acompaña al autor desde su útero, que le apartó el primer dÃa de vida del resto de la Humanidad. Crece el niño Ricardo sin saber que está enfermo, y no comprende por qué se derrumba, con las pulsaciones disparadas y fuego en el cuerpo, cuando acaba de empezar a correr con sus compañeros de colegio para cumplir un castigo. Mientras los demás saltan y rÃen, él se esconde para soportar mejor su humillación. No poder seguir el ritmo de los demás, pero asumir a la vez la sentencia paterna de que no está enfermo, parece resolverse en una voluntad de hierro de MartÃnez, que se ha empeñado siempre en forzarse hasta el lÃmite y llevar una vida de deportista mucho más intensa que la de la mayorÃa de la gente sin problemas de corazón: ser un solvente escalador, por ejemplo. Pero entre su lucha fÃsica y la normalidad de los compañeros que superan con menos esfuerzo las mismas metas y mayores, el autor descubre de bien joven cómo cultivar su soledad. La literatura. Por eso Luz en las grietas nos ofrece una confesión de escritor: qué libros y qué autores han nutrido y acompañado al profesor de dibujo, al viajero y aventurero, al escalador y escritor que es MartÃnez Llorca.
En las primera páginas descubrimos ya a un autor con mucho fondo, que ha vivido y reposado sus experiencias, que tiene derecho a afirma que “un álbum de fotografÃas es más solido que el cuerpoâ€. Y en seguida leemos estas sabias palabras: “tengo la suerte de seguir soñando con las montañasâ€, dice sabiendo que sólo se puede soñar lo que no se puede conseguir. La montaña ha sido la salvación de este escritor, porque representa la belleza, “la única forma de combatir el malâ€, la luz y el frÃo, “la quÃmica que me ha sostenidoâ€.
Hay no pocos momentos impactantes en la historia que nos cuenta Ricardo. Desde el primero de ellos, uno ya ha comprobado que su escritura es ambiciosa, sólida, y que dispone de un bagaje y un paladar exquisitos. Homero, por ejemplo, resuena cuando se menciona “el deseo de heredar la armadura del ser queridoâ€. Ãyax hereda la de Aquiles y Ricardo emula la ropa de montaña de su hermano David. En el alma de este libro, está el trauma de saber que no puedes defender a tu hermano de los matones del colegio, por culpa de tu debilidad, como no pudo Scottie Ferguson salvar a Madeleine en Vértigo por su acrofobia. Ricardo no pudo estar cerca de su hermano en el momento del accidente que le costó la vida, pero la lectura de este libro nos depara una segunda oportunidad. Un personaje de Conrad es definido al principio como el mayor héroe de la historia de la literatura, el Ransome de La lÃnea de sombra, el débil de la tripulación, que afirma “he tenido siempre un miedo horrible a mi corazón, capitánâ€. La gesta de Ransome, alma gemela de Ricardo, alienta la vocación de supervivencia de la admirable vida del autor de la Luz en las grietas.
Esta es la clase de obra que nos hace más humanos, porque nos da a conocer el dolor de otros. Es dura, hermosa, reveladora. Valiente: el autor llora el desamparo familiar. Y aunque con solo 50 años dice haber renunciado al éxito literario, Luz en las grietas deberÃa alcanzar a muchos miles de lectores.