Enrique Vila-Matas | Elena Blanco

Colapso y recuperación

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Enrique Vila-Matas | Elena Blanco
Enrique Vila-Matas | Elena Blanco

Escribe Enrique Vila-Matas en Kassel no invita a la lógica que a veces le parece divertido sentirse dentro de las novelas de otros. Es la misma diversión que experimentamos los lectores mientras leemos esta novela suya que transcurre en el espacio de la Documenta 13. Con entusiasmo recorremos las páginas del libro, dejándonos llevar de la mano del narrador en sus paseos erráticos por la mítica feria antimercantil de arte contemporáneo celebrada en Kassel.

Enrique Vila-Matas fue invitado a Documenta 13 con el cometido de convertirse en instalación artística viviente y sentarse a escribir cada mañana a la vista del público en un restaurante chino de las afueras. Su estancia en Kassel duró varios días, ofreciendo también una conferencia que llevaba el siguiente título de corte tan vilamatiano: Conferencia sin nadie. Su actividad principal consistió, sin embargo, en un fabuloso viaje andado hacia lo desconocido y más allá, ahí donde hablan los conceptos y las potencias invisibles del arte en sí.

Seix-Barral
Seix-Barral

Sobre su experiencia, llevada a la ficción, en la Documenta 13 trata Kassel no invita a la lógica. Por eso no parece extraño que el protagonista de esta novela sea un paseante en continuo vagabundeo perplejo, que se deja sorprender por las maravillas entre las que se abre paso. Desdoblado de forma sucesiva y simultánea en diferentes personajes, se mueve de espaldas a las visiones trilladas sobre el arte. Frente al arte discursivo o plúmbeo sobre algo, mira de lleno a la cara del arte en sí y su alegre y feliz complejidad. Parece como si el paseante de Kassel realizara en el terreno, avanzando en sus reflexiones, lo que Vila-Matas ya escribiera en su texto de ficción crítica que da título a su libro Chet Baker piensa en su arte. Ideas que son aplicables a la literatura y al arte en general y que se relacionan con esa gran divergencia, señalada por Vila-Matas, entre una confortable narración y la realidad brutal del mundo.

De igual forma que este escritor apuesta por una literatura más próxima a la realidad bárbara, muda, sin significado, de las cosas, también busca el arte en sí. Ir al encuentro de la cosa y no de lo que se dice sobre la cosa. En este sentido no parece casual que a lo largo de Kassel no invita a la lógica se repita en varias ocasiones con cierta ironía fina la frase: “El arte hace, y ahí te las compongas”. Es esta, tal vez, una invitación a mirar de otro modo, ajeno a los prejuicios y a todo aquello que pone una camisa de fuerza al pensamiento. Quizás apunte a una manera distinta de ver que entronca con el ideal filosófico de Wittgenstein, del cual escribe Vila-Matas en un pasaje de esta novela que fue

“la búsqueda de lucidez liberadora, de apertura de la conciencia y del mundo; no quería ofrecer verdad, sino veracidad, ejemplos y no razonamientos, motivos y no causas, fragmentos y no sistemas.”

Otra frase recurrente en el libro parece hablar en igual dirección. Es la referida al consejo que le dio Mallarmé a Manet: “No pintes el objeto en sí, sino el efecto que produce”. En esta frase, como escribe Vila-Matas, “se anunciaba el abandono moderno de la obra plana y el ascenso del concepto a un lugar preferente”. Sintoniza perfectamente, además, con el envite literario de Vila-Matas, hecho realidad en sus incontables libros que configuran una sola obra con su sello peculiar.

Una muestra de los caminos por donde se desliza su escritura se presenta, entre otros, en un fragmento de Kassel no invita a la lógica que me parece memorable. El narrador o paseante se encuentra en el interior de una instalación, una especie de cueva artificial, y reflexiona así:

Cada vez que miraba hacia lo lejos, me parecía ver el mar. Era un mar que se retiraba y mostraba uno más lejano y al final solo dejaba ver la conjetura de una serie de mares no visitados por las costas. Este efecto visual parecía decirme que me atreviera a ir más hacia adelante, sin miedo, lejos de cualquier puño de polvo o de malentendido de este mundo, que me atreviera a ir hacia otras conjeturas, también sin costas.

Con la misma curiosidad y buen humor avanza el paseante de Kassel en esta novela, mientras reflexiona sobre el sentido del arte y la literatura. También sobre la vida, porque, como Vila-Matas escribe, arte y vida caminan juntos, forman una unidad. Dice vida, que no mundo, si por este se entiende el tiempo histórico que se vive. Aunque se sepa que no se puede escapar de él, al arte corresponde tomar distancia crítica del mismo. Crear vida ahí donde el mundo la destruye. De hecho, la gran muestra de la Documenta 13, con su pluralidad de enfoques y la gran dimensión que alcanzaba el conjunto de lo que se veía en aquel espacio, se volvía una interesante metáfora del pasado reciente y de los tiempos que vivimos. Allí estaban, en palabras del paseante de Kassel, el viejo horror nazi y el gran estigma de la interminable culpabilidad, así como el declive de Europa y la quimera de un mundo humanizado. No en vano el leitmotiv de Documenta 13 era precisamente Collpase and Recovery. Ambos, de forma simultánea, recorrían la Documenta 13, del mismo modo que también la recorría el trágico pasado bélico de Kassel y la revitalización de la ciudad después de la guerra. Nadie, parecía querer decir aquella edición de la Documenta, está a salvo del desquiciamiento general del mundo. Y este mensaje no hecho de palabras lo transmitía gran parte de las instalaciones, creando la atenazadora sensación de que todo estaba sucediendo allí mismo. A la vez, mostrando que el arte estaba muy vivo y que era “la única ventana abierta que les quedaba a los que todavía buscaban la salvación del espíritu”, a los que apostaban por la vida. Como escribe Vila-Matas en un pasaje de su novela:

Sabía como Piniowsky que el mundo se había ido a pique y se hallaba ya desintegrado, y solo si uno se atrevía a mostrarlo en su disolución era posible ofrecer de él alguna imagen verosímil. Sabía que el mundo se había ido al carajo, pero también que el arte creaba vida y ese camino, en contra de lo que decían las voces agoreras, no estaba agotado.

Por ese camino se desplaza con afán el paseante de Kassel en la novela. Sumergido en su propio viaje interior de luces y sombras, se le ve avanzar embelesado con lo que se va encontrando en el camino y haciendo del camino su hogar. No le importa conocer los motivos de su fascinación. Sabe que Kassel no invita a la lógica y se encamina hacia la búsqueda feliz del sentido en lo ilógico para aproximarse a otras lógicas desconocidas.

Elisa Rodríguez Court

Elisa Rodríguez Court (Canarias, 1959) es licenciada en Filosofía y profesora de alemán. Ha escrito relatos publicados en volúmenes colectivos y las novelas 'Decir noche' y 'Dime quién fui'.
Como columnista ha participado en la Cadena Ser, en revistas y en diferentes periódicos de las Islas Canarias. Actualmente colabora regularmente, desde hace años, con una columna semanal en el periódico 'La Provincia-Diario' de Las Palmas.
En 2003 ganó el accésit y al año siguiente el primer premio Mejor labor informativa de Canarias, otorgado por el Instituto Canario de la Mujer.

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