Una comèdia espanyola
Obra original de Yasmina RezaDirección: SÃlvia Munt
Intérpretes: Ramón Madaula, Xicu Masó, Maria Molins, Cristina Plazas, Mònica Randall
EscenografÃa: Xavier MillánSala Gran del TNC (Barcelona), hasta el 8 de noviembre de 2009
Fotos: Alberto Nevado | TNC
Teatro dentro del teatro. Unos actores que miran al público, y al supuesto autor de la obra sentado en una butaca escondida, y que van explicando qué significa esto de actuar, de hacer teatro y de ponerse en la piel de diferentes personajes y situaciones. Nada nuevo. La obra más ambiciosa de Yasmina Reza, que ha experimentado el éxito internacional con excelentes piezas como Arte o Tres versiones de la vida, llega al Teatre Nacional de manos de SÃlvia Munt. Y lo hace dejando un agridulce sabor de boca, porque se aprecian las intenciones, el querer explicar la delgadÃsima lÃnea que separa – o no – realidad y ficción, y la complejidad de las relaciones familiares al mismo tiempo, pero se hace desde un texto demasiado apoyado en tópicos, con monólogos frágiles e inconsistentes, y con resultados que no logran despistar la superficialidad de una reflexión que podrÃa ser mucho más atractiva viniendo de Reza. Sin embargo, la maestrÃa de los actores, la sabidurÃa de Munt, y la acertadÃsima escenografÃa de Xavier Millán hacen que valga la pena acercarse al TNC.
Cinco actores franceses ensayan una comedia española. Es la historia de una familia compuesta por dos hermanas actrices (Maria Molins y Cristina Plazas) el marido de una de una de ellas (Ramon Madaula), la madre (Mònica Randall) y la reciente pareja de ésta (Xicu Masó). La hermana mayor se dedica a un teatro muy intelectual, minoritario, y ensaya el TÃo Vania de Chéjov mientras observa con envidia cómo su hermana pequeña aparece en las revistas de papel cuché, es reclamada por todos los cineastas de moda y se prueba vestidos para la ceremonia de los premios Goya en los que está nominada. El marido es un profesor de matemáticas alcoholizado, al que le pesa la vida, y que carece de voluntad y carácter más allá del comentario irónico que utiliza durante las cenas familiares. La madre ha encontrado una ilusión para vivir, el señor Fernando, administrador de fincas que es recibido como un extraño por las hijas y que comprueba, estupefacto, la relación enfermiza e histérica que mantienen la familia.
Ésta es la parte mejor trabajada de la obra. Madaula está, simplemente, excelente. Cabe destacar la escena cuando cae al suelo, ebrio, y lo hace sin recurrir a la caricatura, sin un mÃnimo exceso. Por otro lado, es sorprendente el regreso, después de muchos años de no pisar escenarios, de Mònica Randall. CreÃble, serena, contenida. Xicu Masó es el entrañable Fernando en una interpretación solemne, minuciosa, con el ritmo necesario para hacer sonreÃr al espectador. Cristina Plazas también retrata bien a la hermana histérica que tiene pánico a convertirse en una maruja. Tal vez, aunque el tono general es positivo, Maria Molins no consigue perfilar bien todos los matices de sus dos personajes. La vemos que llora y se queja igual cuando hace de actriz glamurosa que cuando, ya fuera de la comedia, se dirige al público o a la cámara que la está entrevistando.
Por otro lado, la escenografÃa, sencilla pero efectiva, ayuda mucho a entender el carácter cambiante y fragmentario de la propuesta de Reza. Cuando los actores no están ensayando, y hablan de su oficio, un primer plano de sus rostros se ve proyectado en la pared del fondo del escenario. Cuando están dentro de la comedia, tan sólo un anexo con una barandilla se convierte en un balcón. Se da aire a un supuesto comedor sin la necesidad de construir un aparatoso montaje escénico. Por ello mismo, nos preguntamos si era preciso ofrecer esta obra en la Sala Gran, cuando la Petita parecÃa mucho más adecuada para inducir un calor que el público no siente.
Como decÃamos, la debilidad del texto se aprecia en los fragmentos en los que los actores abandonan la comedia – que realmente sà que consigue divertir al espectador – y reflexionan sobre el hecho de transmitir emociones desde sus personajes. Molins se pregunta “qué quiere decir exactamente ser yo mismo†o Madaula explica que el verdadero objetivo del actor es “aniquilar al autorâ€. ¿El actor es un artista?, ¿Por qué necesitamos de la ficción para comprender nuestras propias verdades?, ¿Sabemos, exactamente, en qué consiste la realidad?
Evidentemente, la propuesta de Reza no escatima en riesgos. Pero peca de ambiciosa, no porque no lo pueda ser, sino porque no resuelve bien esas reflexiones sobre el teatro y la vida. No las desarrolla con nuevos argumentos, todo nos suena ya, y hace que perdamos la atención. Es una lástima porque SÃlvia Munt cuenta con los mejores actores y con unos recursos escénicos que sorprenden por su efectividad.
Albert Lladó
www.albertllado.com
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«Nada nuevo», expresas al comentar que encuentras una mise en abyme en la obra. Y asà es, la mise en abyme no es nueva, pero su estudio como tal no es viejo, y no se ha estudiado en demasÃa, al contrario: existen pocos estudios realmente profundos sobre el tema. La mayorÃa de las veces solo se comenta que hay y ya, pero no se adentra en ella y sus porqués.
La mise en abyme ayuda a interpretar una obra, entre muchas, muchas, muchas cosas más. Tan solo ello, es espléndido.