Escuché una vez en cierta presentación literaria sucedida en Valencia unas palabras del poeta Jaime Siles en las que evidenciaba su desconfianza por la poesÃa de los grandes premios o la abanderada por la oligarquÃa de las grandes editoriales: «a la verdadera poesÃa hay que encontrarla». En aquel entonces, puso como ejemplo uno de los mayores descubrimientos lÃricos de su vida, encontrar la poesÃa de Manuel Ãlvarez Ortega. La lectura de Dios de un dÃa cuando era adolescente supuso algo deslumbrante y transformador que lo motivó, no solo a viajar y conocer en persona a Ãlvarez Ortega, sino a consagrarse a una palabra poética que parecÃa contener muchas más cosas de las que aparentaba. LibrerÃas de viejo, mercadillos o pequeñas editoriales con apenas distribución siguen siendo a dÃa de hoy importantes caladeros en los que hallar poesÃa verdadera.
Jaime Siles es, muy acertadamente, uno de los 48 poetas que Antonio RodrÃguez Jiménez (Córdoba, 1956) reúne en La sociedad secreta de los poetas (Ediciones Carena, 2017), un libro necesario por cuanto salvaguarda de la poesÃa y los poetas que de ella han hecho su vida y no siempre han sido reconocidos en su justa medida ni a tiempo, lleva a cabo. También está incluido —y no por casualidad— Manuel Ãlvarez Ortega, un poeta ya desaparecido al que es justo invitar a descubrir.
Antonio RodrÃguez Jiménez es doctor en TeorÃa de la Literatura y Literatura Comparada, además de licenciado en FilologÃa Hispánica y periodista: profesión, esta última, que lo llevó a ejercer el periodismo cultural durante más de tres décadas. Director de la revista Cuadernos del Sur, es a través de su experiencia al frente de este mÃtico foro, y de otras experiencias, como la de dirigir el Instituto Cervantes de Fez (Marruecos), que RodrÃguez Jiménez estructura y va vehiculando un discurso ensayÃstico a través de artÃculos breves y bien cohesionados.
Ya en la contraportada del libro se nos advierte de que este libro es un acercamiento crÃtico a la obra de 48 poetas nacidos en el siglo XX y seleccionados bajo un criterio de calidad diferente. Poetas-isla a los que algunos pueden considerar consagrados y reconocidos, pero el talante reivindicador de RodrÃguez Jiménez destaca de ellos, además, su autenticidad y creatividad insobornables. El periodo temporal cubierto por este estudio son los ochenta años comprendidos desde la última gran generación española de poetas (1927) hasta la actualidad.
Hemos dicho “calidad diferente†porque ese es otro de los rasgos que caracterizan este estudio. No hay que olvidar que su autor fue uno de los poetas fundadores del movimiento después conocido como PoesÃa de la Diferencia. Desde esa perspectiva, la de un defensor de la poesÃa plural y libre, RodrÃguez Jiménez acomete la tarea de escribir las semblanzas de 48 poetas, precedidas por más de 90 páginas de reflexión crÃtica sobre el asunto, latitud del libro verdaderamente interesante, no solo por lo que contiene, sino por la valentÃa y claridad con las que está expresado.
A continuación, paso a enumerar todos los autores compendiados, ya que me parece un dato interesante hacia sus futuros lectores, para después comentar esa extensa introducción, la cual nos permite conocer el cariz lÃrico e ideológico de RodrÃguez Jiménez: Rafael Alberti, Rafael Ãlvarez Merlo, Manuel Ãlvarez Ortega, Blanca Andréu, Julio Aumente, Enrique Badosa, Ricardo Bellveser, Juan Bernier, Guillermo Carnero, Francisco Carrasco Heredia, Antonio Carvajal, Juana Castro, Carlos Clementson, Antonio Colinas, Pedro J. de la Peña, Leopoldo de Luis, Carlos Edmundo de Ory, Fernando de Villena, Antonio Enrique, Domingo F. FaÃlde, Antonio Gala, Antonio Gamoneda, Pablo GarcÃa Baena, Ãngel GarcÃa López, Concha GarcÃa, Rafael Guillén, Antonio Hernández, José Hierro, Luis Jiménez Martos, Manuel Jurado López, Concha Lagos, Mario López, José Lupiáñez, Manuel Mantero, José de Miguel, Ricardo Molina, José Antonio Muñoz Rojas, Vicente Núñez, MarÃa Antonia Ortega, Rafael Pérez Estrada, Fernando Quiñones, Manuel RÃos Ruiz, Pedro RodrÃguez Pacheco, Claudio RodrÃguez, Mariano Roldán, Eduardo Scala, Jaime Siles y Rafael Soto Vergés.
Sorprende, a primera vista, lo descompensado entre autores y autoras en cuanto a cantidad. Pero a decir verdad, toda antologÃa es incompleta. Hay que poner en valor, en cambio, el afán recuperador de RodrÃguez Jiménez, quien entiende entre las funciones del crÃtico literario la de corregir —en la medida de lo posible— los olvidos naturales y no tan naturales del sistema.
RodrÃguez Jiménez señala en su introducción de casi cien páginas, que poetas como José Ãngel Valente ya criticaron en su momento el afán reduccionista y monopolizador de grupos literarios que pretendÃan ser modelos de una nueva tradición: “ […] la poesÃa es una aventura rigurosamente individual, de una soledad equiparable a la del corredor de fondoâ€. No duda en poner nombres y apellidos a quienes considera realizan funciones de lobby. Una de esas sociedades secretas —en el sentido más romántico del término— es la constituida como PoesÃa de la Experiencia en los años 80, formada por Juan Carlos RodrÃguez, Javier Egea, Antonio Jiménez Millán, Ãlvaro Salvador y Luis GarcÃa Montero. Como acólitos a este grupo RodrÃguez Jiménez menciona a BenjamÃn Prado, Luis Muñoz, Ãlvaro GarcÃa, Carlos Marzal, Felipe BenÃtez Reyes e Inmaculada MengÃbar. Reconoce en Montero al lÃder con poder y posible autor intelectual de un expolio que no solo afecta a la repercusión de una estética en los medios de comunicación, sino a toda una corruptela de premios literarios y procedimientos oscuros para favorecer el ascenso de unos autores en detrimento de otros.
Frente a un tipo de poesÃa oficialista, uniformada y estereotipada, se defiende desde las páginas de Cuadernos de Sur en 1986 una poesÃa libre, heterogénea y universal, que no atienda especÃficamente a modas, sino que permita que todo tenga cabida y que sea el criterio de la originalidad y profundidad el único que se imponga.
Con el objetivo de articular una oposición a estos hechos denunciados se abrió un campo de discusión en la revista Cuadernos del Sur. Constantes son las referencias y alusiones de RodrÃguez Jiménez a artÃculos allà publicados que van dando la réplica a su discurso, además de ampliar las lÃneas de observación. El autor reconoce que los poetas no son una raza gregaria por naturaleza, aunque en la actualidad muchos lo sean, y subraya que la responsabilidad de cambiar el mundo pesa sobre los hombros de media docena de poetas, a los que no nombra, y se refiere a ellos como francotiradores y unicornios.
Atención especial se presta a dos poetas-crÃticos que tratan —según RodrÃguez Jiménez— de emular a Castellet: Luis Antonio de Villena y José Luis GarcÃa MartÃn. A través de sus antologÃas y estudios el autor va dibujando un trayecto literario-temporal en el que aparecen otras tendencias, como la escuela de Trieste, formada por: Andrés Trapiello, Juan Manuel Bonet, Ãngel Rupérez, Ãngel Guache, Ramón Andrés, Julio Llamazares, José Carlón, Juan Carlos Mestre o Julio MartÃnez Mesanza; también los poetas pertenecientes al Neosurrealismo: Blanca Andréu, Fernando Beltrán, Amalia Iglesias, Pedro Casariego Córdoba, Ãngel Muñoz Petisme, Francisco Serradilla o Luisa Castro. Asimismo hará lo propio con las nóminas del Minimalismo, Tradicionalismo, poesÃa elegÃaca y metafÃsica.
En el apartado titulado Crisis de autenticidad creativa RodrÃguez Jiménez pone el dedo en la llaga al afirmar que la poesÃa española a principios de los años 90 se encuentra en un atolladero repetitivo con falta de nervio expresivo y languidez creadora, para ello se apoya en tesis de otros dos crÃticos: Antonio Garrido y Juan José Lanz, quienes certifican ese estado comatoso diagnosticando sus efectos y causas. Un artÃculo de Lanz, titulado La poesÃa sin experiencia da pie a una afirmación que denunciaba el conservadurismo del modelo estético predominante:
“En ningún momento de nuestra historia de la poesÃa de este siglo se habÃa conseguido estar más alejado del devenir del mundo modernoâ€.
Una de las secciones de la citada revista Cuadernos del Sur fue AntologÃa consultada de poetas no clónicos (1992), en ella, RodrÃguez Jiménez entrevistaba a poetas acerca del estado actual de la poesÃa, aquella experiencia fraguó en la publicación de un libro y en el epÃgrafe “poetas clónicos†para identificar a todos aquellos poetas de obra epigonal que se refugiaban bajo la etiqueta neorrealista:
Por el contrario, el poeta no clónico es el que se distingue de los demás por su voz auténtica, porque es genuino, tiene personalidad propia, siente y vibra por sà mismo. No es el eco ni la copia de nadie y se distingue por su propia coherencia, no detenta parcela de poder alguna, no está de moda, no practica la oficialidad, ni medra.
Con una media de cinco páginas por ambas caras para cada autor seleccionado, el espacio literario se presta óptimo para esbozar los caracteres generales de una obra, o comentar puntos concretos de un texto o biografÃa, sin embargo, la actitud de estos artÃculos es quizá demasiado generalista y abarcadora con relación a su extensión, y por ello, cuanto gana en diversidad lo pierde en profundidad. En cualquier caso, de cada autor escogido se apuntan caracterÃsticas interesantes y puntos de vista subjetivos e historicistas, suficientes como para incitar al lector a averiguar más datos de los autores y obras comentadas.
Hay que dejar claro que RodrÃguez Jiménez, como buen cordobés, pone en valor a los poetas del sur atendiendo especialmente a los integrantes del grupo Cántico, y lo hace con conocimiento de causa; defiende y abandera ese movimiento de múltiples estéticas que supone la PoesÃa de la Diferencia, estética de la que él mismo es cofundador. Sus principios, postulados, denuncias y defensas quedan muy claras tras la lectura de este valiente y necesario libro, para dilucidar la veracidad o no de lo aquà manifestado habrá que esperar a esa diacronÃa que ofrecerá la realidad histórica y compararla con las que otros cronistas y crÃticos —como él— trazarán en un futuro.