Criaturas abisales. Marina Perezagua
Libros del Lince (Barcelona, 2011)
No suelo hacer mucho caso a las portadas de los libros. DeberÃan ser anexos a la obra, imágenes que compusieran un ingrediente más en la búsqueda de una totalidad. La de Criaturas abisales de Marina Perezagua (Sevilla, 1978) bien podrÃa ser una metáfora de su autora enfrentándose al reto de regalarnos una compilación de relatos tan heterodoxos como originales, y recalco la importancia de este vocablo que en nuestros tiempos se usa en demasÃa.
La chica de la cubierta mira al horizonte dubitativa, se agarra a una rama, carga con un petate y sostiene en la mano derecha una honda con la que disparará sus piedras en forma de texto. La narradora andaluza presenta una ópera prima en la que ya se advierten determinadas señas de identidad, desde la obsesión por determinadas temáticas hasta el gusto por espacios y situaciones que anuncian una conciencia muy fuerte de alienación y un gusto más que evidente por un erotismo anómalo que remite a la palabra que sintetiza el manuscrito editado por Libros del Lince: fantasÃa.
FantasÃa que por otra parte ya detectamos en el primero de los relatos. En «Lengua foránea» todos y cada uno de los elementos mencionados en el párrafo anterior aparecen en mayor o menor medida. El avión como lugar de transito, una lengua despistada y lasciva despegada de un cuerpo exhibe la sexualidad medio surrealista y finalmente el horror de la revelación hace el resto. Si siguiera por estos derroteros destrozarÃa la lectura, y ese no es mi objetivo, por lo que reorientamos esta crÃtica para que todos entendáis por donde quiero ir.
Otra caracterÃstica importante de Criaturas abisaleses un sentimiento de renuncia que abarca múltiples ámbitos. El caso más claro lo tenemos en «Gabrielle», donde Perezagua renuncia a su inteligente y fluida prosa para adoptar una estructura epistolar donde el silencio absoluto del destinatario anuncia la tragedia del abandono y la soledad de una madre enloquecida en plenas vacaciones con un cuadro a cuestas y unas actitudes muy poco pudorosas que, como mÃnimo, enervan a sus cuidadores. En «El testamento» la locura preludio del desahucio emocional se manifiesta en dos sÃlabas. ‘Mamá’ es lo que quieren escuchar todas las mujeres con hijos, y tal placer no llega a quien lo requiere, sino a una abuela cochambrosa que reside con un matrimonio americano ejemplar hasta que las cosas se tuercen y el artefacto explota con sus golpes de efecto, muy presentes en un volumen donde advertimos una habilidad especial de la narradora para hilvanar sus tramas con una lógica ilógica que termina dando una vuelta de tuerca en las últimas lÃneas.
Poco más podemos decir. Marina Perezagua debuta en el mundo de las letras con un estruendo que no se estila, sin mucho ruido de fondo y sà mucho discurso que emana directamente del texto, como deberÃa ser cuando hablamos de obras que apuntan a una dirección y permiten vislumbrar una trayectoria. De momento la primera piedra indica un edificio robusto con la capacidad de gustar más allá de las fronteras clásicas de quienes siguen la actualidad literaria. Eso es un valor que nos puede transportar con las palabras por el metro, una plácida tarde veraniego y hasta por la misma existencia. Y no es poco.