Kenneth Koch | Foto: Kriller71 Ediciones

Este minuto extraordinario

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Kenneth Koch | Foto: Kriller71 Ediciones

“Ladrad, perros, y llenad los valles
De blanco con vuestros horribles lamentos”.

Kriller71 Ediciones

En la composición que da título al libro, Perros ladrando en la nieve, el poeta se aprovecha de lo circunstancial para ofrecernos un canto apasionado a lo meticuloso, un improvisado homenaje a la supervivencia de lo efímero. Dejarse llevar por el instante parece crucial a su poética (“En completo silencio montañoso/ No hay modo de llegar ahí arriba, ni forma de quedarse”; Montaña); impulsa “cierto tipo de entusiasmo” (A la pintura abstracta), una inspiración que hace que el estilo fluctúe y se adapte a las distintas fases de lo sentimental.

Podría decirse que el poeta y escritor estadounidense Kenneth Koch (Cincinnati, Ohio, 1925 – Nueva York, 2002) es, literalmente, un escritor ocasional, ya que lo que escribe responde a los acontecimientos y las personas de su alrededor de forma inmediata (de hecho, muchos de los poemas de la antología Perros ladrando en la nieve (Kriller71ediciones, 2016; prólogo de Jordi Doce) han sido escritos para su amplio círculo de amigos). Diríase que, en su mejor poesía, Koch privilegia la naturaleza precisa de lo espontáneo:

“Memoria que, si detenida, puede ser renovada”.
(Al conducir).

Grafomanía que se deleita en el divertimento, la del norteamericano, al igual que la del resto de integrantes de la Escuela de Nueva York a la que pertenece,  es una obra aparentemente caótica (“¿No hay nada nuevo que sea sagrado?” ; El sacramento…), sin duda energética (“Siéntete bien/ Luego vete”; Estética…); podría tildarse de dadaísta si no fuera, en realidad, expresionista abstracta:

“Puede ser importante
Haber esperado al menos un momento para ver lo que ya estaba allí”.
(Un tren)

Canción embriagada y embriagadora:

“¿No podría yo
Puedo encontrar este momento minuto
Extraordinario?”.
(Destino)

Con una despreocupación violenta, que blande lo vulgar para abrirse paso a través de una dicción sin restricción.

Se atenúa lo surrealista y emerge una voz íntima distintiva:

“Cuanto antes encuentres tu propio estilo, mucho mejor”.
(El Arte…)

Composiciones fragmentadas que podrían haber firmado sus coetáneos Frank O’Hara (1926-1966) o John Ashbery (1927), giran alrededor de frases coloquiales y detalles a medio vislumbrar, antes de implosionar en plena página:

“He estado ya en tantos barcos y trenes
Buscando sin cesar las cumbres de mi vida”.
(Surcamos…)

Ricas texturas se alternan con desafiantes enfoques en estos poemas escogidos y vertidos al castellano, por primera vez, por Sílvia Galup y Aníbal Crístobo.

Para Koch, el acto poético parece ser actuación, declaración momentánea, en lugar de una muestra de artesanía o autocontrol:

“Te amo como un sheriff busca una nuez
Que resolverá un asesinato que lleva años sin resolverse”.
(A ti)

Sus versos se miran en Whitman, en Maiakovski, en Benjamin Péret, mientras expresan una extravagante indiferencia hacia las resonancias construidas por le mot juste; se acogen a una extraordinaria inmediatez mientras desdeñan las santidades tradicionales de la versificación. Se acercan a la idea de lo salvaje para acceder a lo sublime. Con independencia del énfasis, su potencial es ilimitado, su emoción desbordada, su inquietud incontenible.

José de María Romero

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es crítico de narrativa, poesía, ensayo y novela gráfica. Es miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literario. Colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional.

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