Después de que la mayorÃa de editores rechazaran su obra durante décadas, Charles Bukowski comenzó a disfrutar de una acogida paulatina en la escena alternativa estadounidense a comienzos de la década de los sesenta; a finales de la misma, una nueva generación de editores y autores en ciernes ya lo consideraban una figura de culto y un lÃder espiritual. 1969 serÃa un año clave en su carrera, tal vez el más importante del perÃodo, y un punto de inflexión indiscutible en su vida. Ese año, la incesante producción literaria de Bukowski asà como las eternas ansias de publicidad, plasmadas en primer lugar en la infinidad de revistas independientes y periódicos underground que dieron a conocer su obra durante el accidentado viaje por las agitadas aguas de la revolución de los sesenta, se vieron finalmente recompensadas con la aparición de cuatro antologÃas de poesÃa y prosa que recogÃan su mejores composiciones hasta la fecha.
Ese anhelo de reconocimiento también recibió un, para muchos, merecido premio en 1969 con la publicación de estudios crÃticos y bibliografÃas de su obra, asà como con la adquisición de sus archivos personales por parte de la universidad de Santa Barbara (California). Asimismo, gozó de enorme popularidad en el extranjero, sobre todo en Alemania. Su agente, Carl Weissner, abordó las primeras traducciones de la prosa al alemán, las cuales darÃan como fruto unas ventas nada desdeñables en los años venideros y que se le comparase con una estrella de rock en medios tan prestigiosos como Der Spiegel. Alentado por la innegable fama en los cÃrculos underground y la promesa de un cheque de cien dólares mensuales vitalicio por parte de John Martin, su editor de toda la vida, Bukowski dejó el trabajo de cartero en enero de 1970 con la intención de cumplir uno de sus mayores sueños: consagrarse en cuerpo y alma a la escritura y ganarse la vida, única y exclusivamente, con su producción literaria.
Sin embargo, esos inequÃvocos indicios de popularidad y reconocimiento no trastocaron su naturaleza prolÃfica, mastodóntica e incombustible donde las haya, fruto de una disciplina incontrovertiblemente germana, ya que bombardeó las revistas y los periódicos underground con brÃo renovado. Sin duda animado por la entusiasta acogida de la columnas tituladas Notes of a Dirty Old Man (Escritos de un viejo indecente) que habÃan aparecido en Open City o National Underground Review en 1967-1968, muchas de ellas con un claro cariz sexual, Bukowski comenzó a explorar ese terreno con celo y dedicación inusitados en 1969 y envió numerosas columnas cargadas de sexo explÃcito a varios periódicos. Algunas de ellas eran descaradamente pornográficas; la primera entrega de las Notes publicada en agosto de 1969 en The New York Review of Sex and Politics comenzaba de esta guisa: “Barney se la metió por el culo mientras ella me la chupabaâ€. La misma columna apareció de forma casi simultánea en Berkeley Tribe y en Nola Express ese mismo mes y también se publicó, con numerosos cambios, a finales de 1970 en Candid Press, un diario sensacionalista erótico. Otras dos entregas de las Notes, repletas de escenas truculentas y sexuales, verÃan la luz en 1969 en The New York Review of Sex and Politics. Mientras que a John Martin, editor de Black Sparrow Press, no parecÃa interesarle en absoluto ese material gráfico, Lawrence Ferlinghetti, propietario de City Lights, dedujo con acierto que muchos lectores seguÃan con avidez esas columnas semanales, tal y como demuestran las distintas publicaciones, y recopiló las tres Notes en 1972 en Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary Madness [Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones].
A Bukowski no le atraÃa en especial la ideologÃa de la prensa underground. En una entrevista de 1975 aseguró que la dirigÃan “personas solitarias que querÃan hacer vida social mientras preparaban el periódico. Se hicieron de izquierdas y liberales porque era lo que estaba de moda entre los jóvenesâ€. Por lo tanto, aparte de satisfacer su sed de publicidad, las motivaciones económicas son las que explican su presencia en varias publicaciones periódicas underground. Si bien cobraba poco por las Notes impresas en Open City, Nola Express y The New York Review of Sex and Politics (10, 20 y 25 dólares por entrega, respectivamente), tales sumas superaban con creces el exiguo pago (ejemplares para el colaborador) que las revistas alternativas enviaban a Bukowski. Además, la misma columna le reportaba pingües beneficios ya que aparecÃa, con cambios menores, en distintos periódicos. Revistas eróticas como Fling reutilizaron en 1970 y 1971 varias Notes publicadas con anterioridad en Open City, por las que Bukowski cobró 60 dólares por número. Años después, recordarÃa esa costumbre en un relato:
“Me pagaban 375 dólares por un cuento de mete-saca y luego me preguntaban si podÃan publicarlo de nuevo en un periodicucho de tres al cuarto por 75 ó 50 dólares, y yo les decÃa que a mà me parecÃa perfectoâ€.
Ya en abril de 1969, Bukowski habÃa enviado varios cuentos a revistas de gran tirada y enfoque sexual: The Birth, Life, and Death of an Underground Newspaper apareció en el número de septiembre de 1969 de Evergreen Review, mientras que Playboy rechazó The Night Nobody Believed I Was Allen Ginsberg, que Berkeley Tribe publicó ese mismo mes y que City Lights recopiló en Portions from a Wine-Stained Notebook [Fragmentos de un cuaderno manchado de vino] (2008).
A pesar de la negativa de Playboy, a comienzos de 1970 Bukowski envió otro cuento a la revista, una cruenta historia sobre canibalismo, tal y como relató a su bibliógrafo, Sanford Dorbin:
“He mandado [Christ with Barbecue Sauce] a Playboy. Un cuento salvaje, brutal, con mucho ritmo. Me hizo pensar que no habÃa perdido facultades. Pero no lo aceptarán. Sólo les va el estilo sofisticado y pausado como el de New Yorkerâ€.
Tal y como habÃa vaticinado, Playboy rechazó el cuento, aunque apareció en Candid Press en diciembre de 1970 con el tÃtulo más bien anodino de Uno de… fantasÃa, y cuatro décadas después City Lights lo incluyó en Absence of the Hero [Ausencia del héroe] (2010). Como colofón, Playboy, tal vez en un intento por reconocer de una vez por todas la talla de Bukowski como escritor, publicó uno de sus ensayos en marzo de 2010. Paradójicamente, el ensayo, titulado The House of Horrors (redactado en 1971 e inédito hasta la fecha), era todo menos un “cuento brutal†que bien podrÃa encajar en la categorÃa estilÃstica que Bukowski tanto denigrase en 1970.
En cualquier caso, Bukowski pronto se percató de que las revistas porno o de chicas desnudas eran el medio idóneo para su material más explÃcito y, además, las sumas que cobraba por cada colaboración eran demasiado tentadoras como para obviarlas. Por ejemplo, The Fiend y The Copulating Mermaid of Venice, California, dos relatos polémicos escritos en el verano de 1969, aparecerÃan en Adam (febrero 1970) y en Knight (enero 1970), respectivamente. Bukowski explicó a Weissner que habÃa redactado el segundo de los cuentos en apenas 45 minutos y que “una revista porno me ha dicho que me dará 150 dólaresâ€. Su caché se duplicarÃa en tiempo récord; recibió un cheque de 275 dólares por The Poor Fish, impreso en julio de 1970 en Adam, y que luego incluirÃa, con cambios menores, en su primera novela, Post Office [Cartero] (1971). Bukowski explotarÃa con ahÃnco ese nuevo filón; no sólo envió relatos a varias publicaciones eróticas en 1970, sino que también, sabedor de la excelente acogida de las Notes publicadas en Open City y otros periódicos underground, creó nuevas columnas expresamente para esas revistas: Al menos cuatro Bukowski Bitches aparecieron en Candid Press en 1970 y cinco Hairy Fist Tales agraciaron las páginas de Fling en 1971.
A pesar del entusiasmo con el que Bukowski se sumergió en los circuitos eróticos y pornográficos, la mayorÃa de los relatos eran mediocres desde un punto de vista literario y, según el biógrafo Howard Sounes, estaban “mucho menos conseguidos que los publicados por Black Sparrow Pressâ€. El mismo Bukowski lo admitirÃa en una entrevista de 1970 en la que aseguró que la ficción que habÃa enviado a Candid Press era “un mero encargo, ni más ni menos†o, en una carta sin fechar a John Martin, reconoció que “los cuentos no [estaban] muy logradosâ€. En la misma misiva a Martin, como si tratara de justificar el carácter irregular de esas columnas, calificó a Candid Press de “periódico de mierdaâ€, como si no fuese merecedor de sus mejores relatos. Sin embargo, Bukowski era perfectamente consciente de que el diario sensacionalista contaba con un gran número de lectores; tal y como Bill Sloan apuntara,
“[Candid Press] era un periódico llamativo y cachondo, el único diario popular impreso en un rosa pasión con un contenido a juego … A diferencia de la mayorÃa de los diarios sensacionalistas, CP poseÃa una considerable lista de suscripción por correo, con lo cual muchos de sus fieles lectores evitaban la comprometedora situación de que les viesen comprándolo en un espacio públicoâ€.
Con toda seguridad, para Bukowski no eran más que detalles nimios que quedaban eclipsados por la publicidad que tanto ansiaba. Ese reconocimiento incipiente, junto con el estÃmulo económico procedente de los mejores postores del mundillo erótico, dio pie a que a comienzos de los setenta se definiese en tono socarrón como “un putón literarioâ€.
Si bien los relatos enviados a las revistas de chicas desnudas tenÃan un claro componente sexual, Bukowski consideraba que el sexo no era la fuerza motriz de los mismos. En una entrevista publicada en 1975 en Northwest Review, hizo hincapié en que su obra no era únicamente de carácter sexual:
“Escribà cuentos porno para las revistas porno, que entonces pagaban muy bien … IncluÃa sexo, pero también una narración, aunque sólo fuera por placer personal. Me decÃa, vale, quieren sexo, pero les tomaré el pelo … Aunque hay sexo en esos cuentos, verás que no es el motor principalâ€.
Es más, en otra entrevista de 1975, Bukowski aseveró que sus relatos no eran guarros, a pesar de haberlos calificado como tales en 1971 en The Silver Christ of Santa Fe o de que popularmente se le conociese como el viejo verde de la escena underground:
“Un cuento guarro es muy aburrido. Si te molestas en leer alguno, bueno, ya sabes, dicen ‘el tÃo sacó la polla; medÃa veinte centÃmetros y estaba bien tiesa, y ella se abrió de piernas…’ Eso es un cuento guarro, y es aburrido, asà que dirÃa que no escribo cuentos guarrosâ€.
Sea como fuere, Bukowski reconoció que las publicaciones eróticas resultaban más que tentadoras:
“Las revistas porno eran una válvula de escape perfecta: decÃas lo que te daba la gana y, cuanto más directo, mejor. Por fin, sencillez y libertad entre las fotos relucientes de coños en primer planoâ€, concluyó con ironÃa a comienzos de los noventa.
Paradójicamente, a pesar de esa supuesta libertad, en ocasiones los editores de las revistas pornográficas rechazaban su obra por motivos absurdos, tal y como Bukowski rememorase de forma cómica en el poema My Worst Rejection Slip, en el que el director de una revista erótica le reprende:
“ ‘óyeme bien, Bukowski, eres un
buen escritor pero ¡jamás vuelvas
a enviarnos un cuento
asÃ!
nadie se tira a
tantas mujeres
en un dÃa o en una noche
y un dÃa,
¡y mucho menos un vejestorio repelente
como tú!
tus cuentos anteriores
nos han
encantado
pero
por favor, por favor,
por favor,
no te pases
de la raya,
el lector
no se lo
creerá’.
…
bueno, releÃ
el cuento y me pareció
que los hechos
eran del todo
verÃdicosâ€.
En una entrevista concedida en 1987 Bukowski subrayó que el editor no aceptó el relato porque lo consideraba inviable desde un punto de vista estrictamente sexual:
“SolÃa escribir un buen cuento y luego metÃa sexo a saco. Funcionaba. Sólo me rechazaron uno porque ¡habÃa demasiado sexo! Vaya panda de quisquillosos. Bukowski, me escribió el editor, nadie se folla a tantas mujeres en una semana y mediaâ€.
Humor aparte, las revistas de chicas desnudas publicaron tanto los cuentos guarros como los más escabrosos y truculentos, como The Copulating Mermaid, una historia sobre necrofilia, o The Fiend, un relato inclemente y descarnado sobre pedofilia –The Hog, escrito en 1982, constituye una meritoria excepción. Los editores de High Times, Oui y Hustler, quienes siempre habÃan abanderado su obra, lo rechazaron de manera sistemática. Consideraron demasiado repugnante el hecho de que el protagonista del relato, un acaudalado que teme volverse impotente, obligue a una joven prostituta a ingerir el pene de un cerdo moribundo a punta de pistola mientras le chilla “o te tragas la bala o te tragas la polla†para asà alcanzar el orgasmo. Tal y como el editor de ficción de Hustler escribiera en la carta de negativa, “nos gusta tu obra y la respetamos … pero el tema es demasiado fuerte … no nos conviene publicar semejante dosis de brutalidad y violenciaâ€. No es de extrañar que el relato haya permanecido inédito hasta la fecha.
El reconocimiento y el éxito también tuvieron consecuencias desagradables, aunque no siempre imprevisibles. The Fiend, mencionado por primera vez en agosto de 1969 en una carta a Weissner, acabarÃa siendo un quebradero de cabeza para Bukowski durante décadas. Adam lo publicó en febrero de 1970 y posteriormente City Lights lo incluyó en Erections (1972). El relato describÃa con todo lujo de detalles cómo Martin Blanchard, de cuarenta y cinco años y quien se “habÃa casado dos veces, divorciado dos veces y arrejuntado muchas otrasâ€, abusaba de una menor. Según Sounes, se trataba de uno de los cuentos más «horripilantes» y “conseguidos†de todos cuantos Bukowski habÃa enviado a las revistas eróticas, e incluso aseguró que era “su obra más salvajeâ€. Por su parte, Barry Miles afirmó que el que estuviera escrito en primera persona “provocó mucha polémicaâ€. El relato, sin embargo, estaba en tercera persona y sólo ganó notoriedad después de que Hustler lo publicase de nuevo en noviembre de 1976 y reprodujese en el número siguiente una larga entrevista con Bukowski en la que básicamente se abordaba su postura respecto a la pedofilia.
En aquella entrevista, Bukowski no condenó de forma explÃcita la conducta del protagonista; más bien, se limitó a declarar que su intención habÃa sido la de hacerse pasar por un pedófilo: “No justifico la violación ni el asesinato, sólo trato de ponerme en el lugar del violador o del asesinoâ€. Al cabo de casi una década, la visión de Bukowski seguÃa siendo la misma, si bien enfatizaba su papel de observador de la naturaleza humana:
“Escribà un cuento desde el punto de vista de un violador que viola a una niñita. Me acusaron de todo. Me entrevistaron y me preguntaron, ‘¿Te gusta violar a menores?’, y yo les respondÃ, ‘Claro que no. FotografÃo la vida’â€, argumentó en una entrevista realizada por el actor Sean Penn para la revista Interview, propiedad de Andy Warhol.
Resulta interesante que tanto Miles como Sounes no explicaran que, aunque la polémica tuvo lugar a mediados de los setenta, Bukowski escribió The Fiend en el verano de 1969, cuando envió otros relatos tan o más atroces y escandalosos, como los ya mencionados The Copulating Mermaid o Christ with Barbecue Sauce, a Adam, Knight, Fling, Playboy y otras revistas eróticas.
The Fiend no fue la única incursión de Bukowski en materia pedófila; en una columna Notes of a Dirty Old Man, inédita en libro aunque publicada en abril de 1972 en el periódico underground Los Angeles Free Press, el relato iba precedido de una nota del editor Arthur Kunkin en la que aducÃa los motivos por los que habÃa decidido que un tema tan delicado y polémico viese la luz. De hecho, ya a mediados de la década de los cuarenta Bukowski habÃa experimentado en el terreno de la ficción sexual o escabrosa:
“Escribir sobre sexo, ya sea de forma cómica o no, siempre ha tenido secuelas para mÃ. Soy quien paga las consecuencias de mis escritos … Cuando tenÃa poco más de veinte años … también escribÃa sobre sexoâ€.
Charles Shattuck, uno de los editores de la revista Accent, rechazó en 1954 Beer, Wine, Vodka, Whiskey; Wine, Wine, Wine, un relato perdido en el que Bukowski narraba que habÃa estado a punto de morir desangrado a causa de una úlcera, porque era “una auténtica sangrÃa. Quizás, algún dÃa, será del agrado de los lectoresâ€. Del mismo modo, Whit Burnett, editor de la prestigiosa revista Story, rechazó a comienzos de los cincuenta The Rapist’s Story, precursor de The Fiend en tanto en cuanto abordaba una temática similar. A finales de 1969, sin embargo, las predicciones de Shattuck acabaron por cumplirse ya que por aquel entonces Bukowski se habÃa granjeado la admiración de un séquito de incondicionales que no dudaron en proclamarlo Rey del Underground.
Nota: este artÃculo se publicó previamente en el número 358 de Quimera (septiembre de 2013).
Abel Debritto acaba de publicar Charles Bukowski, King of the Underground en la editorial Macmillan.