Biografías a lo Truman

El biògraf. Marc Angelet
Dirección: Marc Angelet
Escenografía: Juan Ayala
Diseño de vestuario: Iztok Hrga
Dirección y montaje de vídeo: Alejo Levis
Iluminación: Sergi Torrecilla
Reparto: Borja Espinosa (Simon); Clara Puerto (Diane); Carles Goñi (J. K. Burrows); Iñigo Aranburu (Zeus)
Producción: La Guapa Teatre

Sala Beckett (Barcelona), hasta el 5 de noviembre de 2011

 

El biògraf de Marc Angelet, que se puede ver en la Sala Beckett hasta el 5 de noviembre, es una mezcla de El show de Truman, el 1984 de George Orwell, y una revisión contemporánea del mito de la caverna de Platón. Se trata, pues, de una pieza que nos muestra las consecuencias de la pérdida de privacidad en un mundo marcado por la tecnología y, al mismo tiempo, lanza una pregunta que se ha ido repitiendo a lo largo de la historia de la filosofía: ¿El ignorante es más feliz que el que conoce?

El protagonista de la obra de Angelet es un frustrado escritor – las editoriales le rechazan una y otra vez sus manuscritos – que encuentra un trabajo estable y bien remunerado. Será el biógrafo de un César – así les llaman – al que podrá espiar mediante toda una parafernalia tecnológica que le da acceso a todos sus pasos, a sus correos electrónicos, llamadas y, en definitiva, a una «vida en directo» al estilo del filme de Peter Weir.

Plutarc Edicions se dedica a hacer «biografías de las personalidades más relevantes», pero la identidad del biografiado no puede difundirse, ni a amigos ni a familiares. El contrato que firma Simon – nuestro ambicioso escritor – es para toda la vida, y únicamente la muerte de uno de los dos acabará con el compromiso.

La propuesta de Angelet parte de una excelente idea – que ya se ha trabajado muchas veces pero que aún puede dar juego – pero la escenografía (hay un abuso de los efectos tecnológicos) y la repetición de algunas claves (se explicitan mensajes que ya se entienden sin la necesidad de la reiteración) acaban por afectar al resultado final.

El lenguaje cinematográfico y los recursos multimedia, producen un «distanciamento» con el espectador. El protagonista, además, se pasa toda la obra «escondido» detrás de una especie de membrana en la que se proyectan una y otra vez todo tipo de imágenes, y desde la cual habla con sus otros compañeros de trabajo, que acabarán teniendo un peso importante en el desarrollo de El biògraf.

Bertolt Brecht utilizaba ese «distanciamento» para evitar la catarsis. Así, la obra se centraba en las ideas y decisiones, y el espectador no se sentía representado por los actores. El público debía reflexionar de una manera crítica y objetiva. Tal vez ésa era la idea originaria de Angelet, pero precisamente la fuerza textual de El biògraf es que nos habla de nuestra cotidianidad, de cómo vigilamos y somos vigilados, y nos invita a cuestionarnos si la acumulación de información sirve para vivir mejor. O todo lo contrario.

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Albert Lladó
www.albertllado.com

Fotos: © Àgata Casanovas / Sala Beckett

Albert Lladó

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros títulos, de 'Malpaís' y 'La travesía de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).

1 Comentario

  1. Truman no se la obra, pero la película vive en un mundo subreal televisado en directo desde niño. Cuando se entera él decide vivir su vida no controlado aunque si seguro!
    Todo está montado en un decorado y todo manipulado por guionistas, que libertad de elección tiene él mientras vive esa situación sin saber la verdad? si hasta lo que tienen que decirle está escrito?
    La era moderna es cierto que trae comodidades pero se pagan a un alto precio, con nuestra privacidad! no se yo si estaría a pagar ese precio si se sometiera a votación! preferiría menos tecnología y salvaguardad mi vida personal.

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