Magnitud imaginaria. Stanislaw Lem
Traducción de Jadwiga Maurizio
Introducción de Roberto Valencia
Impedimenta (Madrid, 2010)
Me dijeron que Stanislaw Lem (Lvov, Polonia, 1921-Cracovia, 2007) era adictivo y se quedaron cortos. Es más que eso, es inspirador, renovador, impulsor y, hasta dirÃa yo, transgresor de todo aquello que se llama literatura. En Lem, los convencionalismos no valen, todo es materia literaria, incluso los libros que no existen, aquellos que están por encontrar escritor. Mientras esto ocurre, Lem nos ofrece en Magnitud imaginaria un tratado excelente de “PrologologÃaâ€, género al que, como dice el propio Lem, hay que darle carta de nobleza, dándole a los prólogos y al arte de prologar la libertad que merecen. Porque prologar es un arte y porque nadie se atrevÃa a escribir el tratado de prologologÃa, Lem se embarca en la empresa y nos ofrece una fascinante y enriquecedora serie de prólogos a libros ¿qué no existen?, ¿que existen y no tiene prólogo?, ¿que se han de escribir y luego pedir a los dueños de los derechos del escritor polaco permiso para publicarlos junto con la obra? Lean y juzguen. Lo que tenemos que decirles es que no podrán parar de leer, de reÃr, de meditar e incluso, para los picados por la escritura, no se resistirán a ponerse manos a la obra para escribir quién sabe qué, pero escribir.
Con Magnitud imaginaria, la editorial Impedimenta nos vuelve a poner en las manos un libro, sin género alguno de duda, esencial para la comprensión de una forma particularÃsima de ver la literatura como era la de Lem. Su buceo por las pasiones humanas ha dado a luz estos prólogos de libros que parecen imposibles, que están llenos de lo mejor y lo peor de todos nosotros que formamos eso que llamamos Humanidad. Aunque sea el segundo hermano de cuatro, (el anterior es VacÃo perfecto (Impedimenta, 2008) y el que le sigue, y que pronto publicará la misma editorial es Golem XIV cerrando esta particular Biblioteca “Provocaciónâ€), no nos parece que tenga nada que envidiarle a los otros. Este es un texto que se lee con ganas, que te persigue, que no deja distraerse y que te lleva por las calles de la creación, porque Lem tiene esa capacidad que muy pocos cultivan en literatura por no poder, por falta de capacidad: es generador de cultura, de ideas y de reflexiones.
Escrito con una fina ironÃa, salpicada de una ciencia ficción que llamaremos “no espacialâ€, Lem nos hace leer prácticamente esos libros que prologa. Desde “Necrobiasâ€, donde se hacen fotos eróticas con rayos X, hasta la prodigiosa “Historia de la literatura bÃticaâ€, Lem juega y se divierte con las ideas, les da vida, condición de probabilidad, las convierte en ficción, en materia literaria que alienta todas las posibilidades de otros universos, paralelos o mezclados con este, que son una refrescante provocación de los sentidos.
El prólogo de Roberto Valencia, excelente, da pistas sobre Lem y su obra. Prólogo valiente ya que, visto lo visto, el prólogo a un libro de prólogos ha de ser una tarea harto difÃcil y que Roberto solventa con un conocimiento preciso del autor y su obra. Su comparación de Lem con el niño prodigio de Annie Hall de Woody Allen es sencillamente un rotundo acierto.
Lectura estimulante, enriquecedora y divertida, llena de genio y sabidurÃa que busca tocar el aburrimiento del lector para convertirlo en entusiasmo resuelto. Una lectura que espera la futura entrega de Golem XIV que, a pesar de no encontrarse registrada en la “Extelopedia Vestrandâ€, nos consta que pronto disfrutaremos de ella. Por ahora es mejor no perderse Magnitud imaginaria.
Pedro Crenes Castro
http://senderosretorcidos.blogspot.com