Girafes
Autor: Pau Miró
Intérpretes: Anna Alarcón, Albert Ausellé, Bernat Cot, Carles Flavià , Òscar Muñoz
Espacio escénico y vestuario: Pi Piquer
Illuminación: LuÃs MartÃ
Sonido: Lucas Vallejos
Composición musical: Oriol Miró
Movimiento: Mercè Boronat
Ayudante de dirección: Isaac Alcayde
Videocreación: Alfonso Ferri
Producción ejecutiva: Helena Font
Fotos: © Josep Aznar | Sala Beckett
Sala Beckett (Barcelona), hasta el 18 de octubre de 2009
Dice Pau Miró que las jirafas pueden parecer delicadas, Ãntimas, casi clandestinas, pero que tienen un secreto que sólo se explican ellas, al igual que los personajes de esta obra de teatro. Son animales enigmáticos que no tienen cuerdas vocales. El narrador de la historia, un Carles Flavià que no está a la altura de sus compañeros de escenario, tampoco habla desde que, a los tres años, vio morir a su madre por culpa de la explosión de una bomba.
Estamos a finales de los años 50. Hace años que ha terminado la Guerra Civil, pero el ambiente de miedo y represión invita a unos silencios que son los que Miró utiliza – con maestrÃa – para dejar al espectador angustiado. Algo pasa que no se dice. Girafes es la tercera parte de una trilogÃa que ha consolidado a este autor y director como uno de los nombres imprescindibles del teatro catalán. Tres obras que hablan de una misma familia, con el Raval – y una lavadora – como trasfondo. AquÃ, los abuelos. En Lleons, los padres. Y en Búfals, los hijos.
La trama podrÃa parecer simple. Anna Alarcón interpreta a la mujer de la casa, Ã’scar Muñoz a su marido, Bernat Cot al hermano que ha quedado mudo y se pasa el dÃa escribiendo en una libreta todo lo que le ocurre, y Albert Ausellé a un chico que tiene una habitación re-alquilada y sale todas las noches diciendo que va a trabajar a una fábrica cuando, en realidad, se traviste en el cabaret del club «La Polvera». Alrededor de la familia, aparece y desaparece, el vendedor de lavadoras interpretado también por Flavià . Una lavadora que será la semilla para las otras dos obras: En Lleons la familia ha montado una lavanderÃa y en Búfals los hijos se le intentan vender.
La mujer pronuncia una frase que resume a la perfección el ambiente, el olor, de la obra: «todo el mundo es extraño a su manera». Y, en realidad, lo que nos está diciendo es que todo el mundo, a la vez, tiene algún secreto. Alarcón, que también se encargó de la espléndida interpretación de la chica en silla de ruedas de Lleons, materializa un papel excelente. Conserva la belleza, la ambivalencia, la docilidad y, al mismo tiempo, la esperanza. Parece que no se puede quedar embarazada, pero mantiene la alegrÃa, intenta que su marido no desespere cuando, en un accidente en la carpinterÃa donde trabaja, se queda sin algunos dedos de las manos. Cuida de su hermano, que sufre una especie de autismo que le hace poco social, y mantiene una relación muy especial con el inquilino.
Es una obra de secretos, pero también de refugios. Albert Ausellé esconde su homosexualidad en la falsa alegrÃa del cabaret (y en la ilusión de huir a ParÃs). El pequeño de la familia se refugia en la azotea de la casa, donde mira el cielo, pensando que lo vendrán a buscar. Más tarde, cambiará su cobijo por un prostÃbulo del barrio chino donde, a cambio de un poco de chocolate, la «gallega» le inicia en el mundo del sexo.
En Girafes hay un intento de incorporar más el humor. No es necesario. Las escenas que transcurren en el cabaret parecen excesivas e, incluso, hay un número donde dos hombres disfrazados de mujeres hacen un sketch que no aporta nada a la obra. Flavià , que a parte del vendedor de lavadoras hace de narrador (dará voz al hermano que, un dÃa con «la gallega», recupera la voz de forma natural), también es muy mejorable. Sin dañar la obra, sà es verdad que se hace difÃcil seguirle, por una vocalización demasiado rápida y poco definida, que no ayuda nada. El resto, es mucho más que recomendable. Ya decÃamos que Alarcón sorprende, transmite esa magia del personaje senzillo y misterioso, pero también el resto de actores. Albert Ausellé se desenvuelve muy bien con los dos registros, el de travestido y el de inquilino discreto, y Bernat Cot dibuja a la perfección el chico introvertido que no habla por culpa de un trauma infantil. Ã’scar Muñoz no es una excepción, y construye un personaje verosÃmil, un marido celoso e inseguro que, cuando se quedan por fin solos en casa, consigue hacer a su mujer los hijos deseados. Una simple historia familiar, en definitiva, que no tiene nada de simple.
Pau Miró es potente, muy potente.
Albert Lladó
www.albertllado.com
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