Manual de despedidas (Sexto Piso, 2020), publicada en 2008 por su autora, la escritora eslovaca Jana Beňová, se desarrolla a comienzos de siglo: referencias a los atentados del 11 de septiembre de 2001 o a Mulholland Drive, de David Lynch, la sitúan en ese momento finisecular que toma una forma muy particular en manos de Beňová en tanto a que el contexto que trabaja, sobre todo de manera atmosférica, ahonda en una generación nacida poco antes del final del socialismo y que ha crecido en una Eslovaquia que busca su identidad propia, anhelando un futuro que parece no tomar forma.
Para ello, Beňová nos introduce a su protagonista, la joven Elza, quien escribe un libro titulado como la novela, Manual de despedidas, y que pertenece a un grupo de amigos -el Cuarteto- que frecuentan el Café Viena -rebautizado por ellos como Café Hiena- bajo una organización muy particular: tan solo uno de ellos trabaja, rotando puntualmente quién debe ejercer este papel, para mantener a todo el grupo y que puedan desarrollar sin apremios sus objetivos personales. Viven en Bratislava, en particular, en el barrio de Petržalka, y Beňová se ocupa de construir literariamente un espacio tan real y fÃsico como lindante con lo onÃrico, por momentos surrealista; en última instancia, totalmente irreal a ojos de unos jóvenes que se sienten atrapados en ese lugar, pero incapaces, en el fondo, de poder salir de él. Perciben hostilidad, en los vecinos, en los sonidos, en las formas que rodean a este grupo de amigos y, especialmente, a Elza, que deambula por las calles en busca de algo que no tiene claro qué es. Tiene una relación con Ian, perteneciente al grupo, pero pronto comienza a verse también con Kalisto Tanzi, un actor con el que cree encontrar, de alguna manera, una posibilidad de escape. De modo paralelo, conocemos a su amiga Rebeka, que de alguna manera funciona como su contrapunto y espejo en el que mirarse.
Manual de despedidas es una novela fragmentaria con cuya construcción Beňová busca transmitir el sentido errático de unas vidas y, sobre todo, la manera en la que perciben su realidad. La escritora impone un sentimiento de extrañeza que es mezcla de un acusado nihilismo, de una profundad ironÃa y, finalmente, de un humor surrealista, y que transforma la realidad sin que esta abandone los duros contornos que, en verdad, rodea a los personajes. Las formas del pasado comunista perviven en convivencia con otras que buscan acomodarse en un nuevo sistema que parece más impuesto que perteneciente a un desarrollo lógico del paÃs. Elza observa su entorno y no encuentra su lugar, como si en esa transformación se hubiese perdido algo que imposibilita que ellos, una nueva generación nacida entre épocas, puedan desarrollarse como individuos. Beňová lleva a cabo un trabajo literario muy preciso para conseguir transmitir lo anterior sin necesidad de explicitarlo, más interesada en cuestiones atmosféricas.
Y de tiempo. Porque Manual de despedidas se articula sobre un momento particular, pero el dÃa a dÃa y la intimidad de los personajes quedan suspendidos en un tiempo sin tiempo, en un presente que todavÃa se resiente de su pasado y de esa transformación nacional en proceso de asentamiento, y de un futuro que no se espera; tan solo, y medianamente, se anhela. En este sentido, Beňová suspende a sus personajes, quienes se mueven por espacios reconocibles y viven una vida basada en simplemente estar en un lugar, en un momento determinado, pero sin demasiadas pretensiones, a pesar de que, en apariencia, intentan poner en marcha algún tipo de proyecto personal que opera, en verdad, como máscara para una insatisfacción más profunda.
En Manual de despedidas, Beňová entremezcla voces, siempre desde unidades breves de composición para transmitir un momento, un instante, unos pensamientos. Recuerdos y digresiones, confesiones y narraciones, vienen de la mano bajo una unión de humor y severidad que aportan un rasgo muy particular a la novela. Hay quien ha señalado una cierta relación entre la novela de Beňová y La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, lo cual resulta acertado no tanto en sus posibles semejanzas como en una curiosa relectura y, sobre todo, en cuanto a la imposibilidad de poner en marcha un dispositivo literario como el de Kundera. Beňová no está tan interesada en crear un contexto casi metafÃsico como aquel como en mostrar lo inviable de hacerlo, de ahà esa confusión constante en el interior de un espacio y de un tiempo cuya existencia conduce a su cuestionamiento. La realidad ha dejado de existir por mucho que los personajes de Manual de despedidas ansÃen poder construir una. La sensación es que, por ahora, no lograrán hacerlo. Y, sin embargo, seguirán intentándolo como única manera de resistencia ante una situación que debe concebirse bajo el prisma de lo onÃrico.