Escribir sobre el Libro del desasosiego y su historia es una actividad condenada al anacronismo dada la fecundidad con la que la obra inacabada de Fernando Pessoa se manifesta desde que viese la luz por primera vez en 1982 de la mano de Jacinto do Prado Coelho, Maria Aliete Galhoz y Teresa Sobral Cunha para la editorial Ãtica. A la primera edición siguió la de Sobral Cunha (1990-1997), luego la de Richard Zenith (1998) y finalmente la de Jerónimo Pizarro (2010). Cada uno de estos tres últimos especialistas lanzó nuevas ediciones, llegando a sumar unas veinte publicaciones que difieren entre ellas. Una de las preguntas que emergen cuando nos acercamos al legado y edición del escritor es si realmente varÃan tanto entre sÃ.
El legado
Para intentar responder tenemos que remontarnos a la génesis misma de la obra. Fernando Pessoa comenzó a escribir los primeros fragmentos del Libro del desasosiego a principios del siglo XX. La composición presenta dos fases de escritura: la primera irÃa de 1913 a 1920 y la segunda de 1929 a 1934. Cada una de las etapas es asignada por Pessoa a un autor diferente. Primero a Vicente Guedes y posteriormente a Bernardo Soares.(1) Entre ambas un intervalo que a dÃa de hoy continúa siendo un misterio para los investigadores.
El libro desde el principio es concebido por Pessoa como una obra cuya nota predominante es la inquietud y la incerteza y que termina deviniendo un laboratorio de escritura para el mismo escritor. Reflexiones sobre el proceso de composición de los textos, de lectura, de revisión y sobre la construcción de la obra son una constante que el escritor vive con angustia. Leemos:
“Hacer una obra y reconocerla mala es una de las tragedias del almaâ€.
“Tomar una decisión, acabar cualquier cosa, salir de lo dudoso y lo oscuro son cosas que me parecen catástrofes, cataclismos universalesâ€.
Pessoa planificó diversos Ãndices y escribió prefacios que atestiguan la voluntad de reunir los textos en un libro. Aun asÃ, el escritor sólo publicó en vida 12 artÃculos como pertenecientes al Libro del desasosiego. La Biblioteca Nacional de Portugal selecciona, aproximadamente, unos 772 documentos relativos al legado de esta obra en concreto. Sobre esa base las ediciones varÃan entre los 400 y los 700 fragmentos. Después de su muerte, en 1935, tuvieron que pasar 47 años, los mismos años que tenÃa cuando murió, para que la primera edición viese la luz. La historia de la primera publicación está asociada al inventariado y al catálogo del legado. Esta actividad se realizó de forma un tanto acelerada, hecho por el cual Jorge de Sena, que habÃa de ser el responsable de la misma, terminó por desistir. Todas las ediciones se entienden, a partir de 1982, en función de las otras y de la mejora en la lectura y transcripción del legado, siendo la edición crÃtica de 2010 el máximo exponente en este sentido. El profesor de la Universidad de Coimbra, Osvaldo Manuel Silvestre resume el periplo editorial pessoano con la siguiente fórmula: “Pessoa=baúl=archivo=digitalâ€.
«Lo que la fórmula pretende narrar es, básicamente, el devenir-archivo de Pessoa en sus fases históricas decisivas: en la fase inicial, la de la edición de la obra de Pessoa en Ãtica, y siendo el editor principal quien era (João Gaspar Simões, esto es, alguien muy escéptico en relación al alcance de la heteroÃmia), Pessoa era el nombre o metanombre de Autor que, de las capas de los libros al criterio filológico y editorial, regulaba toda la edición. A partir de cierta altura, que podemos situar en la década de los 80, Pessoa comienza a ser no el metanombre sino cada vez más un deÃcito para un legado metonÃmicamente indexado a un arca. La transformación del legado en archivo, por medio de los trabajo de instituciones competentes para el efecto, ocupa las décadas posteriores, hasta la digitalización actual, que encierra un proceso históricamente necesario, a partir del momento en que se lanzan los trabajos de la edición crÃtica, pero no sin efectos sobre la propia construcción de aquello que es hoy un Pessoa-Archivo».
Este es un gran resumen del recorrido editorial de Pessoa en el que vemos la relación que hay entre construcción, ideologÃa y representación y que se manifiesta también en las traducciones. La edición de 1982 ordenó los fragmentos por temas y con Soares como autor. El libro de Sobral Cunha presenta los fragmentos de forma cronológica diferenciando ambas etapas de producción del libro y signando un autor para cada una de ellas (Guedes y Soares). Richard Zenith ordena los fragmentos de forma subjetiva y atribuyéndolos a Soares. Pizarro ordena los fragmentos de forma cronológica y sitúa a Pessoa como autor.
Las traducciones
La historia de la traducción del Libro del desasosiego al español comienza con Ãngel Crespo que publica un año después de que saliese en portugués, es decir, en 1983. La edición se caracteriza por haber reordenado los fragmentos de la edición original. Perfecto Cuadrado preparó en 2002 para Acantilado la segunda de las traducciones al español, en este caso, el especialista en literatura portuguesa, siguió la edición de Richard Zenith. Después de Cuadrado, Manuel Moya tradujo en 2010 una edición del libro para Baile del Sol tomando como original la de Richard Zenith también. Finalmente llegamos a la traducción de Antonio Sáez Delgado (2014) para Pre-textos que sigue la edición de Jerónimo Pizarro para Tinta da China (2013). (2)
Esta última traducción, cuya génesis es la edición crÃtica de 2010 de Jerónimo Pizarro y que se fue re-trabajando hasta la última versión de Tinta da China (2013), se caracteriza por que presenta los textos de forma cronológica. De tal manera, aparecen representadas ambas fases de producción de la escritura. Veamos que dicen traductor y editor:
Antonio Sáez Delgado: “La prosa de este libro es casi un género propioâ€
¿Cómo fue el trabajo de traducción del libro? ¿Cuánto demoró?
El trabajo fue lento, tardé aproximadamente un año. Es un libro amplio y con muchas dificultades, por lo que se hacÃa necesario trabajar a un ritmo constante pero sin prisas ni presiones externas, que tantas veces acaban por entorpecer el trabajo del traductor. Creo que era importante, también desde el propio proceso de traducción, darle al libro el «tempo» que tiene, que es sin duda lento y pausado. Y también darle un equilibrio interno en términos de traducción, algo a lo que hay que estar muy atento en libros tan voluminosos, para que no haya altibajos en el trabajo de traducción. Y al final, sobre todo, dediqué mucho tiempo a corregir y volver a corregir, limpiar y volver a limpiar el texto para que fuese lo más limpio posible.¿Cómo concibe su labor como traductor?
Encaro mi trabajo como traductor como una responsabilidad y como una oportunidad. Me siento en la obligación de verter al castellano textos desconocidos o que pueden merecer otra traducción. Soy un defensor de la cultura material, y en esta son de gran importancia los diferentes mediadores culturales, una figura que en el universo digital se pierde con frecuencia. Creo en estos mediadores, entre los que se cuentan los traductores, y yo entre ellos.¿En qué cree que se diferencia su traducción de las otras?
Este LdD es muy diferente de los anteriores, en primer lugar, porque la edición de Jerónimo Pizarro en la que se basa es muy diferente de las anteriores en que se basaban las traducciones existentes en España o Argentina. Ahora tenemos la oportunidad de leer los fragmentos cronológicamente, con lo cual añadimos un componente «histórico» al libro, que antes no existÃa. Es, desde esa perspectiva, un libro nuevo, que también presenta novedades de lectura y menos fragmentos. Desde el punto de vista de la traducción, mi gran preocupación era no añadir oscuridad a un libro ya de por sÃ, en bastantes pasajes, oscuro. HabÃa que ser fiel a esa oscuridad y a la tensión lingüÃstica que plantea el texto, pero no añadir ni una pizca de oscuridad que no estuviese en el original. Ese era el gran reto, y también conseguir un estilo y un lenguaje que fuese fiel al que utiliza Pessoa en la primera y en la segunda fase de escritura del libro, bastante diferentes entre sÃ.¿Comparó su trabajo al de los otros editores?
El proceso de traducción, como cualquier proceso inscrito en el ámbito de la cultura, se asienta sobre el trabajo realizado en el pasado por otros mediadores. La respuesta es sÃ, leà y releà y estudié y comparé las traducciones existentes, siempre desde la perspectiva de que el trabajo del traductor (y el mÃo entre ellos) nunca está completamente cerrado, siempre es susceptible de mejorar. Y asà será, sin duda, en el futuro, cuando otros traductores se acerquen al libro. Lo importante es que las diferentes ediciones y traducciones del LdD dialoguen entre sà con respeto y sin dogmatismos.¿Qué destacarÃa de la prosa pessoana? Qué tiene, de tenerlo, de irreductible?
La prosa del LdD es, como decÃa, oscura en muchos fragmentos, y habÃa que conseguir el equilibrio de esa oscuridad sin aumentarlo. Esa es la gran dificultad. Pessoa juega también con neologismos, tensiones lingüÃsticas, dificultades de género y de concordancia… Múltiples aspectos que hacen de la prosa de este libro casi un género propio, deslumbrante y desequilibrante a partes iguales. Y el traductor debe respetar ese deslumbramiento y producir ese desequilibrio en el lector castellano. Ojalá lo hayamos conseguido.
Jerónimo Pizarro: “Toda traducción es un homenajeâ€
¿Está satisfecho con la traducción?
Plenamente. Hay un texto en el que comento el proyecto de Fernando Pessoa de preparar una lista de no-errata (cf. Alias Pessoa). Antonio Sáez Delgado supo respetar todas las extrañezas y particularidades del Desasosiego pessoano.Los libros en español presentan una doble mediación. Primero la mediación del especialista sobre los manuscritos y segundo la mediación del traductor sobre el trabajo del especialista. ¿Cómo ve esa relación?
Cuando los mediadores se acercan a las fuentes y, en equipo, proceden a revisarlas crÃticamente, creo que la relación es muy productiva. Antonio Sáez Delgado y yo volvimos a mirar los manuscritos siempre que surgÃa alguna duda.En el Colóquio Internacional Fernando Pessoa afirmó que a dÃa de hoy resulta complicado canonizar una edición por encima de otra. ¿Piensa lo mismo con respecto a las traducciones?
El problema es canonizar. Pero yo tengo para mà que algunas ediciones son muy superiores a otras y algunas traducciones mucho más logradas que otras. Para mà Whitman, en español, es Borges. Ojalá, para muchos lectores, Pessoa, en español, sea Sáez Delgado.¿Se puede decir que Pessoa está en orden?
O en desorden, no importa. Lo importante es que existe en una edición más fiable, honesta y coherente. La de Ãngel Crespo nunca se actualizó. La de Perfecto Cuadrado se revisó a medias hace dos años.¿Augura nuevas ediciones y traducciones al español del Libro del desasosiego?
Claro que sÃ. Toda traducción es un homenaje y faltan muchos.
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El desasosiego de Ãngel Crespo vio la luz en 1983 para la editorial Seix Barral. Sigue la edición original de Jacinto do Prado Coelho, ordenada por temas. Crespo sigue las postreras indicaciones de Pessoa sobre el ajuste al carácter ficcional de Soares y, aun respetando esencialmente la edición de Coelho, introduce algunas modificaciones. Pilar Gómez Bedate, albacea del legado de Crespo, da cuenta de esos cambios: la eliminación de los textos preliminares; reordenación de algunos fragmentos hacia el inicio para dar cuenta del ambiente soaresiano; exclusión de los versos y la distribución en un apéndice de los ‘Grandes Trechos’. Estos cambios son los que llevaron a Eduardo Lourenço a afirmar que la edición de Crespo era un libro-libro: “En portugués era un laberinto de fragmentos. Crespo lo convirtió en un libro-libro y abrió una nueva recepción internacional, la segunda vida de Fernando Pessoa, su conversión en un autor mÃtico y mágico que es leÃdo en todo el mundo por una especie de masonerÃa semisecretaâ€.
El desasosiego de Perfecto Cuadrado fue publicado en 2002 para la editorial Acantilado. Sigue la edición original de Richard Zenith, ordenada de forma subjetiva. Cuadrado explica que mientras trabajaba en la traducción, Zenith publicó una segunda edición con correcciones que fueron notificadas por el editor americano y tenidas en cuenta por Cuadrado. El criterio de ordenación no se modifica, ya que como el mismo especialista afirma, no consigue imaginar, al igual que Zenith, una ordenación ideal o fiel a la diversidad de proyectos de estructuración de la inacabada obra pessoana. AsÃ, impele al lector a que arme su propio libro. Es interesante el apunte que hace a la sintaxis de la traducción, en su intento de respetar la agramaticalidad de algunos pasajes y el cuidado de la semántica pessoana, distinguida por neologismos y desplazamientos gramaticales.
El desasosiego de Manuel Moya salió en 2010 para la editorial Baile del Sol. Sigue la edición de Richard Zenith. Una caracterÃstica que comparten todas las ediciones es que hacen referencia en cada introducción al carácter rebelde del libro argumentando de una y otra manera que siempre es el lector el que ha de recorrer los fragmentos hasta ordenar o su propio libro. En este sentido, Moya resalta el carácter insumiso del libro que no se dejó dominar ni por el propio Pessoa. La particularidad de la obra de Moya es que propone una fijación de su recorrido distinta de la de Crespo y Cuadrado. Si bien sigue la edición de Zenith propone una ordenación un tanto diferente con la intención de dar más consistencia a la lectura soaresiana. Al igual que el resto de las traducciones no presenta un Ãndice de los fragmentos.
El desasosiego de Antonio Sáez Delgado vio la luz en 2014 para la editorial Pre-Textos. Una de las diferencias que más saltan a la visa en comparación con las otras ediciones es el orden cronológico de los fragmentos y el Ãndice de textos en las páginas finales del libro. En la introducción Sáez Delgado afirma la traducción sigue la edición de Pizarro de 2013 que entra en diálogo con la crÃtica de 2010 e impele al lector a consultar las ediciones en portugués. «El trabajo del traductor» – apunta Sáez Delgado- «es también un work in progress siempre pendiente de actualización. Asimismo, hemos respetado y adaptado los neologismos pessoanos y hemos utilizado cuando nos ha parecido conveniente el término saudade, tan rico en connotaciones en la cultura portuguesa».
Escritura y desasosiego
Como podemos ver, el Libro que llega al lector presenta una dimensión de construcción póstuma considerable. La escritura de Fernando Pessoa se caracteriza por esa falta de cierre que lleva a especialistas a tomar una parte activa en la interpretación y en la formalización como libro. Se trata de una escritura que se expande por las múltiples correcciones y fases de revisión que quedaron abiertas y que sostienen la tesis de que es una escritura que no cesa de escribirse, motivo por el cual no cesa de editarse, no cesa de realizarse y no cesa de nominarse. Este es el motivo por el cual la obra es tildada de novela, de diario, de autobiografÃa, de ensayo, de tratado, de texto suicida, etc.
¿Por qué escribo entonces? Porque, retórico que soy de la renuncia, no aprendà aún a ejecutarla plenamente. No aprendà a abdicar de la tendencia para el verso y la prosa. Tengo que escribir como cumpliendo un castigo. Y el mayor castigo es el de saber que lo que escribo resulta enteramente fútil, fallado e incierto. (5-57).
El Livro do Desassossego nunca vio la luz de mano de Fernando Pessoa. La muerte sesgó implacable toda posibilidad de reescritura, ordenación o expansión y terminó por convertir en compositores a especialistas y editores. Todas las ediciones terminan por formalizar la escritura que no que cesa de escribirse. Interrupciones llamó Derrida al corte que se hace sobre una escritura infinita. Las ediciones son esas interrupciones que anhelan un original que no existió, que no existe y que no existirá y que vienen mediadas en el Desassossego de Coelho, de Cunha, de Zenith y el Desasocego de Pizarro. Por extensión, podemos decir también mediadas en el Desasosiego de Crespo, de Cuadrado, de Moya y de Sáez Delgado
(1) El juego de máscaras que Pessoa propone con los diferentes autores que selecciona para las obras no se entiende sin la heteronimia, que podrÃamos resumir de manera muy esquemática diciendo que se trata de la creación de un autor con una psicologÃa y biografÃa determinada al que se le asigna una obra o conjunto de obras en concreto. Entre los principales heterónimos tenemos a Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Ãlvaro de Campos y, como semi-heterónimo (tal como lo define el mismo Pessoa) a Bernardo Soares. En la reciente publicación Eu sou uma antologia (Tinta da China), de Jerónimo Pizarro y Patricio Ferrari, se presentan 136 autores ficticios.
(2) Hay una edición en español del 2000 de Santiago Kovadloff  para la editorial argentina Emecé. Para el presente artÃculo me centré en las ediciones publicadas en España en español. Hay una traducción al catalán para Quaderns Crema, de Gabriel Sampol i Nicolau Dols. Recientemente la editorial Funambulista publicó una antologÃa a cargo de Luis Morales con textos del Livro do Desassossego y que subtituló Un dÃa en la (no) vida de Bernardo Soares.
Interesantes las ampliaciones recuadradas que van puntuando el texto. Pero en algún caso (por ejemplo: «A partir de cierta altura, que podemos situar en la década de los 80, Pessoa comienza a ser no el metanombre sino cada vez más un deÃcito para un legado metonÃmicamente indexado a un arca») parecen haber olvidado traducirlas al español, o al menos a alguna lengua generalmente comprensible.