Élisabeth Roudinesco
Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos
Anagrama
Barcelona, 2009
255 páginas
El desafÃo de los perversos
Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos es el último ensayo de Élisabeth Roudinesco (ParÃs, 1944). Historiadora y directora de investigaciones en la Universidad de ParÃs-VII, es autora de diversos libros que han marcado época, como La batalla de los cien años: historia del psicoanálisis en Francia, Dictionnaire de la psychanalyse (en colaboración con Michel Plon), Porquoi la psychanalyse? o Jacques Lacan y La familia en desorden (estos dos últimos en Anagrama).
“¿Dónde empieza la perversión y quiénes son los perversos?†es la pregunta que pretende responder Roudinesco en este libro, en el que lleva a cabo un recorrido por la historia de la perversión desde diferentes ángulos y a través de los retratos de sus protagonistas, a caballo, en todos los casos, de las teorÃas y las prácticas de cada contexto para pasar asà a una reflexión de aquello que entendido como perverso en la actualidad. Este desarrollo se divide en cinco capÃtulos dedicados a los siguientes temas: la época medieval y el misticismo; el siglo XVIII (alrededor de la figura de Sade); el siglo XIX y la medicina mental; el siglo XX, donde se afirma, con el nazismo, la metamorfosis más abyecta que ha existido de la perversión y, por último, la biocracia del siglo XXI.
Nuestro lado oscuro se propone diversos objetivos: uno, entender la idea de perversión a través del análisis de la perversidad a lo largo de la historia; dos, observar cómo aquello considerado como perverso ha ido remodelándose a partir de los cambios de poder (de Dios al Estado); tres, denunciar la perversidad que se ha producido en muchos casos precisamente para eradicar aquello considerado como perverso (la mayos catástrofe: el nazismo); cuatro, atacar, a través de la tesis sobre el poder de Foucault, el papel de acción de la ciencia entendida como biocracia y portadora de la “verdad única†-e institucional-; y cinco, incidir en la importancia del psicoanálisis y de la subjetividad inconsciente como medio para tratar de aceptar “nuestro lado oscuro†y no caer en las generalizaciones impuestas que bajo el término “desviación†designan todos los actos transgresores de los que es capaz la humanidad, tanto de los peores como de los mejores.
Son de enorme interés el capÃtulo dedicado a la abyección y el castigo del cuerpo en las mÃsticas medievales en búsqueda de la sublimación (como Catalina de Siena o Liduvina de Schiedam) y, por otro lado, la parte en la que Roudinesco analiza el libertinaje y la insumisión en tiempos de Sade, cuyo objetivo fue crear una verdadera enciclopedia del mal basada en la necesidad de una rigurosa pedagogÃa del placer ilimitado. Como insiste la autora, es con Sade y el advenimiento del individualismo burgués cuando la perversión se convierte en la experiencia de una desnaturalización de la sexualidad que imita el orden natural del mundo. “La mierda, escrita, no hueleâ€, decÃa Roland Barthes al hablar de las animaladas del muestrario de Sade. En efecto, el marqués podÃa inundar de heces a sus personajes pero no al lector, ya que su objetivo era pasar del estatus de perverso sexual al de teórico de las perversiones humanas. Sade sabÃa muy bien que éstas son incontrolables: sea como sea, siempre aparece alguien más perverso que tú.
Ya en el XIX, y debido a la ausencia de influencia de los magristrados sobre la sexualidad privada, la sociedad industrial y puritana se vio obligada a inventar nuevas reglas que le permitiesen condenar las perversiones sexuales. Es entonces cuando se resignifican y redefinen la nueva homosexualidad, la masturbación, etc. Son, sin embargo, tildados de perversos tanto los que toman por efracción el cuerpo de otro (violador, pedófilo), como los que (se) destruyen ritualmente el cuerpo (sadomasoquismo) o los que lo distrazan (travestismo).
No fue hasta la llegada de Freud que ciertos estudios comenzaron a conferir una dimensión esencialmente humana a la estructura perversa -placer del mal o erotización del odio; nunca tara o anomalÃa-. Con Freud, y una vez asumida la muerte de Dios, la perversión como estructura psÃquica fue, pues, integrada a la orden del deseo.
Roudinesco defiende esta vÃa antipenalizadora que huye del mecanismo que puede llevar a las masacres más grandes de la humanidad: es el soldado nazi actuante de una perversidad que desconoce bajo el nombre de la Ley quien se manifiesta en contra de los perversos anclados por la Ley (judÃos, homosexuales…). En este sentido biocrático y dentro del marco actual de la nueva psiquiatrÃa de la detección, la evaluación y el comportamiento, se operó un desplazamiento entre el orden del saber y el de la verdad. “DesposeÃdo de su autoridad en provecho de un sistema perverso del que ya jamás es el ejecutante, el psiquiatra se ve enfrentado a una situación que lo convierte en espectador (y ya no actor de la alianza terapéutica)â€, declara Roudinesco.
En un ataque directo a la ciencia positivista, la autora afirma que ésta no ha podido establecer ninguna correlación seria entre la perversión y una anomalÃa genética o biológica cualquiera. Todo es cuerpo y discurso, se entiende. Es por esto por lo que es necesario entender el placer del mal dentro de una historia subjetiva, psÃquica, social. “Y sólo el acceso a la civilización, a la Ley o al progreso permite, tal y como afirmó Freud, corregir aquella parte de nosotros mismo que escapa a toda domesticaciónâ€.
En definitiva, los perversos, según Roudinesco, no son los que atentan contra la salud pública, sino los que “desafÃan la Leyâ€. Nuestro lado oscuro es un magnÃfico ensayo que supone una vuelta a la teorÃa salvaje de los sesenta, imprescindible hoy. Tel quel.
Ester Pino
http://pandemicaiceleste.blogspot.com
grandÃsimo libro, lo lei hará un par de meses y flipé con la lucidez analÃtica de la autora,chapeau tb para Ester
Quiero este libro, està en mi lista; la informaciòn que emana es claro ejemplo de una profesional de la psique humana que objetiviza de manera magistral lo subjetivo que todos llevamos dentro, que de paso no nos agrada para nada, y es eso de ser malos; pero quien no lo ha sido alguna vez…?