Volver a la poesÃa es siempre un viaje incierto, pero tan apasionante que no se sabe nunca cuándo surgirá la luz, esa que nos ciega o nos ilumina el camino, la que nos abisma o salva, la que nos concede la exacta palabra o nos la limita. PoesÃa para vivir y soñar, despertar un dÃa y seguir las órdenes de lo ilógico e incomprensible, mutar en otros cuerpos, olvidar el olvido y nacer de nuevo, percibir la respiración del universo todo. Asà todos los dÃas, sin desmayo, abriendo el corazón, el alma y los sentidos a la creación de lo increado. Amanecer al filo del lÃmite, en el margen y seguir creyendo en la palabra y sus silencios.
La poesÃa entonces renace de todas las cenizas y nos devuelve la esperanza siempre de vivir hasta la extenuación. Porque sabemos que no es corriente que recaigan en un corto periodo de tiempo, y en la misma persona, los premios más importantes de la literatura española e iberoamericana a los que tantos escritores aspiran, hoy celebramos que haya sido una mujer, hecho poco frecuente, pero justo, merecido y necesario, Ida Vitale (Montevideo, Uruguay, 1923) la poeta galardonada en estos últimos años con el Premio Reina SofÃa de PoesÃa Iberoamericana (2015), Premio Internacional de PoesÃa Federico GarcÃa Lorca (2016), Premio Max Jacob (2017) y recientemente el Premio Cervantes (2018), el más importante del panorama literario en lengua española. Con motivo de todos estos premios recuperamos la PoesÃa reunida (1949-2015), que la editorial Tusquets, en su colección Nuevos textos sagrados publicó el año pasado.
No cabe duda que estos reconocimientos, a priori, avalan la trayectoria poética de Ida Vitale, pero es su sentido y concepción del mundo en el que vive lo que hace de Vitale una poeta esencial, de una pureza indiscutible por su profundidad en el tratamiento de los temas, su extraordinaria humanidad y su vital presencia en todos los órdenes de la vida, por su aportación lingüÃstica y literaria, su capacidad de creación y su dedicación continuada al enriquecimiento del lenguaje, amén de su sensibilidad natural, que hace de ella una excelsa poeta y que sus textos sean como un gran faro iluminando continentes.
PoesÃa reunida abarca, como ya hemos adelantado, el periodo que va de 1949 a 2015 (aunque no están todos los poemas escritos), más de medio siglo de producción poética, amplia muestra del quehacer de Ida Vitale y que ha merecido el más grande reconocimiento literario: el Premio Cervantes. Marca la poesÃa de Ida Vitale un continuo discurrir por la palabra en todas sus formas posibles, sus acepciones y sentidos, como si se tratara de un juego en el que las combinaciones, todas las combinaciones posibles fuesen vitales para el fin que se persigue, cual es, crear un universo propio, un mundo en el que todo lo creado parte del humano devenir. Queda patente en la poesÃa de Vitale el rigor intelectual con el que afrenta cada texto:
«Â¿Qué hacer? ¿Abrir al mar la estancia de la muerte? ¿O enterrarse entre piedras que encierran amonitas fantasmas y prueban que fue agua este humano desierto?».
Su diálogo permanente con la Naturaleza, ya sean rÃos, árboles, pájaros:
«Profundamente pájaro, / proundamente rÃo, profundamente cielo / y árboles y árboles / profundos y distintos, / marejada de nubes sobre / golondrinas, cotorras, / palomas, benteveos / y constantes gorriones / y remilgados teros, / silencios con abrojos, / errores tan fatales, / imprecisas historias / de miserias ¿humanas?».
Toda su poesÃa fluye acompasada, musical, como un canto único, nacida de la profunda reflexión sobre la vida y la muerte, el tiempo y el espacio. Ida Vitale parte de la nada en un discurso grandioso que nos hace vibrar con cada palabra, con cada sÃlaba, en vuelo de majestad indescriptible. Su mundo, la Nada, es la clave de este viaje al centro, al núcleo, a su esencial palabra, a su verbo, a su extraordinario pensamiento, a su sensibilidad mayúscula. Sumergirse en la nada, adentrarse en el vacÃo para vivir intensamente la vida toda, con sus conquistas y derrotas. No es otro el camino, este camino de continuo abismarse en la luz de la oscuridad para reconocer y reconocerse, alumbrando la palabra que nos redima:
«Bajo la pálida / lluvia de luz de la ventana, / inconclusos poemas, / fantasmas de lo que no ha sido, / alzan sus banderas, / las derrotan y mueren. // Bajo la pálida / lluvia de luz de la ventana, / flota una especie blanca, / me digo, / un desierto de nada».
Fulgor de la palabra, perfecta simbiosis de conocimiento y emoción que hacen de su poesÃa un lugar paradisÃaco y único, de imprescindible visita, como asà ha sido reconocido al otorgársele el Premio Cervantes. Quedémonos, pues, con Ida Vitale, con su lumÃnica y honda voz:
«SÃ, no vayamos más lejos, / quedemos junto al pájaro humilde / que tiene nido entre la buganvilia / y de cerca vigila. / Más allá sé que empieza lo sórdido, / la codicia, el estrago».
Quedémonos con su deslumbrante magisterio y sabidurÃa, con el intenso fuego de sus versos, con su sólida e inmensa obra poética, humano monumento.