Habrá quien piense mal sacando la conclusión de que tu libro es una venganza por haberte presentado a premios en los que no has ganado.
No, no se trata de eso. Estos cuentos están planteados como una estrategia. La idea de los premios es un pretexto que me ha permitido «recalificar» siete veces el mismo cuento.
Respecto a las bases de los premios, es cierto lo que dejo apuntado en el libro, existen unas exigencias rocambolescas, es un disparate tan grande como lo que sucede en la polÃtica. Pienso en un pueblo de Málaga, Ardales, en el que gobiernan en coalición Izquierda Unida y Falange. Si eso no es surrealista…
¿No es un problema que en España suceda lo mismo con los premios literarios que con los bares, que hay uno en cada esquina?
Eso no es malo, es una forma legÃtima de poder reclamar una parcela en el mundo literario. Lo divertido es que a esos premios se puede presentar un escritor de Honduras al igual que uno de Murcia. Internet permite que cualquiera pueda acceder a información sobre los temas o los pueblos que organizan los premios. Y se equivocan quienes piensan que se tendrá en cuenta la calidad literaria, lo que vale es la dimensión universal de la localidad o del ámbito en el que se muevan los organizadores.
A muchos les puede sorprender la presencia de los japoneses protagonistas de los cuentos, ocultos en el territorio español.
(en la presentación en Barcelona, Iwasaki nos recordó que «…tenemos la pelÃcula de Isabel Coixet -«Mapa de los sonidos de Tokio»-, el libro de Ray Loriga –«Tokio ya no nos quiere»-, la crisis económica, que dicen que es «ninja»…).
Pat Morita se mimetiza
SerÃa el elemento diferenciador, el extraño que se introduce en una cultura adaptándose.
SÃ, por ejemplo es representativo el hecho de que en la guerra civil española intervinieran tres brigadistas japoneses. Uno de ellos, Jack Shirai, falleció en Brunete. Toda esa parte del libro es real.
¿Pretendiste ofrecer un reflejo de la España inmigrante?
Encuentro que hay algo de la cruz que llevamos a cuestas a causa de la historia. ¿Crees que somos vÃctimas de ella y nos es imposible quitarnos de encima hechos que perduran en el tiempo?
Es la imagen del libro, la portada es lo primero que capta el ojo del futuro lector. Fernando Iwasaki ha conseguido darle a sus libros un toque especial gracias a las cubiertas del ilustrador Fernando Vicente. En la de su nueva obra, según nos contó en la presentación del libro en Barcelona, celebrada en la librerÃa Laie junto a Mercedes Abad y el editor Juan Casamayor, Fernando Vicente ha sabido fusionar «Tora, Tora, Tora» con «Toro, Toro, Toro», dibujando ese «Toro de Troya» de donde salen los «ninja» para invadir España.