Malcolm Otero: «La pesadilla del editor es sacar un libro y que no pase nada»

Al hablar con un editor pocas días antes del lanzamiento de su nueva editorial se corre el peligro de acabar contagiado por los nervios y la ilusión. Además, Malcolm Otero (Barcelona, 1973) tiene a sus espaldas la experiencia del profesional de nuestro tiempo. Dinámico, comprometido con el oficio pero, por encima de todo, consigo mismo, ha librado batallas en grupos editoriales (Planeta, RBA) y ha experimentado creando propuestas alejadas del circuito comercial (Barril & Barral). Y llegó la crisis y hubo que reinventarse. Junto a Bernardo Domínguez, director de la editorial mexicana Jus, y Julián Viñuales, creador de Global Rhythm Press, vuelve a las librerías con Malpaso, un sello que nos puede servir de ejemplo para entender cómo debe pensarse y trabajarse el libro en el siglo XXI. Conscientes de los soportes y pensando en que lo importante es la obra literaria, las ediciones impresas de Malpaso incluirán la descarga digital. A partir del 8 de octubre podrán encontrarse en las librerías los dos primeros títulos: Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, de Eduardo Lago, y La cartera del cretino, de Kurt Vonnegut.

Malcolm Otero
Malcolm Otero

A la cita para la entrevista acude Malcolm acompañado de Eva Muñoz, responsable de Prensa y Comunicación, quien me facilita ediciones previas de los lanzamientos, más sencillas, como adelanto de lo que se avecina.

Eva Muñoz: Los que se pondrán a la venta son mucho más bonitos.

Malcolm Otero: Son en tapa dura con sobrecubierta en la mitad inferior, casi a modo de faja amplia, con  la ilustración. Es un libro muy peculiar. Además hemos tintado el taco en todos los libros, cada título de un color.

¿En qué colores salen los primeros?

Eva: El de Eduardo Lago es azul…

¿Por “El lago azul”?

Malcolm: No, no. Todas las ilustraciones son en blanco y negro con algún toque de color. El mismo tono de la cubierta es el queda en el taco. El de Vonnegut tiene en la portada una cartera con un tratamiento de color amarillo-anaranjado.

Esto me recuerda a las biblias, que van tintadas en rojo o en dorado.

Malcolm: Habitualmente, los tintados eran colores muy puros -rojo, azul, amarillo- o dorados y plateados. De hecho, los más fáciles son los dorados de la Biblia, pero eso nos parecía exagerado. Queríamos hacer libros que resultaran peculiares en su aspecto.

Eva: Que sean objetos bellos.

Malcolm: No podemos garantizar que al lector le guste el libro cuando lo lea, pero por lo menos que esté bien editado.

El otro día hablé con Jorge Carrión, y comentó que no le parecía correcto que se hablara de apocalipsis en el sector editorial cuando, a pesar de que cierren muchas empresas, se siguen creando librerías y editoriales.

Es verdad que la atomización del mercado dificulta la creación de un tejido industrial y profesional alrededor. El proceso del libro se ha simplificado y un tipo, en su casa, con mucha voluntad y una pequeña ayuda externa puede sacar un libro bien editado. Pero hace falta que nazcan editoriales de tamaño mediano. Nosotros somos una empresa pequeña con seis o siete personas. Es necesario que se genere empleo, crear tejido profesional más allá del autoempleo. Barcelona es una ciudad privilegiada, tiene la mayor concentración del sector y eso hay que seguir alimentándolo. Esta industria siempre ha sido apocalíptica. No recuerdo ni un solo año, desde que empecé a trabajar en el mundo editorial en 1994, que alguien no me haya dicho que es un desastre y que esto se va a pique. Hoy estamos un poco peor objetivamente. Según las cifras de agosto, las ventas han bajado un 43% con respecto al año anterior. Y ya el año pasado fue bastante malo. En algún momento se parará esta tormenta perfecta: el cambio tecnológico, la idea de que los libros son caros, aunque valgan menos que un gin-tonic, la poca valoración de la cultura, el desprestigio del intelectual… Toda esta suma hace que sea un momento difícil para el sector. Pero no se va a acabar. Tampoco desaparecerá la librería. Mientras se mantenga el precio fijo las librerías se van a mantener. El problema es que los libreros sufren mucho para ganar muy poco. Uno de nuestros retos como equipo es intentar que la gente vaya a las librerías. Te confieso que una de las escenas que me da más pavor es ver a las familias que pasean por un centro comercial. Solo pensarlo me da escalofríos. Pero si en esa ruta horrible que significa ir de tiendas podemos incluir la visita a una librería, quién sabe, a lo mejor ganamos todos un poco.

Logo Malpaso¿Cómo surgió la idea de crear Malpaso?

El dueño de la editorial Jus de México y Julián Viñuales se conocen y me llaman para comentarme que estaban pensando en un nuevo proyecto editorial y conocer mi opinión. Me sedujeron con la idea de crear algo nuevo, innovador, de verdad y sin el lastre del mundo corporativo. Tardé tres milisegundos en responder que sí. La primera reunión fue en noviembre pasado, a partir de enero empezamos a trabajar y en mayo cuajó todo, se fueron incorporando los miembros del equipo y no hemos parado hasta ahora, que estamos en tensión máxima, a punto de salir y ver cómo funcionan nuestros primeros títulos. La pesadilla de un editor no es una mala crítica, no es que te salgan los libros mal. La pesadilla de un editor, lo peor  que le puede pasar a un libro es… nada. Que de repente a nadie le importe, que nadie se preocupe. Y es algo que pasa muy a menudo porque salen tantos libros al mercado que muchos quedan en el olvido, en la nada absoluta. Nosotros queremos que pasen cosas. Nos hemos apropiado de un término que venía acuñado de México: «animar conversaciones», dotar de alma. El alma de la edición es que pasen cosas, que el libro tenga una pequeña influencia social aunque sea mínima.

Leyendo la «Hoja de ruta para un decálogo fundacional» que habéis publicado en la web, se interpreta que, efectivamente, lo que queréis es incentivar el diálogo.

Lo que te decía antes, que pasen cosas, que promueva el intercambio de ideas. En el fondo, buscamos que la experiencia lectora sea muy buena pero, aparte de hacer unos libros que den algo de dinero -y que siempre es poco porque el margen del libro es miserable- queremos que pasen cosas. Está muy bien hacer una aportación intelectual al mundo, pero hay que generar algún efecto. El equipo que hemos montado, que es muy creativo, va a hacer cosas con cada libro para que, por lo menos, éstos provoquen diálogos, a veces polémicos, alrededor de ellos. La labor del escritor es solitaria y poco reconfortante. Mientras escribe, luchando con las palabras, está solo. Una vez publicado hay que conseguir lectores, que se comparta el texto creado en soledad y provoque cosas. Creemos en la reacción cultural en cadena.

Vais a comercializar la versión impresa añadiendo la descarga del libro en digital. Esto es algo que muchos lectores que comparten soportes sin complejos estaban pidiendo. Al librero no tiene que afectarle.

Al contrario, al librero lo haces partícipe de la venta del eBook. Fue una buena idea del equipo. Estamos dando acceso a las obras para facilitar la lectura en el soporte que quieras sin necesidad de hacer dos compras y hacemos corresponsable a la librería. No hay porqué faltarles el respeto a los lectores en digital, confiamos en ellos. Pueden comprar el libro físico y regalar el digital, o utilizarlo si tienen que viajar y no les apetece cargar la maleta. Es simplificar la vida, leer cuando quieras, donde quieras y como quieras.

Te he oído decir en uno de vuestros podcast: «No nos adaptamos a los tiempos, nacemos con los tiempos”.

Mucha gente nos ha felicitado por nuestra actitud digital, sobre la que no tengo ninguna influencia ni responsabilidad, ninguno de los méritos es mío. En Malpaso no nos tenemos que adaptar a nada. Cuando empecé en el mundo editorial no había email, recuerdo que se pasaban las ofertas por fax, nunca sabías si llegaban, tardaban en responder… No me olvido de lo que representaba recibir por fax las pruebas que te remitía un autor. Nuestra jefa de marketing ha nacido profesionalmente con el email, con Skype… Y lo mismo pasa con el departamento de edición. No es que cojamos lo que hacíamos en papel y lo pasamos a digital, es que ya en la propia concepción de la editorial se planteó cuándo y dónde la creamos: en Occidente y en el siglo XXI. Pues entonces utilicemos la tecnología disponible para hacer nuestro trabajo y promocionarnos. No hemos tenido que adaptar nuestra estructura a los tiempos, ya nacemos con los tiempos, somos nativos digitales.

Hay editores jóvenes que están creando nuevos sellos y que se resisten al soporte digital.

Les entiendo. Parece que si no estás en papel no estás. Incluso alguien de treinta años, por herencia intelectual, puede pensar así. Pero vivimos en una época en que estar en el mundo digital es ser. Hay que cribar, pero el tiempo también irá destilando.

Por lo que he visto en el catálogo, y conociendo tu trabajo anterior como editor, diría que lo que se anuncia para los próximos meses tiene tu sello.

También tiene mucho de Julián (Viñuales), muchísimo.

siempre-supe-que-volveria-a-verte-aurora-leeCentrándonos en la narrativa, comenzáis con Eduardo Lago, a quien ya habías editado.

¿Sabes qué pasa? Que un editor no puede evitar ser él mismo. Yo procuro adaptarme. No se trata solo del diálogo externo que hablábamos antes, también hay uno interno que nos permite decidir qué queremos hacer y hacia dónde queremos ir. Me puedo reinventar muchas veces pero las cosas que me gustan, sobre todo en literatura española, van por el camino que ya se define en Malpaso. Cuando tuve la suerte de editar a Eduardo Lago en 2006 fue muy reconfortante. Ahora la suerte ha hecho que volvamos a trabajar juntos. Y ha sido duro, porque Eduardo es un autor difícil, he mantenido con él un combate que nos ha llevado a trabajar hasta las seis de la mañana, discutiendo cada línea, cada personaje. Cada paso de Eduardo se ha basado en su convencimiento de que seguía el buen camino, porque sabía por dónde quería ir. Hay libros que te reconcilian con la profesión y este es uno de ellos. No creo que una editorial pueda empezar su catálogo con un libro mejor. Lo malo es que comenzamos muy arriba,  como si Messi marcara siete goles. Superar este listón es muy difícil. Volviendo a tu comentario, ¿si se ve mi mano? Bueno, ya sabes que en el mundo editorial hay muchos padres para el éxito y ninguno para el fracaso. Como todavía no hemos llegado a eso, ahora lo importante es que hemos creado un equipo estupendo  junto con una editorial mexicana, todos enamorados del proyecto.

Me ha quedado clara la conexión con México, pero ¿cuál es la de Buenos Aires?

Tenemos a un pequeño equipo de gente. La intención es abrir una oficina en Buenos Aires, quizás dentro de un año. O incluso montar una pequeña editorial. Nuestra vocación es claramente panhispánica, así que ya pensamos en tener presencia allí, incluso en Estados Unidos, crear una minired de pequeñas editoriales con una misma dirección editorial definida desde aquí, trabajando conjuntamente.

Falta una reciprocidad entre los sellos editoriales con presencia en diferentes países y en donde cada uno de ellos publica a autores distintos.

Pablo Ramos, a quien publicamos en noviembre, ha tenido mucho éxito en Argentina pero su editorial titubeó cuando pensaron en lanzarlo en España. En ese intervalo de tiempo metimos el pie para que no se cerrara la puerta. Es verdad que los grandes grupos tienen problemas de comunicación entre las sedes. Cada uno está liado con su día a día. Alguien me dijo que el problema de los editores es que son poco permeables. Y es cierto, el editor está muy encerrado, le molesta que le vengan a hablar de un autor que ha publicado en Guanajuato cuando está intentando negociar con su autor de Valladolid. Hay que reflexionar sobre esto porque, salvo excepciones, se está escribiendo mejor literatura en América que en España. De todos modos, hemos contratado una novela de Esther García Llovet, que saldrá en enero-febrero, que nos ha parecido buenísima y que se mueve en una tradición, como la de Lago, muy ajena a lo de aquí. Me gustó la novela de Javier Carrasco, no porque renovara nada, sino porque el mundo que refleja me parece interesante y utiliza un lenguaje voluntariamente rural que me resultó interesante. Es un autor estupendo que se entronca con una tradición muy nuestra, algo muy respetable. Pero me cuesta encontrar autores jóvenes que pudieran ser una referencia en el futuro. En la segunda mitad de los años 80 hubo una efervescencia hacia el realismo de la que sobreviven algunos escritores. Ahora rondan los cincuenta años. Los que hoy tienen veinticinco no parece que lo tengan muy claro, quizás porque el mundo es más difícil, el sector editorial es más cabrón, la propia atomización del mundo editorial les impide salir, la cultura ha cambiado… La realidad es que no se ve una generación de jóvenes que esté marcando caminos nuevos. Cuando apareció Agustín Fernández Mallo era un joven que venía a sustituir a escritores más jóvenes que él, de hecho tiene la misma edad que Ray Loriga. No puede ser, los jóvenes no puede tener cuarenta años. Al final, Ramiro Pinilla va a ser el renovador de las letras españolas.

¿Cuántas líneas editoriales va a tener Malpaso?

Tenemos narrativa en español, que representa nuestra vocación inequívocamente literaria; la de narrativa española que tiene una voluntad más popular; una colección que internamente llamamos “de combate”, dedicada al ensayo y en la que publicamos a Édouard Martin y a Pussy Riot. Y luego hay otra opción heredada de Julián Viñuales y su sello Global Rhythm, enfocada en música y cultura pop, que comenzará con la autobiografía de Johnny Ramone. Esas son las líneas, no hay más.

¿Cuántos títulos anuales tenéis previsto lanzar?

La velocidad de crucero será de unos tres al mes. Eso hará 30 libros al año. Salimos fuertes porque en septiembre no sacamos nada, así que tendremos nueve libros en dos meses. Para el equipo que somos, es un ritmo demasiado alto. Tenemos mucha capacidad de promoción pero no tanta de producción editorial, porque el libro que sale sin padre siempre muere. Si no le dedicas cariño, esfuerzo, tiempo, en defenderlo, en promocionarlo, ocurre la pesadilla que te comentaba antes, nada.

Y más sabiendo lo que duran los libros en las librerías y lo complicada que es la promoción. En quince días lo tienes que resolver todo.

Y en menos. Eduardo Lago va a estar una semana.

Es imposible pensar en una promoción de largo recorrido.

El autor ya dice todo lo que hay que saber en el mismo libro. La promoción es muy cansada porque las preguntas son casi siempre las mismas. Y porque si escribes un ensayo sobre la reproducción del ratón colorado, tu libro ya se explica solo. Cuando se trata de literatura, se busca el tema tangencial, es decir, si va sobre la venganza, sobre el amor… He visto tantas veces a un autor hablando durante semanas sobre un asunto que aparece en la novela pero que no era el que más le preocupaba… Un día de promoción es repetir lo mismo treinta veces. También es cierto que en el 65% de las ruedas de prensa que he hecho en mi vida, la mayoría de los periodistas no habían podido leer el libro. Revisan el dossier y participan con preguntas casi inducidas por el editor. La cadena del libro tiene que mejorar también en esto. Los editores tenemos que hacer mejor los libros, los periodistas tienen que trabajar mejor la repercusión. Y no olvidemos el complejo de mono de feria que representa participar en algunas acciones promocionales, como la Feria del Libro, en la que los escritores ven pasar delante de sus ojos a seis mil personas diciendo «ese no es Gala, ¿verdad?». El libro nunca ha sido un fenómeno de masas. Javier Cercas vendió casi un millón de ejemplares, pero si ahora le preguntamos al camarero, es posible que no le conozca, estando este local al lado de una librería. Es un fenómeno minoritario incluso cuando triunfa. Los tres millones de Dan Brown no son nada comparados con otros productos de masas.

Os movéis mucho por la Red, algo que facilita no tener que pasar por los filtros de la prensa para hacer vuestras comunicaciones, ¿Es importante para vosotros alzar esa barrera como parte de la difusión de libros?

Respetamos a la prensa escrita, pero no vamos a abrumarla con cada cosa que decimos. Intentamos ofrecer a cada medio lo que le es útil, lo que  no podemos hacer es entender los medios como un canal de publicidad. Los medios representan un canal de comunicación cultural que, cuando coinciden en su línea editorial con lo que estás ofreciendo, bienvenido sea, pero en general tienes que buscarte otros canales porque, en casi todos los casos, la prensa -analógica o digital- no está a nuestro servicio.

Eva: Es el signo de los tiempos. Los blogs, las webs, las redes sociales, independientemente de que la prensa escrita mute en esa dirección, están ahí y han supuesto una interrelación con los lectores. Sencillamente, atendemos y aprovechamos eso, es así como funciona ahora. Una parte de la comunicación se canaliza de ese modo aunque se siga trabajando con la prensa tradicional.

Danos un avance de los dos primeros títulos.

Empiezo por Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee: Eduardo Lago leyó en su día El original de Laura, de Nabokov. Se trata de un libro publicado postumamente y que reúne unas unas fichas deslavazadas, una especie de esquema de lo que podría haber sido una novela, la última de Nabokov, que ya estaba muy mayor. La recepción de este libro fue muy ambigua cuando se publicó porque no se entendió que se hicieran públicos los cimientos de su trabajo, su interés era más extra literario que otra cosa. Eduardo, con ese carácter obsesivo que tiene, lo relee varias veces y empieza a descubrir las conexiones reales del libro, dónde se equivoca Nabokov de nombre, qué ficha está equivocada de orden. Tras ese análisis, cree descubrir la novela que tenía en la cabeza Nabokov. Eduardo podría haber hecho un ensayo con eso. O escribir la novela de Nabokov. Pero opta por una tercera vía que es escribir sobre un escritor fantasma que está trabajando en la vida de un magnate, y a quien además le encargan hacer un estudio, el que ha desarrollado Lago, sobre la novela que quería escribir Nabokov. Este planteamiento tan disparatado acaba convirtiéndose en una novela con un humor desternillante, con una carga de profundidad literaria estupenda y que realmente está muy alejada de la tradición española. Quizás es el artefacto literario más complejo y divertido que he leído en mucho tiempo, siendo asimismo de lectura no en exceso exigente. Es decir, no es Pynchon. Ha hecho un ejercicio en el que sustituye la solemnidad por el humor. Pocas veces he tenido la seguridad de estar ante una novela con mayúsculas.

la-cartera-del-cretinoDe La cartera del cretino, de Kurt Vonnegut, te diré que cuando tratamos con libros póstumos se tiene la desconfianza de que aquello que se encuentra en el cajón sean solo cuatro esbozos incompletos y horribles. Leyendo este libro descubrimos seis relatos maravillosos, un ensayo con mucha ironía y que podría ser sintomático del tono y del mundo vonnegutiano. Y además, como descubrimiento, se incluye un cuento de ciencia-ficción que parece inacabado, a no ser que el propio Vonnegut hubiera pensado en un final abrupto. A título personal, empezar con un clásico de la literatura norteamericana y con un autor como Eduardo Lago es un lujo y una suerte. En mi época, cuando hacíamos un examen, decíamos: «Que haya suerte y no justicia». Eso es lo que hemos tenido nosotros. Nos hemos encontrado con unas obras por encima de la editorial que somos.

Además de en vuestra tienda online, las ediciones digitales ¿estarán en todas las plataformas?

En todas. Amazon, Kobo, Casa del Libro…

¿Con precios competitivos?

Sí. Creemos en el papel pero no en que el precio de venta sea prácticamente el mismo en su edición digital. Los costes son otros y, por lo tanto, se tiene que ajustar.

Eva: Si estamos apelando a la responsabilidad del lector y a crear esa cultura de quien lee contenidos digitales y entiende que no nacen como las setas, hay que ofrecer precios competitivos. Si no, lo que le pides a los lectores no es razonable.

¿Descartáis publicar obras solo en digital?

No lo descartamos, es una posibilidad, pero no durante el primer año. Por ahora jugaremos en las dos bandas, en paralelo. Aún hay muchas cosas por definir. No me importaría tener una colección pegada a la actualidad, libros de crónicas, quizás. No estamos cerrados a nada.

Con el panorama que tenemos y los años que llevas en el oficio, ¿mantienes la ilusión de los inicios?

La edición hay que dejarla cuando no te importa el libro que publicas. El editor desapasionado, cínico, que le quita importancia a sus libros está perdido. El mundo de la edición es de márgenes pequeños, no es la vida más agradable, resulta un tanto caníbal, porque te nace un hijo y tienes que dejar atrás al anterior. Solo merece la pena si te hace mucha ilusión. La clave del éxito consiste en ponerle entusiasmo a las cosas que hagas.

José A. Muñoz (texto y foto)
@jammunoz

 

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

1 Comentario

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Previous Story

Ainhoa Rebolledo: «‘Tricot’ resulta una novela beat, es confusa, desordenada, fragmentada…»

Next Story

«Lacrimae rerum», de Slavoj Žižek

Latest from Entrevistas