El siguiente texto ha servido de prólogo para el volumen de relatos En el reino del Sol Moribundo, de Javier Farfán Cedrón, publicado por la editorial Magreb (Lima, Perú, 2011).
**************
No es del todo la apariencia de lo visible el leitmotiv de estos doce relatos que componen el volumen En el reino del Sol moribundo, ni un trasnochado aferrarse a una realidad urbana tangible, espacio regional, ni, principalmente, personal.
Estos espacios narrativos están más concentrados en esa forma de diálogo de los seres de un relato universal que se ven tal y como son; tal es la apariencia de la escena que a diario nos niega o devuelve al sueño de los justos.
Más que de sensaciones de lo inasible —como en esos momentos de niebla en que el conductor de un auto se abisma a reinos inesperados e intempestivos, que como rumbo, toma el último momento—, trama el problema existencial que urden sus personajes que apenas delinean su presencia. Seres sin identidad como para ser reconocidos por un sistema, dados al cÃclico y espantoso hecho rutinario de pasar los dÃas con una desazón manifiesta en el pesimismo con el que se desenvuelven a lo largo de sus historias; héroes sin nombre, descubridores de penumbras y silencios.
Un desencantado personaje hipersensible recorre sus páginas como queriendo develar espectros moviéndose en esa confabulación lechosa de principios de la mañana, cuando los pasos de un corredor nos llevan por esa senda por la cual hay que trotar por el hecho de trotar, sin ningún fin previsto; sin más.
Aquél nihilista exiliado en las páginas de un Nietszche, Kundera, Kazantzakis, Henry Miller, Hemingway, cuyas puntas del iceberg de las historias aquà maquinadas, flotan en la tranquilidad de una habitación sureña que da al mar, frente a una casa que en la noche desoye los gritos de una mujer golpeada por su marido celoso. Mia, la minina, no desaparece de la ventana, vigilante. El decisivo suicida deja una nota en la guantera antes de arrojarse, lerdo y trasnochado, al pozo que lo aguaita oscuro a lo lejos. Mar rugiente, sÃmbolo de la sabidurÃa. Ya no encuentra aquél estudiante extranjero la consoladora esencia de las penurias dejadas al costado de los vasos vacÃos de cerveza en pubs de nombres desoladores. Y quizá ahà resida el problema existencial de ése narrador que busca desahogarse en un grito pavoroso, la tierna aspereza del ser que sólo es, sin estar en lado alguno.
En el reino del Sol moribundo es una auto búsqueda y es también la fotografÃa del sacrificio de viajar con la ansiedad de un conductor perseguido, herido mortalmente, quien escapa y agoniza al timón antes de colapsar contra la pared para romper la frontera final del ser. Búsqueda de identidad en un mundo perdido; frontispicio escénico en contrapunto que el maquinador de este volumen encontró vagando por algún libro, no importa que sea propio o ajeno y que da la última estocada, cortando carne y hueso en los inventados lectores.
Jack Farfán Cedrón, Cajamarca, junio de 2009.
http://elaguiladezaratustra.blogspot.com