Con el 25 aniversario de la muerte del genial escritor argentino, siguen llegando propuestas editoriales. Ahora, Alpha Decay publica Correspondencias. Julio Cortázar, Carol Dunlop, Silvia Monrós-Stojakovic. Se trata de las cartas que Cortázar y su esposa compartieron con la traductora de Rayuela al serbocroata. Son lÃneas que mezclan esperanza y miedo, llenas de confidencias y temores, que acaban con la inesperada y trágica muerte de Dunlop.
Durante Los autonautas de la cosmopista
Las casi veinte cartas, escritas en su mayorÃa durante la realización del libro Los autonautas de la cosmopista – que Dunlop no llegó a ver publicado – sirven de testimonio de los dÃas más tristes de Julio Cortázar. Comienza a estar enfermo de la leucemia que acabarÃa con su vida, pero además tiene que sufrir la muerte de su mujer, mucho más joven que él. Tampoco puede escribir todo lo que querrÃa ya que su compromiso polÃtico con América Latina le consume todo el tiempo del que dispone.
El proyecto de Los autonautas es una aventura, su última aventura juntos, que la viven como un juego apasionado. «Hace nueve o diez dÃas que estamos viviendo en el camioncito, en la orilla de la autopista del Sur», le escribe Dunlop a Silvia Monrós en una carta de agosto de 1981, en pleno viaje entre ParÃs y Marsella. Se han propuesto parar «un dÃa en cada parking y escribir juntos un libro alrededor de la experiencia, tomándoles el pelo a los antiguos exploradores y gozando de la ironÃa de tomar el camino más rápido y más ‘civilisado’ para hacer un viaje realmente de torturas».
Dunlop pronto se sincera con Monrós: «ha sido uno de los años más bellos y más horribles de mi vida». Es un viaje de escritura, música, lectura y erotismo. Pero hay algo que la inquita profundamente: «Hace casi un año que sé, y soy la única en saberlo fuera de los médicos, que Julio tiene una leucemia crónica. El no lo sabe ni lo tiene que saber», cuenta Dunlop unos párrafos antes de confesar que a ella también le diagnosticaron un cáncer y que «tampoco podÃa decir la verdad a Julio».
Valor testimonial
Quien espere encontrar en este libro la prosa elegante, genial y brillante de Julio Cortázar se equivoca. De hecho, las nueve cartas que se incluyen de él son realmente breves y, en algunos casos, meras respuestas de cortesÃa. Incluso, el autor se disculpa ante Monrós porque “nunca he sido un buen corresponsal con vosâ€. Pero la complicidad entre la traductora y su mujer testifican el último Cortázar, el que aún tenÃa ganas de buscar el lado más fantástico de la realidad, aunque fuese en medio de una autopista. De todas formas, cualquier amante de la obra y la vida del escritor argentino agradece este tipo de testimonios, y sabe apreciar el valor documental de esta correspondencia.
La desolación
El momento más intenso del libro, y más claramente dramático y desolador, es cuando Cortázar informa a Silvia Monrós que Dunlop ha muerto por culpa de una enfermedad fulminante (el 2 de noviembre de 1982). En una respuesta a una postal de la traductora, le comunica: «Estoy en un pozo negro y sin fondo. Pero no pienses en mÃ, piensa en ella, luminosa y tan querida, y guárdala en tu corazón». Ya en marzo de 1983 le vuelve a escribir: «Silvia, no te escribiré más por hoy, me cuesta hacerlo, estoy tan solo y tan deshabitado (…) Me concentro en la terminación del libro que Carol y yo hicimos juntos y que reseña ese viaje de ParÃs a Marsella que duró más de un mes y que nos trajo tanta felicidad».
Juntos, para siempre, en Montparnasse
Julio Cortázar morirÃa el 12 de febrero de 1984, en ParÃs, rodeado de sus amigos y de su primera mujer, Aurora Bernárdez. En el cementerio de Montparnasse se puede visitar su tumba, compartida con Carol Dunlop, y que está compuesta por un Cronopio en forma de cÃrculos y dos bloques de mármol blanco- que simbolizan las dos páginas de un libro abierto – en el que sus lectores le dejan mensajes, cigarros Gitanes y muestras de agradecimiento por su manera de revolucionar la literatura.
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Por siempre juntos..
Bello libro, intimista.