“Ladrad, perros, y llenad los valles
De blanco con vuestros horribles lamentosâ€.
En la composición que da tÃtulo al libro, Perros ladrando en la nieve, el poeta se aprovecha de lo circunstancial para ofrecernos un canto apasionado a lo meticuloso, un improvisado homenaje a la supervivencia de lo efÃmero. Dejarse llevar por el instante parece crucial a su poética (“En completo silencio montañoso/ No hay modo de llegar ahà arriba, ni forma de quedarseâ€; Montaña); impulsa “cierto tipo de entusiasmo†(A la pintura abstracta), una inspiración que hace que el estilo fluctúe y se adapte a las distintas fases de lo sentimental.
PodrÃa decirse que el poeta y escritor estadounidense Kenneth Koch (Cincinnati, Ohio, 1925 – Nueva York, 2002) es, literalmente, un escritor ocasional, ya que lo que escribe responde a los acontecimientos y las personas de su alrededor de forma inmediata (de hecho, muchos de los poemas de la antologÃa Perros ladrando en la nieve (Kriller71ediciones, 2016; prólogo de Jordi Doce) han sido escritos para su amplio cÃrculo de amigos). DirÃase que, en su mejor poesÃa, Koch privilegia la naturaleza precisa de lo espontáneo:
“Memoria que, si detenida, puede ser renovadaâ€.
(Al conducir).
GrafomanÃa que se deleita en el divertimento, la del norteamericano, al igual que la del resto de integrantes de la Escuela de Nueva York a la que pertenece,  es una obra aparentemente caótica (“¿No hay nada nuevo que sea sagrado?†; El sacramento…), sin duda energética (“Siéntete bien/ Luego veteâ€; Estética…); podrÃa tildarse de dadaÃsta si no fuera, en realidad, expresionista abstracta:
“Puede ser importante
Haber esperado al menos un momento para ver lo que ya estaba allÃâ€.
(Un tren)
Canción embriagada y embriagadora:
“¿No podrÃa yo
Puedo encontrar este momento minuto
Extraordinario?â€.
(Destino)
Con una despreocupación violenta, que blande lo vulgar para abrirse paso a través de una dicción sin restricción.
Se atenúa lo surrealista y emerge una voz Ãntima distintiva:
“Cuanto antes encuentres tu propio estilo, mucho mejorâ€.
(El Arte…)
Composiciones fragmentadas que podrÃan haber firmado sus coetáneos Frank O’Hara (1926-1966) o John Ashbery (1927), giran alrededor de frases coloquiales y detalles a medio vislumbrar, antes de implosionar en plena página:
“He estado ya en tantos barcos y trenes
Buscando sin cesar las cumbres de mi vidaâ€.
(Surcamos…)
Ricas texturas se alternan con desafiantes enfoques en estos poemas escogidos y vertidos al castellano, por primera vez, por SÃlvia Galup y AnÃbal CrÃstobo.
Para Koch, el acto poético parece ser actuación, declaración momentánea, en lugar de una muestra de artesanÃa o autocontrol:
“Te amo como un sheriff busca una nuez
Que resolverá un asesinato que lleva años sin resolverseâ€.
(A ti)
Sus versos se miran en Whitman, en Maiakovski, en Benjamin Péret, mientras expresan una extravagante indiferencia hacia las resonancias construidas por le mot juste; se acogen a una extraordinaria inmediatez mientras desdeñan las santidades tradicionales de la versificación. Se acercan a la idea de lo salvaje para acceder a lo sublime. Con independencia del énfasis, su potencial es ilimitado, su emoción desbordada, su inquietud incontenible.