La ilustradora Julia Rothman creció en City Island, en el Bronx de Nueva York. AllÃ, como todos los niños del barrio, veÃa los icónicos rascacielos de la ciudad reflejados en el agua. Su calle terminaba en una playa en la que, a pocos pasos de las metrópolis más conocida del mundo, podÃa, sin embargo, recoger y clasificar conchas, examinar la parte inferior de los cangrejos herradura y tragar agua del mar.
Julia Rothman, que ha publicado su trabajo en medios como The New York Times o The Boston Globe, es capaz de interpretar todo un ecosistema acuático a partir del lago que tiene enfrente de casa. No hace falta ir a un bosque remoto, parece decirnos la ilustradora, para sentir el misterioso orden que la naturaleza quiere aplicar a la vida.
La naturaleza, asÃ, se nos presenta como una suerte de gran arquitecto. Y solo analizando un estanque comprendemos que su ecosistema puede clasificarse en productores (las plantas que reciben la energÃa del sol), consumidores (animales que se alimentan de la flora o de animales más pequeños) y descomponedores (bacterias y hongos que se alimentan de la materia orgánica).
En el ecosistema de la zona de mareas, nos dice Rothman, los pequeños cambios de elevación revelan unas enormes diferencias en la distribución de especies. Muy distinta es la zona de salpicadura (la de la superficie) de la supramareal (en la que se esconden los mejillones, por ejemplo) o la inframareal (en la que ya podrÃamos encontrar estrellas de mar).
Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros tÃtulos, de 'MalpaÃs' y 'La travesÃa de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).