Linotipia Ana Paula Santana | Foto cedida por la autora

Una voz para llevar en el bolsillo

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Linotipia Ana Paula Santana | Foto Ana Topoleanu
Linotipia Ana Paula Santana | Foto Ana Topoleanu

Ana Paula Santana (Guadalajara, 1985) es una artista que fusiona su interés por el trabajo radiofónico y la literatura y a partir de ello crea paisajes sonoros narrativos compuestos mediante grabaciones de campo y voz. Después de producir programas de radio por internet y trabajar como productora de podcasts y cápsulas para FM, en 2012 comienza una investigación enfocada en la voz humana. Su obra artística asume diferentes formatos, oscilando entre el performance, poesía, video, instalación y piezas para radio. En una videollamada, la artista mexicana habla de su trayecto, sus proyectos presentes y futuros, de cómo se posiciona y se proyecta en el panorama artístico.

¿Como nació tu interés por el arte sonoro?
Es una historia de pasos, muy bonita. Yo empecé interesándome por la radio y haciendo periodismo cultural. Producía varios
podcasts y un día, editando una entrevista, hice una pausa y de repente empezaron a sonar los sonidos que había quitado, como el de chasquear la lengua, los silencios, el ehhhh, hmmm, los cuales me resultaron muy interesantes. Empecé entonces a grabar sonidos y a editarlos y un amigo, a quién mostré lo que estaba haciendo, me dijo que eso que estaba haciendo era arte sonoro, un campo del cual yo aun no tenía mucha idea. Metí una pieza a un concurso y quedé en segundo lugar, lo que me animó a seguir mi exploración en este campo; después el máster en Arte Sonoro en Barcelona me abrió otras posibilidades. De todas formas, no me gusta la etiqueta de artista sonora, me veo más como una artista contemporánea que piensa su obra desde el sonido.

Cuéntanos un poco de tu proyecto Paisajes de Bolsillo, que ya estuvo en el Festival Territorios de Artes de San Luís de Potosí, en el Barrio de San Andrés y Fábrica de Chocolate.
Este proyecto es como un
statement sobre lo que es para mí el paisaje sonoro. Me interesa mucho la grabación del paisaje y, sin embargo, sé que el paisaje sonoro transcurre y no se puede registrar. Solo se puede registrar un pedacito según la voluntad de quién está grabando y en este sentido, grabar el paisaje es un acto de autoría. Sobre esta crítica, ideé este proyecto que no tiene realmente que ver con paisaje sonoro. Mi única premisa en el acto es jugar con los elementos de los lugares en los que me presento, hacer sonar distinto lo que hay, mostrar cómo suena mi composición. Entonces es un poco irónico llamarle de paisaje en realidad. El de bolsillo es porque me parece bonita la idea de las cosas pequeñas que podemos transportar con nosotros y que son paisajes.

Considerando tu interés y proyectos con la voz humana ¿se podrá pensar en tus proyectos de paisaje sonoro como exploración de la voz, pero ahora la de los espacios?
Sí, totalmente. Yo creo que las máquinas, que es lo más me gusta grabar juntamente con el campo, son la voz de la ciudad y esa relación se encuentra por ejemplo en el Concierto de Imprenta. Mi siguiente proyecto también será con máquinas y se llamará Linotipia. Solo queda una máquina de linotipo en la ciudad a servicio de la gente y el oficio de linotipista está en eminente desaparición. Por eso, me interesa hacer un documento impreso que sea una investigación y además trabajar con el sonido de las máquinas de linotipo. Para grabar el sonido de la ciudad no busco sonidos hermosos como el de las campanas, de los pájaros al atardecer en los árboles de tal parque, sino que busco el sonido constante, maquinal, abrumador, con el cual se tiene que trabajar para que, en vez de abrumar, se convierta en una fórmula estética.

Eso fue justamente lo que yo sentí mirando tu vídeo de Concierto de Imprenta. ¿Por qué, dentro de tantas máquinas, elegiste la de imprenta?
El concierto de imprenta es la obra que he hecho con más corazón, fue muy personal porque el sonido de esas máquinas lo conozco desde hace mucho tiempo. He ido a trabajar ahí para acercarme a mi padre, a las cosas que me han dado de comer toda la vida y con este proyecto quería que la gente conociera la forma en que yo escucho esa imprenta. Trabajé durante un mes con los impresores y sus máquinas, las que ellos prenden cada mañana. La acción/performance a la que nombré un concierto fue presencial, un domingo a las ocho de la tarde. Abrir las puertas de algo que no es una galería y que no está planeado como sala de concierto, en un formato que sí es de concierto, cambia las dinámicas, tanto de los impresores como de los asistentes y de pronto hay un encuentro entre impresores y el consumidor arte mediante las máquinas trabajando.

Con tus intervenciones sonoras, ¿qué te gustaría despertar en el público?
El salto entre que un sonido sea ruido -porque molesta- a que sea un sonido que se disfrute y que parezca estético simplemente porque fue enmarcado. Lo explico con un ejemplo, cuando a mi mamá le preguntan sus amigas qué hago ella lo explica utilizando siempre el mismo ejemplo: les cuenta de una puerta en la casa del rancho que estaba oxidada y que, de cada vez que era abierta hacía ruido, recordándole que era necesario echarle aceite. Un fin de semana me he puesto a escuchar y a grabar la puerta y le mostré después la grabación. Ella me preguntó que instrumento era ese que sonaba y le dije “La puerta!”. Ella dejó de querer engrasar la puerta, su percepción cambió, ya le parece bonito lo que antes le parecía un ruido.

¿Cómo recibe la audiencia tus proyectos, teniendo en cuenta que, como dijiste, el arte sonoro es una expresión relativamente reciente en México?
Muchos se preguntan qué locuras son estas, otros lo ven como pachequeces y otros lo disfrutan mucho porque, siendo la audición un sentido que tenemos un poco saturado, se encuentran con cuestiones nuevas y el estímulo para prestar atención a las cosas sonoras. De todo lo que he hecho dónde más recompensas obtengo es cuando ciertas personas me dicen “Oye, jamás lo voy a volver a escuchar como lo escuchaba antes”. Por ejemplo, en el Concierto de Imprenta, los impresores me dieron las gracias y me dijeron que jamás su taller iba a volver sonar igual para sus oídos, que ya escuchaban como miles de posibilidades rítmicas o de exploración. Eso para mí es lo más bonito y sobre todo cuando viene de alguien que no está cerca de exploraciones sonoras de este tipo.

Y respecto a tu trabajo sobre la voz radiofónica y la voz humana, ¿planeas darle continuidad?
Mi proyecto sobre la voz humana está en stand-by pero tengo varias ideas. Creo que el proyecto de voz más ambicioso será volver a tener un programa de radio, para que mi voz sea una voz pública, así que hacer radio lo veré como un proyecto artístico. Me gusta mucho lo que se genera entre el que escucha y el que emite, pues se conocen sin nunca verse la cara. Estoy también trabajando en una pieza llamada Fisionomía de la voz, en esta marco números de teléfono locales al azar y pregunto si las personas pueden contestar a cinco preguntas para un proyecto artístico. Las preguntas que hago son “Según mi voz, ¿cuánto mido? ¿cuánto peso? ¿Qué edad tengo? ¿de qué color es mi cabello? ¿de qué color son mis ojos?”. Lo bonito es que hasta ahora, noventa por ciento de la gente dice como soy: flaca, chaparra, pelo negro, ojos negros, entre los 25 y los 32 años.

¿Con qué voces fuiste construyendo tu identidad artística hasta el día de hoy?
Tendré que empezar por la poesía. El Howl de Allen Ginsberg y la poesía de Kerouac me cambiaron las estructuras en cuestión sonora y me abrieron la percepción a la rítmica de las palabras y la rítmica de la voz. También el haiku, que está totalmente fuera de mi cultura, me llevó a buscar otras formas poéticas y rítmicas. John Cage fue un parteaguas cuando leí sus teorías y Roland Barthes me fascina. Sigo ciertos artistas que hacen performance, como Tino Seghal,
Francis Alÿsy y Sophie Calle. También le sigo los pasos a Hildegard Westerkamp, una teórica que tiene una forma bien bonita y muy femenina de entender el sonido y el paisaje sonoro.

Pensando en tu voz, pero de artista, ¿cómo te gustaría que fuera percibida?
A mí me gustaría que se percibiera sincera con el tiempo que le ha tocado vivir, con los formatos en los cuales ha estado insertada, que son por ejemplo los formatos mediáticos look at you, look at me. Una voz que transmitiera una visión y el sonido de lo que es hoy una mujer en México, del 1985 hasta el día que me muera. Que no se separen las cosas que hago o que he hecho. Que no se separe, por ejemplo, del programa de radio que hice con una amiga cuando tenía 18 años en el cual decía puras tonterías y poníamos música pop; pues estoy segura que este programa, como muchas otras cosas, me llevaron a lo que ahora estoy haciendo y a lo que ahora soy. Busco que mi voz de artista sea yo, que sea Ana Paula.

Hablas de una voz mexicana. ¿De qué forma crees que tus raíces se expresan en tu trabajo?
Para mí hablar de México no es poner el dedo en la llaga del narcotráfico y de la guerra interna, que claro que afectan a tu libertad, a ti como persona y como artista. Yo creo que hablo de México tomando consciencia de mi entorno, de mis ciudades, mi campo, de la gente y haciendo obras como el
Concierto de Imprenta que une todos esos elementos. Lo que intento hacer es buscar más motivos para creer y unirnos a través de hacer las cosas más bonitas en el día a día, porque creo que así es el mexicano. Puede ser pobre pero siente que la playa es hermosa, la hamaca está recómoda, y el hijo está rebien. Realmente somos un país en guerra, pero un país muy feliz. Siempre estamos buscando formas con las cuales bailar. Eso es lo que intento hacer con el arte, encontrar formas bailables, dónde bailar yo y los otros.

¿Cómo te gustaría posicionarte dentro del escenario artístico?
Me gustaría que mi camino no fuera inmediato ni fácil, que no se insertara rápidamente en una forma de consumo como puede ser una galería o conciertos de
noise. Me gustaría que mi voz de artista fuera transcurriendo con todo lo que vengo haciendo y haré hasta que llegue donde tenga que llegar, como Sophie Calle, esa artista que me gusta mucho y a la que hice referencia antes. Me parece que ella siempre trabajó las cosas que a ella le interesaban, que le daban curiosidad y a partir de esa curiosidad hizo las piezas que hoy conocemos. Confío más en que mis piezas, poco a poco, van a comenzar a hablar con intereses que tienen muchísimo que ver con la poesía, la literatura, pero con la poesía de la vida: rebuscarle a la vida para encontrarle todavía más placer y más hermosura.

Esta entrevista se ha realizado en el marco de las actividades del Curso de Periodismo Cultural de Revista de Letras.

Sandra Macedo

Sandra Macedo (Portugal, 1981) hizo su carrera de psicología en la Universidad de Porto y prosiguió sus estudios en la Universitat de Barcelona, con la tesis del master dedicada a 'Gestión del Conocimiento en Industrias Creativas'. Participó en diferentes cursos y workshops de escritura, tanto para teatro como para cine. Actualmente trabaja como asesora educativa en proyectos de educación internacional y colabora con creaSRA, creación de responsabilidad social audiovisual.

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