En 2019, Sarah Chiche escribió Les enténébrés para hablar de la familia de su madre. Poco después, como narra en el primer capÃtulo de la primera parte de Saturno, se encontró casualmente en Ginebra con una mujer que aseguró que conoció a su familia años atrás, en Argelia. AsÃ, la narradora, cuyo nombre nunca se revela, a su regreso de ese encuentro, se deja absorber por una mancha de niebla que ve a través de la ventana del tren y comienza a recordar su pasado. Sin embargo, ese encuentro está precedido por un prólogo, ubicado en 1977, que arranca con la muerte del padre de la narradora cuando esta cuenta con quince meses; un comienzo abrumador, absorberte, duro e impactante gracias a un trabajo estilÃstico excelente de Chiche (se debe mencionar la estupenda labor de traducción de Ãlex Gibert) a la hora de acercarse de manera directa y cruda, pero sin caer en excesos dramáticos, a un momento de enorme dureza que supone, además, el comienzo de una tragedia familiar en el terreno de lo emocional. El arranque de un duelo de décadas que sumergirá, años después, a la narradora, en una profunda crisis emocional.
Tras ese prólogo y ese encuentro, Chiche conduce a su narradora -su alter ego- a un regreso al pasado a través de una narración fragmentada en la que cada capÃtulo se adentra en momentos de la vida de su familia y, especialmente, de su padre Harry y su madre Ève, durante la primera parte; y, durante la segunda, sobre su reacción a todo aquello y, a su vez, sobre la muerte de su abuela, momento que precipita su caÃda en una profunda melancolÃa que conduce a la narradora a una espiral de depresión. AsÃ, en esa primera parte, conocemos a su padre, a su hermano mayor Armand, a sus abuelos Louise y Joseph y el ambiente burgués que representan gracias al dinero que ingresan con su imperio de clÃnicas privadas. En el desarrollo de la historia familiar subyace, a su vez, un correlato que habla de la Francia colonial, de la pérdida de esa posición, de algunos cambios que durante décadas se producen en el paÃs. Y, durante ese tiempo, la narradora se detiene en hablar de la apasionante y complicada relación de sus padres que acabará, poco después, con el fallecimiento de Harry cuando ella cuenta con año y medio. AsÃ, el padre deviene en una figura no conocida, necesaria de recuperar para la narradora: no es más que, en verdad, el recuerdo de los demás, no el suyo. Y, sin embargo, en un momento dado, promete a su padre que algún dÃa será escritora.
En la segunda parte, la narradora habla de su caÃda en los infiernos de la depresión, de una vida desordenada, de confrontación con su familia paterna, alejándose de su abuela, en el pasado figura muy querida, y de su madre, quien se ha vuelto a casar. El estilo no cambia con respecto a la primera parte y, sin embargo, algo parece variar en cuanto al tono: todo se vuelve todavÃa más descarnado, más abierto, de una exposición sincera abrumadora. Si la primera parte se asemeja a instantáneas, a fogonazos de recuerdos, la segunda se asienta en el recuento de imágenes de pesadilla que transmiten una realidad, la de la narradora, inestable y abismal. La narradora entra en una total decadencia personal de la que solo saldrá gracias a unas imágenes en forma de grabaciones que, en un pasaje magnÃfico de la novela, recupera y revive el pasado frente a ella para reconciliarse con unas formas fantasmales que toman cuerpo frente a ella para guiarla hacia el futuro. Imágenes que representan un pasado que ella no ha vivido que, sin embargo, al verlas, la narradora las hace suya, como si fuesen verdaderamente parte de algo vivido por ella.
Chiche consigue en Saturno resucitar el pasado mediante una narración deslumbrante para conformar una saga familiar a través de pasajes muy particulares que acaban creando un fresco de amplio alcance en el que hay lugar para la intimidad de la familia, para relatar una historia de amor pasional y enloquecida, casi literaria, una infancia y una juventud destrozadas como antesala de una edad adulta en profunda crisis en el marco de un luto, o duelo, que se extiende durante años hasta que esas imágenes convocan el pasado ante ella para que, de alguna manera, pueda revivirlo. AsÃ, Saturno es una novela profundamente conmovedora en la que la dureza de gran parte de sus pasajes nos muestra un lado oscuro en el que, sin embargo, siempre hay una luz de esperanza que, finalmente, alumbrará a la narradora para abandonar su duelo. Un libro que muestra cómo desde lo personal e Ãntimo se puede llegar a lo general y, en este caso, además con brillantez.