José Cardoso Pires en su libro dedicado a Lisboa Diario de a bordo dice que nadie podrá conocer una ciudad “si no la sabe interrogar, interrogándose a sà mismoâ€. O sea si no trata de descubrir por su cuenta los azares que la vuelven imprevisible y el misterio de su más intima unidad.
Y es esto sin duda lo que Pablo Javier Pérez López ha realizado en el poemario La orilla detenida. Siempre busca el diálogo entre España y Portugal. Para encontrar en esa dialéctica alguna respuesta poética y ofrecérnosla. Tal vez sea esa la parte más interesante del Iberismo: reconocernos en la mirada del otro.
En el poema: Terreiro do Paço comenta el descubrimiento de dos estatuas situadas en la plaza de Lisboa dedicadas al Duero y al Tajo. Descubrimiento que le confirma la sospecha de ser siempre el mismo rÃo, el rÃo de su memoria y el rÃo de la orilla presente, con toda la carga metafórica que esto supone.
Juan Manuel RodrÃguez Tobal señalaba que no era banal habar de poetas de rÃo. Haber nacido junto a un rÃo, escuchar sus rumores y guardar en la memoria toda la enseñanza de ese rÃo es algo que acompaña a un poeta siempre: “Una orilla escribe a un hombreâ€.
Encontramos en la labor poética muchas referencias al propio proceso creativo. El poema, la imagen, como una transparencia, una claridad que se ha construido en la salvaje oscuridad. Y ese es el misterio del oficio del poeta, habitar la sombra de los otros, hacer luz y crear un mundo en la propia carne, habitar lo invisible, es decir la creación poética tiene también un precio, es el dolor.
A la manera de Borges el poeta recibe el conocimiento de los ciegos:
quien se lame la transparencia
en los alegres ojos de los ciegos
que nos dan la claridad y el futuro
Hay aquà una denuncia de la ceguera de los hombres que no saben lo que hacen. Esa claridad, esa creación poética Pérez López la encuentra en los hechos: “La claridad no está en el decir / está en el hecho†donde nos ofrece una maravillosa imagen del quehacer poético. La claridad, es decir, la inspiración, nace de lo cotidiano, nace en los otros, el poeta sólo pone su oÃdo atento a las cosas y el poema surge.
Pero tampoco es casualidad que sea Lisboa, como no fue casualidad que el milagro griego ocurriese en Atenas. En esta idea ahonda el poemario. Lisboa, Allis Ubo, Aquiles, Ulises, Homero son nombres que recorren los poemas como paisajes. Existió la creencia de que Lisboa habÃa sido una fundación del mÃtico Ulises y hasta se hacÃa derivar su nombre de Olissipo. InverosÃmil historia que, sin embargo dio juego, porque ocurrió que no hubo otro pueblo más parecido con el arquetipo de Ulises que el pueblo portugués. Todos los prejuicios y tópicos aplicados al portugués, pertenecen ya a Ulises. El afán de aventura, la pasión por el mar, la astucia, el saberse desenrascar, la obsesión por el regreso, la saudade.
La forma alis -ubbo que significa «ensenada amena», considerada de origen fenicio parece tener hoy más aceptación que la etimologÃa derivada del mÃtico Ulises. Pero esta etimologÃa ofrece también una imagen relevante en los poemas ensenada amena-lisboa, hace referencia a la extensa y profunda desembocadura del Tajo. Que podÃa representar un puerto seguro para sus embarcaciones.
También este poemario responde a una poética del viaje. Un viaje del hombre del siglo XXI. El viaje es una búsqueda existencial, de algo que, en principio no se encuentra en el lugar habitual. Por eso el viaje no es ahora descriptivo, es un viaje interior, es el poeta en dialogo con el otro. De ahà que la imagen del viaje esté presente en todo el poemario, Ulises, el gran viajero, que viaja para volver a su origen, el tren, el tranvÃa, el cacilhero…
Y ese sentido panteÃsta de Alberto Caeiro nos avisa ya desde el principio:
Aprendà más de la lengua azul del tiempo
y de la presencia del silencio del otro
que de las más grandiosas bibliotecas
Nos avisa que su poesÃa nos transmite un conocimiento vital, un conocimiento que está en la memoria vÃvida de los otros y no en los libros.
Es una poética que se basa en recoger el rumor de los rÃos. El poeta es sólo un personaje doliente que con calma, en la orilla, sabe recoger ese rumor que atraviesa la historia, como un eco en el aire y nos lo entrega.
En este sentido, Pablo recuerda al poeta zamorano AgustÃn GarcÃa Calvo, para quien la poesÃa era también eso, recoger lo que suena en el aire y encontrar en ello algo verdadero que es de todos y de nadie.
Y también hay ecos del poeta zamorano en el poema: “la patria no se escoge, es un rio detenido ante tus ojos†que recuerda al tú eres mi patria… de AgustÃn GarcÃa Calvo donde el poeta reclama el amor como única patria, el amor como el único dios. Es decir la importancia de la vida frente a las ideas. Del amor frente a las leyes.
Junto al triunfo del amor y de la vida, el triunfo del sentir sobre el pensar. Instrucciones para sentir no piense, sienta, no haga poemas, viva dentro del verso. Y sobre todo no piense en ello.
La geografÃa que se traza en los poemas, es una geografÃa real. Terreiro do paço, el cacilhero, la estatua de Cesário Verde, la Rua do Alecrim, el Tajo, Alfama… y Castilla y el Duero, pero se trata de paisajes un poco onÃricos que forman parte de la memoria del poeta. Y junto al paisaje del rÃo y a los lugares fÃsicos reconocibles de Lisboa están también las voces de la ciudad, las tascas, los habitantes de la ciudad, extranjeros, trabajadores, viajeros de tranvÃa… de este modo podemos leer la ciudad de Lisboa en los textos de Pérez López.
Quizá la imagen que resume todo el pensar poético es la imagen del rÃo. Con toda la fuerza del pensamiento de Heráclito el oscuro. La imagen del rÃo, todo fluye, nadie puede bajar al mismo rÃo dos veces. Todo es un continuo fluir y esa es la única eternidad del hombre. “Ningún rÃo muere / todos nacen dos vecesâ€.
Junto a Heráclito, con Pessoa en Lisboa, una adolescente lee la biblia, en el último asiento del autobús, los perros siguen ladrando. La orilla detenida enumera poetas que forman parte de la memoria y la lectura del poeta, Machado, Pessoa, Cesáreo Verde, Borges, Heráclito, Caeiro… todos ellos representan mortalidad e inmortalidad y asà hacen resonar su transcendencia y su compartida humanidad.
Este diálogo Lisboa / Castilla Tajo / Duero, abarca también la lengua, las palabras Coração, corazón, carozo. Hay un juego de palabras entre las dos lenguas corazón, suena más duro y fuerte en español, lengua que se decÃa de huesos , frente al portugués, lengua más dulce y suave, carne sin hueso, pero es preciso tener cuidado y no dejarse llevar por esa suavidad, y carozo es parecido al nombre corazón pero sólo parecido en el sonido. Carozo es el hueso de los frutos. Pérez López utiliza este juego de palabras o falso amigo también para alertar de la importancia de las palabras, la importancia de la palabra precisa para la salvación del mundo.
es preciso ser preciso
con la tinta y la boca
para que el mundo
no se muera todavÃa
amor
Versos que recuerdan el poema de Eugénio de Andrade. É urgente. El poeta incide en este poema en la necesidad de cuidar las palabras no banalizarlas. Cuidar la palabra significa poder encontrar verdad, contemplarla y nombrarla para después entregarla. Es asà el quehacer poético un acto de demiurgo que crea y nombra.
En este deambular por la ciudad de Lisboa, vemos que el poeta deambula por la ciudad-metáfora en busca de algo, un trabajo poético que se desvela como un pensar poético. Pero no se presenta una Lisboa que sea una máscara del poeta que sirva para ahondar en los meandros de su propia alma, como ocurre en Cardoso Pires, en Pérez López es una ciudad que le permite dialogar, una alteridad que es espejo y rÃo y orilla. Lisboa es también una ciudad que ha sido recorrida por los poetas y escritores con afán de búsqueda. En el caso de este poemario, más que de una caÃda del yo interior se trata de una búsqueda metafÃsica. Es ciudad de una de las literaturas europeas más importantes. Suele decirse que a excepción de Grecia es el paÃs más pequeño con una literatura tan importante. Lisboa tiene una vinculación especial con la muerte como lo evidencia el nombre de uno de sus cementerios más famosos, o cemiterio dos Prazeres. Nombre que parece hacer gala de de su vinculación, en absoluto dramática, con el mundo de los muertos, o no-vivos.
La hermandad entre pájaros y poeta, imagen que estaba también en Juan Ramón y que Pablo desarrolló ya en el Misterio del oficio, está en este libro.
Desde el punto de vista formal el oxÃmoron griego utilizado por Heráclito está presente en muchos poemas, asà como la aliteración y repetición, estableciendo asà un nuevo diálogo entre el contenido, la verdad revelada en la contemplación y la forma de aprehender esa verdad.
También la imagen del rÃo y del continuo fluir conlleva la imagen del agua, una ciudad con puerto y con orilla, se constituye en un sÃmbolo inequÃvoco de muerte.