Ambrose Bierce, con diecinueve años, se alistó como voluntario en el ejército de la Unión, incorporándose al noveno regimiento de InfanterÃa de Indiana. La Guerra de Secesión (1861-1865) le ofreció el espectáculo de una humanidad estúpida y cruel y, como resultado, el joven soldado quedó estremecido por la capacidad de los seres humanos para buscar con avidez la manera de masacrar a sus semejantes con mayor eficacia.
Además, fue un hombre marcado por una infancia repleta de represiones junto a sus doce hermanos (él fue el décimo de los trece hijos) puesto que sus padres eran granjeros de profunda fe calvinista y se esforzaron con tenaz afán en instaurar un ambiente puritano en su familia. Durante toda su vida conservó un fuerte desprecio para con todos los suyos, tomando especial relevancia el odio sentido hacia su padre que trató de exorcizar en su escritura con la descripción de varios parricidios.
Como escritor, su estilo está claramente dominado por el cinismo y la ironÃa, una ironÃa despiadada, con un humor ácido y mordaz. La misantropÃa y el pesimismo son dos caracterÃsticas de su personalidad que saltan a la vista indefectiblemente al leer sus obras.
En su faceta de periodista (principalmente bajo el patronazgo de W. R. Hearst, primero en San Francisco y más tarde en Washington) Ambrose Bierce ejerció como crÃtico corrosivo de la corrupción polÃtica en Estados Unidos, siendo, sin lugar a dudas, un lúcido observador del caótico devenir de la humanidad durante el tiempo que le tocó vivir. En sus cuentos reincide en estos temas, posicionándose con claridad como un escritor que descree, sin ambages, de la bondad humana, supuesta cualidad, loada por siglos, que atesoramos los hombres y las mujeres. Destacamos Cuentos de soldados y civiles (1892), libro plagado de sombrÃas historias (posteriormente publicado bajo el tÃtulo En el medio de la vida), ¿Puede ocurrir esto? (1893) y Fábulas fantásticas (1899). Asimismo, cultivó el relato macabro y de terror, como en Un suceso en el puente sobre el rÃo Owl (1891), El clan de los parricidas, La cosa maldita (1894) y Partida de ajedrez (1909), lo que permite situarlo cerca de sus compatriotas Poe y Lovecraft en el género terrorÃfico.
Se casó el 25 de diciembre de 1871 con Mollie Day. Tuvieron tres hijos, Day, Leigh y Helen. Los dos varones murieron prematuramente, en 1889 y en 1901, respectivamente. El matrimonio se rompió un año antes de la muerte del primogénito al encontrar el escritor unas epÃstolas comprometedoras entre su mujer y un pretendiente danés. Sin embargo, no consiguió el divorcio hasta 1904. Durante toda su vida adulta arrastró problemas de salud, sobre todo debidos al asma y a las secuelas de las heridas recibidas en la guerra, una de ellas en la cabeza. AsÃ, en su vejez vive solo y enfermo, pero encuentra suficientes fuerzas para trabajar con determinación en sus Obras completas (The collected works of Ambrose Bierce), que se publican entre 1909 y 1912.
En una carta fechada el 1 de octubre de 1913, cuando Ambrose Bierce contaba con setenta y un años, escribió las siguientes palabras:
«Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caÃda por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sà es eutanasia!».
En su cabeza, con seguridad, estaba la idea, poco después llevada a la práctica, de cruzar por El Paso (Texas) a México para unirse a las tropas de Pancho Villa, hecho que tuvo lugar en Ciudad Juárez. Sin embargo, solo hay constancia de que acompañase al revolucionario hasta la ciudad de Chihuahua. En diciembre de 1913 su rastro desaparece envuelto en un misterio que podrÃa haber servido de inspiración para escribir uno de sus cuentos. Se suele considerar como la fecha de su defunción el 11 de enero de 1914 porque lo más probable es que Ambrose Bierce muriese en la Batalla de Ojinaga, batalla en la que Pancho Villa tomó esa ciudad poniendo fin al último reducto del ejército Federal en el norte de México.
En cuanto a El diccionario del Diablo (The Devil’s dictionary) hay que subrayar que es la obra más conocida de Ambrose Bierce y que no fue concebida como libro sino años después de que los primeros aforismos sulfurosos aparecieran en el semanario The Wasp, en 1881, y allà continuasen hasta 1886. En 1887 reaparecieron las sarcásticas definiciones en The Examiner. En 1906, finalmente, es publicado por Doubleday, Page and Company en forma de libro bajo el tÃtulo The cynic´s word book, un tÃtulo que fue impuesto por prejuicios religiosos ajenos al escritor. Ambrose Bierce, no obstante, pudo desquitarse en 1911, pues en el Volumen 7 de sus Obras Completas remató el diccionario de 1906 (que contenÃa quinientas palabras, A-L) con quinientas palabras más (M-Z) eligiendo su tÃtulo preferido, The Devil’s dictionary. De este modo, se obtuvo una versión completa con mil voces en la que no cabe la piedad para con el género humano y donde Ambrose Bierce se muestra como un eximio tocador de llagas, adelantado a su tiempo en muchos aspectos y sin temor ni miramientos para exponer bajo auténtica luz a la humanidad, que también está poblada de pústulas, con sus vicios, debilidades y taras. La primera traducción, elaborada por Jacques Papy en 1955, fue al idioma francés e incluÃa un prefacio de Jean Cocteau.
Para obtener una cierta idea de cómo es este asombroso, lúcido y, en ocasiones, hiriente diccionario, se transcribirán veinticinco voces, una por cada letra del alfabeto anglosajón. Es posible vislumbrar en este breve acercamiento que Ambrose Bierce afrontó armado del Cinismo un combate, en principio perdido, contra el Poder. No obstante tan desigual batalla, el escritor todavÃa no ha perdido la contienda porque The Devil’s dictionary continúa siendo editado y leÃdo.
Es decir, la pelea no ha acabado.
“Amistad, s.- Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormentaâ€.
“Belladona, s.- En italiano, hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad esencial de ambos idiomasâ€.
“Cerdo, s.– Ave notable por la universalidad de su apetito, y que sirve para ilustrar la universalidad del nuestro. Los mahometanos y judÃos no favorecen al cerdo como producto alimenticio, pero lo respetan por la delicadeza de sus costumbres, la belleza de su plumaje y la melodÃa de su voz. Esta ave es particularmente apreciada como cantante: una jaula llena, puede hacer llorar a más de cuatro. El nombre cientÃfico de este pajarito es Porcus Rockefelleri. El señor Rockefeller no descubrió el cerdo, pero se lo considera suyo por derecho de semejanzaâ€.
“Desobediencia, s.- Borde plateado de una nube de servidumbreâ€.
“Empujón, s.- Una de las dos cosas que llevan al éxito, especialmente en polÃtica. La otra es el tirónâ€.
“Fidelidad, s.- Virtud que caracteriza a los que están por ser traicionadosâ€.
“Gramática, s.- Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinciónâ€.
“Hombre, s.- Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente deberÃa ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadáâ€.
“Imbecilidad, s.- Especie de inspiración divina o fuego sagrado que anima a los detractores de este diccionarioâ€.
“Justicia, s.- ArtÃculo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personalesâ€.
“Kilt, s.- Traje que suelen usar los escoceses en Norteamérica y los norteamericanos en Escociaâ€.
“Libertad, s.- Uno de los bienes más preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad. Condición polÃtica de la que cada nación cree tener un virtual monopolio. Independencia. La distinción entre libertad e independencia es más bien vaga, los naturalistas no han encontrado especÃmenes vivos de ninguna de las dosâ€.
“Mujer, s.- Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre, que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación. Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión, niegan semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el principio de los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida de todas las bestias de presa; infecta todas las partes habitables del globo, desde las dulces montañas de Groenlandia hasta las virtuosas playas de la India. El nombre que se le da popularmente (mujerlobo) es incorrecto, porque pertenece a la especie de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente la variedad norteamericana (Felis pugnans), es omnÃvora, y puede enseñársele a callarâ€.
“Noviembre, s.– Decimoprimer duodécimo del tedioâ€.
“Ociosidad, s.- Granja modelo donde el diablo experimenta las semillas de nuevos pecados y promueve el crecimiento de los vicios básicosâ€.
“Plebiscito, s.- Votación popular para establecer la voluntad del amoâ€.
“Quórum, s.– En un cuerpo deliberativo, número de miembros suficiente para hacer su voluntad. En el Senado norteamericano, se forma quórum con el presidente de la Comisión de Finanzas y un mensajero de la Casa Blanca; en la Cámara de Representantes, bastan el presidente del cuerpo y el demonioâ€.
“Riqueza, s.- Don del Cielo que significa: “Este es mi hijo bien amado, en quien he puesto toda mi complacencia†(John D. Rockefeller). Recompensa del esfuerzo y la virtud (J.P.Morgan). Los ahorros de muchos en las manos de uno (Eugene Debs). El inspirado lexicógrafo lamenta no poder agregar nada de valor a estas excelentes definicionesâ€.
“Satanás, s.- Uno de los lamentables errores del Creador. Habiendo recibido la categorÃa de arcángel, Satanás se volvió muy desagradable y fue finalmente expulsado del ParaÃso. A mitad de camino en su caÃda, se detuvo, reflexionó un instante y volvió.
—Quiero pedir un favor —dijo.
—¿Cuál?
—Tengo entendido que el hombre está por ser creado. Necesitará leyes.
—¡Qué dices, miserable! Tú, su enemigo señalado, destinado a odiar su alma desde el alba de la eternidad, ¿tú pretendes hacer sus leyes?
—Perdón; lo único que pido, es que las haga él mismo.
Y asà se ordenóâ€.
“Tierra, s.- Parte de la superficie del globo, considerada como propiedad. La teorÃa de que la tierra es un bien sujeto a propiedad privada constituye el fundamento de la sociedad moderna, y es digna de esa sociedad. Llevada a sus consecuencias lógicas, significa que algunos tienen el derecho de impedir que otros vivan, puesto que el derecho a poseer implica el derecho a ocupar con exclusividad, y en realidad siempre que se reconoce la propiedad de la tierra se dictan leyes contra los intrusos. Se deduce que si toda la superficie del planeta es poseÃda por A, B y C, no habrá lugar para que nazcan D, E, F y G, o para que sobrevivan si han nacido como intrusosâ€.
“Urraca, s.- Ave cuya inclinación al robo ha sugerido a algunos la posibilidad de enseñarle a hablarâ€.
“Verdad, s.– Ingeniosa mixtura de lo que es deseable y lo que es aparente. El descubrimiento de la verdad es el único propósito de la filosofÃa, que es la más antigua ocupación de la mente humana y tiene buenas perspectivas de seguir existiendo, cada vez, más activa, hasta el fin de los tiemposâ€.
“Wall Street, s.– SÃmbolo de pecado expuesto a la execración de todos los demonios. Que Wall Street sea una cueva de ladrones, es una creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su esperanza de ir al cieloâ€.
“Yugo, s.– Implemento, mi estimada señora, a cuyo nombre latino, jugum, debemos una de las palabras más esclarecedoras de nuestro idioma: la palabra que define con precisión, ingenio y perspicacia la situación matrimonialâ€.
“Zeus, s.– Rey de los dioses griegos, adorado por los romanos como Júpiter, y por los norteamericanos como Dios, Oro, Plebe y Perro. Algunos exploradores que han tocado las playas de América, entre ellos uno que pretende haberse internado una considerable distancia, piensan que esos cuatro nombres representan a cuatro divinidades separadas, pero en su inmortal obra sobre Creencias Supérstites, Frumpp insiste en que los nativos son monoteÃstas, y que ninguno tiene otro dios que sà mismo, a quien adora bajo muchos nombres sagradosâ€.
Estanislao M. Orozco
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Sin duda es un libro la mar de interesante, cargado de una ironÃa que al final a uno le hace reÃr cuanto más odio tiene en su interior.
Descubro el diccionario del diablo
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Qué bueno…
Loco adj. sust. Dotado de individualidad intelectual. Que no se adapta a las normas de lenguaje, pensamiento y acción que los conformantes han establecido observándose a sà mismos. De todo lo que es inusitado.
Ambrose Bierce, (es que esta te faltaba) Diccionario del Diablo
Salud