El arte de la guerra en el mundo antiguo.
Victor Davis Hanson, ed.
Traducción de Silvia Furió
CrÃtica (Barcelona, 2012)
La guerra mueve. Y conmueve. En uno u otro caso, y a la vez, su protagonista trágico es el hombre. ¿Por qué, se ha planteado en algún momento dentro de los perÃodos de lucidez o Ilustración en cada siglo, el hombre ha sometido -se ha sometido a sà propio- a tal vergüenza, a tal ejercicio de destrucción?
Digamos, con todo, que una cosa es la consideración de la guerra como mal implÃcito para el hombre y otra bien distinta su realidad histórica dentro del devenir social. Por cierto, si es verdad, según cálculos recientes, que el número de hombres que ha habido hasta hoy en la faz de la tierra se aproxima a los 107 mil millones, ¿cuántos de ellos se habrán librado de las cruentas guerras que narran las historias? Bienaventurados ellos, pues, como ha dicho el sabio, ‘en la guerra, en toda guerra, solo hay perdedores’.
La realidad histórica de la guerra (más especÃficamente, “De las guerras persas a la caÃda de Romaâ€) es lo que trata de recoger aquà el profesor Hanson en su condición de autor-editor. Aparecen acogidos asà en sus páginas estudios relativos a la figura de Alejando Magno y TucÃdedes, Julio Cesar y Epaminondas, pero también apartados tan singulares y esclarecedores como ‘La guerra urbana en el mundo griego clásico’ o ‘Guerras de esclavos en Grecia y Roma’.
Dentro del texto, los distintos apartados no son sino reseñas que confirman el mosaico guerrero del perÃodo citado. La escritura es clara, el lenguaje preciso. Se hace fácil a la lectura, lejos de pesadas reconsideraciones academicistas, y no deja de sorprender el comentario clarividente a propósito de alguna circunstancia histórica muy elocuente. Asà cuando leemos, en la p. 224: “Cruzar el Rubicón era señal del fracaso polÃtico de César. Era una apuesta arriesgada, de ahà su famoso comentario, ‘la suerte está echada’ HabrÃa sido mejor regresar pacÃficamente, avanzando sin problemas hacia un segundo consulado y después hacia un nuevo mando provincial, que le hubiera protegido contra un procesamientoâ€.
Claro que eso tienen las guerras: su implÃcito riesgo; su implÃcito error. De algún modo lo expresó Tua Forsström cuando escribió: “El que vuelve es siempre otroâ€.
Ricardo MartÃnez
www.ricardomartinez-conde.es