Seguramente lo hizo para burlarse de sus propios demonios, pero dio en el clavo una y otra vez radiografiando el mayor miedo de cualquier ser humano, que todo en lo que se basa su vida sea una patraña, lo que equivale a no ser. Philip K. Dick ha dejado rastros de sus ideas por toda la literatura y, sobre todo, la cinematografÃa fantástica posteriores, al margen de que se autocopiase sin parar. Además, parece que los viejos miedos de la guerra frÃa vuelven a resurgir (igual que al final de los años 30), gracias al apocalipsis económico -que no empezó ayer- y a una especie de sensación general de agotamiento sociocultural. Desde Matrix hasta La isla (un mejunje de historias de Dick), e incluso toda la saga Bourne, pasando por otras como Cold Souls, Stranger than Fiction (que además de venir a cuento se inspira claramente en Niebla, de Unamuno, una novela realmente precursora), Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Cypher, Nivel 13 (que se basa en una novela de Galouye que es una variación de la idea de partida de Tiempo desarticulado), Moon… Y asà podrÃamos seguir un largo rato, pero no se trata de hacer una lista exhaustiva porque me es imposible ver todas las pelÃculas que se estrenan y no digamos ya leer todo lo se publica. Lo comento en realidad para que quede claro que es un tema capital y, por tanto, trilladÃsimo; con el que es muy fácil caer en la previsible monotonÃa -por no llamarlo plagio inconsciente-.
Colin Farrell en un fotograma de «Total Recall» (Sony Pictures)
Nació en septiembre de 1984 de manera esperada, estudió desde chiquito con los salesianos, salió de allà y acabó licenciándose en SociologÃa, a la que no se dedica. Luego estudió otras cosas y ahora realiza trabajos de lo más variopintos, va complusivamente al cine y tiende a escribir por la noche.