XXII Editores: Eduardo Riestra

Me acuerdo ahora, y nada es casualidad, del archiconocido inicio de cada entrega de las aventuras de Astérix y Obélix. Lo hago al pensar en Ediciones del Viento y en su editor, Eduardo Riestra. Pienso en esta editorial irreductible en la esquina noroeste y más celta del país, en cómo resiste permaneciendo leal a sus principios, apostando por un texto cuando el texto (y sólo el texto) se defiende por sí mismo, en cómo mantiene una colección de literatura de viajes que se ha convertido en referencia, en cómo renuncia a las mieles de la subvención por cuotas lingüísticas e insiste desde Galicia en aportar su granito de arena a la narrativa en castellano. Conversamos con este editor en quien los efectos de la pasión por su trabajo son permanentes. Como Obélix, parece que Riestra cayó de pequeño en la marmita de esta maravillosa locura que es la edición independiente.

A modo de test…

¿Cuándo decidiste ser editor y por qué?

Voy a contar por primera vez la historia públicamente: una noche de febrero del año 2002 mi amiga ―mi medio hermana― Catalina Luca de Tena me invitó a cenar a un conocido restaurante japonés de Madrid. Al llegar, me comentó que le habían subido a su despacho del ABC unos libros que habían aparecido en los almacenes del periódico en unas cajas. Se trataba de algunos ejemplares de la vieja editorial Prensa Española. En un ataque de nostalgia, comenzó a imaginar el rescate de la editorial, y me propuso dar los primeros pasos con el fin de recuperar aquel sello. Yo me puse manos a la obra y recopilé un montón de información: hablé con autores, traductores, correctores, diseñadores, maquetadores, editores, distribuidores, libreros, periodistas y, en fin, lectores. Me hice un informe que me quedó de lo más apañado. Entre tanto, ABC se incorporó a Vocento y el proyecto se paró. Mi gozo en un pozo. Decidí entonces tirar para delante… y aquí estoy.

¿Cuál es el criterio principal de tu catálogo?

Bueno, esto lo digo porque sois ya bastantes los que me lo reconocéis. Mi criterio principal es la calidad de los textos. Después ya viene la temática, la línea de la colección… En Viento Simún, nuestra colección más emblemática, estamos creando un catálogo fundamental de viajeros, y llevamos ya medio centenar. En Viento Abierto, estamos robándole la cartera por ejemplo a Herralde, con una catálogo de narrativa actual de altísima calidad literaria.

¿Primer libro publicado?

Y quizá el preferido: Los días de Birmania, de George Orwell.

¿El libro más difícil? (de editar, de conseguir, de vender… interpretación libre).

No difícil, pero lamentablemente inadvertido para los lectores, Los días, de Taha Hussein, con traducción de Emilio García Gómez, el más grande arabista español del pasado siglo, premio príncipe de Asturias. Es una delicia, una maravilla de libro del que hemos vendido apenas unos cientos de ejemplares.

¿Qué libro te hubiera gustado publicar y has tenido que rechazar? (por estar ya editado, por problemas de derechos, por no encajar en tu colección… ).

Hay una novelita maravillosa de una escritora senegalesa, Mariama Bâ, de la que me hablaban mis amigos los “peligrosos delincuentes” africanos que venden cedés en la calle de mi ciudad. Se titula Mi carta más larga, y cuando comencé a moverme para buscar los derechos… apareció en una pequeña editorial llamada Zanzíbar.

¿Qué  te impulsa a publicar un libro, además de verlo en tu catálogo?

Bueno, aparte de la codicia, últimamente tengo una especie de sentimiento de justicia literaria. Creo que si tiro a la papelera con furia toda la basura que me llega por correo (siempre la misma novela, tópica, mal escrita, a veces ―lo que es peor― pretenciosa), por la misma regla tengo obligación de publicar una obra extraordinaria aunque pueda perder dinero (y lo pierdo, vaya si lo pierdo).

¿Qué te impide publicar un libro?

En general, la mala calidad. En algunos casos, el libro me gusta pero no encaja en mi catálogo. Esto último, por ejemplo es muy frecuente en libros de viajes actuales. Mucha gente cree que yo publico eso, pero no.

Por curiosidad: ¿Por cuántos correctores pasan tus libros?

Dos.

¿Libro electrónico?

Sí, gracias.

Confiesa: Vas a una librería. ¿Recolocas tus libros en las mesas de novedades o en los estantes cuando no están bien visibles?

Blanca Andreu libraba una batalla justiciera en las librerías. Tapaba libros malos con libros buenos. Yo me uní a su cruzada durante un tiempo, antes de ser editor. Ahora sé que algunos fieles hacen eso con mis libros. Yo, a veces, me siento tentado. Y algunas de esas veces sucumbo a la tentación.

Imagina: En unos años, debido al éxito de la editorial, te ofrecen formar parte de un grupo o venderla. ¿Qué harías?

Aceptar, claro. Otra cosa es lo que haría al día siguiente. En general al editor comprado se le jura amor eterno y se le ofrece libertad para continuar su labor. Este amor eterno suele durar un año. Entonces estamos ante el nacimiento de una nueva editorial (¡una más!).

Los dos pilares de Ediciones del Viento son la narrativa y la literatura de viajes. ¿Cuál ha sido tu mayor alegría como editor en cada una de estas vertientes?

En literatura, como te imaginarás, el éxito y la consolidación de mi relación editorial con Óscar Esquivias, uno de los escritores más importantes actualmente en castellano (y llamo tu atención sobre la falta de mayor acotación de esta afirmación ―perdón por la rima―).

En cuanto a mi querida colección de viajes, sin ninguna duda la mayor alegría fue editar mi primer libro, la novela de Orwell que he citado más arriba. Ahora estamos disfrutando mucho el éxito de la divertidísima Guía para viajeros inocentes, de Mark Twain, con espléndida traducción de mi coeditora, Susana Carral. A pesar de sus más de seiscientas páginas y de su precio, veintinueve euros, se está vendiendo muy bien, lo que no me extraña nada, porque también fue el libro de mayores ventas en vida de su autor.

El catálogo en vuestra colección de literatura de viajes empieza a convertirse en una referencia ineludible del género, entre otras cosas porque nos acerca tanto la obra de grandes viajeros clásicos como, sobre todo, los viajes de grandes escritores de la literatura universal. ¿Crees que ha existido siempre un espacio para este género? ¿Cómo percibes su recepción por parte de los lectores? ¿Te plantea estrategias diferentes a la hora de promocionar tus libros? Háblanos un poco de esta colección.

En España ha habido grandes proyectos editoriales que han tratado este tipo de libros. Empezando por Muntaner y Simón o Labor y pasando por Editorial Juventud hasta Laertes, Abraxas o Ediciones El Serbal. Nosotros nos apoyamos desde luego en estas experiencias, pero creo sinceramente que los estamos superando a todos ellos. En la época moderna, Javier Reverte ha sido un hito con El sueño de África, que sufrió el rechazo de media docena de editoriales hasta que cayó en las manos de Mario Muchnik. Él es nuestro auténtico Paul Theroux y ha creado afición no sólo a la lectura sino al viaje mismo. Creo que los tour operadores deberían hacerle un homenaje. Ahora la literatura de viajes es un género con lectores fieles. Por ejemplo nosotros tenemos gente que va a una librería a pedir “el último” de Ediciones del Viento. Ese es el mayor piropo que se puede otorgar a un editor.

Como le vengo diciendo a otros editores que no están en el eje tradicional Madrid-Barcelona, creo que la labor de tu editorial tiene un mérito múltiple, por lo periférico, por lo independiente, por apostar por la literatura de viajes, por mantener la edición en castellano y renunciar a cierto tipo de subvenciones y, por si fuera poco, por enfrascarte de vez en cuando con el relato breve. ¿No es Ediciones del Viento como aquella aldea gala del cómic, no toma por locos a estos romanos del mainstream? Ya en serio, ¿tuviste clara desde el principio esta línea para tu editorial?

Tenía claro lo que quería hacer, pero no cómo. No sabía que Viento Simún iba a ser una colección, pero sí quería publicar muchos títulos que hoy la forman. En seguida vi que de ahí saldría una colección de viajes. Lo de mi tierra es otra cosa. No tengo ni he tenido nunca relación con la concejalía de cultura del ayuntamiento coruñés; no he tenido hasta hace unos pocos meses relación alguna con la consellería de cultura de la Xunta, y en la de ahora se me deja claro que no habrá apoyos a la edición en castellano; soy miembro del gremio de editores de Madrid porque en Galicia no existe más que una asociación de editores en lengua gallega… en fin. Pero en cambio la prensa, los libreros y los lectores me tratan muy bien. Es evidente que soy un editor gallego como Joyce era un escritor irlandés. Como diría Espronceda, a despecho del inglés.

Este carácter marcado comporta llevarse de vez en cuando algún que otro revés. De un tiempo a esta parte hemos dejado de ver en las librerías aquellas deliciosas ediciones vuestras en pequeño formato y papel reciclado, ya sabes, John Steinbeck, Julio Camba, Felisberto Hernández, etcétera. Estoy seguro de que el lector curtido las valoraba (doy fe) pero, ¿te deja ese tipo de cosas la sensación de que la velocidad del Mercado engulle a veces más de lo que puede digerir? ¿Te replanteas tu trabajo según la respuesta del público y de los medios? Y meto el dedo en la llaga porque creo que el editor independiente se enfrenta a esta clase de retos que pueden condicionar no ya su actividad, sino su labor como (si se me permite ponerme la mano en el pecho un poco) garantes de la diversidad cultural y de la calidad de los fondos en las librerías. Sí, acabo de desahogarme como lector porque siento que por culpa de esta inercia me estoy perdiendo cosas. Desahógate también un poco, Eduardo, si quieres.

La colección que citas, Viento del Oeste (Oh salvaje viento del oeste, tú que eres aliento del otoño, escribía Shelley), es uno de los mayores disgustos que me he llevado en esta ya no tan corta vida editorial. A mí me parecía una colección modélica, por el diseño, las medidas, el papel y sobre todo los textos. Los que citas, pero también Huxley, Bromfield, Azcona, Brandão, Anatole France, Eça de Queirós. Pero lo cierto es que el público ni se enteró. Vendimos bien los tres primeros títulos. Después nos despeñamos y tuvimos que parar, como quien se amputa una pierna gangrenada. Yo todavía siento la pierna, y me duele.

Esto de la edición literaria tiene mucho de descubrimiento y goce privado, cuando uno se encuentra un texto que le apasiona y que aún no ha caído en manos de quienes, eso espera, serán los lectores de su editorial. Tanto en literatura de viajes como en narrativa, y sin desvelar del todo la receta, ¿cómo vives esa búsqueda previa, qué modus operandi sigues para conseguir un texto que te seduzca?

En los libros de viajes vamos tirando del hilo. Yo me he inventado una metáfora que me ha quedado muy bonita y que paso a repetir aquí. Es como cuando uno conduce de noche por una carretera de un bosque. Parece que  en cada curva el camino se acaba, pero el haz de los focos va descubriendo nuevo asfalto, que sigue y sigue. Con los libros es igual. Cada título nos va dando nuevas pistas y cuando uno cree que se le están acabando los títulos resulta que aparecen los pombeiros que traduce Richard Burton, o el abogado negro George Washington Williams que es la primera voz que se alza contra el canalla de Leopoldo II de Bélgica por los crímenes del Congo.

En narrativa actual lo tengo bastante fácil. Amigos de confianza total, como Óscar, como mi hermana Blanca, me mandan cosas muy buenas. Yo además recibo mi parte de la selva del Amazonas en forma de pilas de manuscritos, malísimos casi todos. Algunos, desgraciadamente, “no están tan mal”; esos son los que nos dan trabajo, claro. Y después está la pepita de oro. Así descubrimos, por ejemplo, a José Sánchez Pedrosa y su Contento del mundo, o La ceguera de los ciervos, de Carlos Frühbeck.

Repasando vuestro catálogo en narrativa, entre novela y novela uno puede encontrar varios libros de relatos. Incluso uno de vuestros autores fundamentales, Óscar Esquivias, con varias novelas en Ediciones del Viento, se hizo con el Premio Setenil al mejor libro de cuentos editado en España gracias a La marca de Creta. Los que trabajamos en esto y desde cualquier punto de la cadena (como editores, críticos o autores), sabemos lo que a estas alturas cuesta todavía vender relatos. Sin embargo, luego el lector de cuento es un lector fiel y activo. ¿Cómo fue la experiencia posterior al Setenil? ¿Va a seguir Ediciones del Viento pendiente del cuento?

Yo no tengo la cabeza tan departamentada con respecto a eso. Es cierto que prefiero editar novelas que colecciones de relatos, pero también porque es más fácil tomar una decisión frente a una obra que frente a un conjunto. Si un libro de relatos es bueno (o es buenísimo, como La marca de Creta), desde luego lo voy a publicar. Ahora vamos a sacar un volumen que ya está levantando mucha expectación: El libro del voyeur. Se trata de una colección de microrrelatos y de poemas de 69 (esta cifra la tengo que poner con números) autores más o menos jóvenes, muchos muy conocidos, que cada uno de ellos ilustra un dibujo erótico de Pablo Gallo. Es un proyecto personal del artista que me ha encantado y que vamos a presentar en la feria del libro de Madrid (y a la que están todos los lectores invitados).

Volvamos a la aldea: la saturación de títulos en las librerías cobra dimensiones bíblicas y entre tanto romano imperial cuesta un poco encontrar a nuestros irreductibles gal(leg)os. Aparte de la calidad en la edición (los libros de Ediciones del Viento ofrecen siempre un diseño, un acabado y un tacto agradables, reconocibles), ¿cómo os planteáis la promoción de un libro para que no sea otro más en los anaqueles? ¿Simplemente, dejáis que el circuito haga su trabajo o buscáis vías alternativas?

Nosotros no sabemos bien qué hacer. Intentamos que los libros se busquen la vida. La prensa no atiende a presentaciones, que sirven para tomar un vino con amigos, lo cual desde luego es un objetivo suficientemente valioso. Pero yo ahora, después de estos años, tengo muy claro que quienes venden libros son los libreros. Lo demás sirve para que los editores quememos las calorías que nos sobran. Debería ser suficiente con hacer bien nuestra labor, es decir, editar bien y editar libros buenos.

El modelo actual de distribución está comenzando a mostrar sus fallas. ¿Una editorial independiente necesita también de libreros independientes, de otras estrategias más directas para ganar visibilidad, o las grandes cadenas se seguirán llevando siempre la parte del león?

La verdad es que es fundamental el protagonismo del librero, y eso muchas veces falla. Se habla constantemente de la excelencia del pequeño librero frente a las grandes cadenas, y yo tengo que decir que no siempre es cierto. A veces uno se topa con auténticos cenutrios que están bailando el agua a los grandes grupos (ojo, a los libros de deshecho de los grandes grupos, no a las maravillas que editan grandes grupos como Lumen, por ejemplo) por dejadez, por comodidad y muchas veces por ignorancia. Te parecerá increíble pero hay muchos (bueno, muchos no, claro, hay pocos) libreros que no leen, y en cambio la Fnac, para mí, es un modelo de librería tradicional excelente.

¿Cómo valoras la incidencia de la crítica literaria y de los medios en el trabajo de Ediciones del Viento?

Uno de los grandes placeres del editor, junto al sexo y la gastronomía, es comprar los periódicos el sábado por la mañana y toparse en media página de Babelia o ABCD con un libro suyo. A mí me han tratado muy bien casi todos. Tanto en mi tierra como los nacionales que cito (y también El Cultural y aprovecho para mandar saludos desde aquí a Blanca y a Nuria, que hace mucho que no me sacan). Eso a veces tiene incidencia y a veces no. Para mí es un misterio, pero a los editores nos encanta que nuestros libros salgan en los papeles (y a veces nos corroe la envidia porque sacan los libros de los otros).

La red, a través de bitácoras y revistas especializadas, en teoría también independientes, y sobre todo gracias a las redes sociales, ofrece un nuevo espacio de comunicación, tanto entre profesionales como, sobre todo, con el lector. ¿Cómo enfoca Ediciones del Viento su presencia en la red?

Nuestros autores de Viento Abierto, es decir, nuestros autores vivos, son bastante frikis, por lo que tenemos una buena presencia. Andamos por los facebooks y demás. Ahora estamos arrancando con una nueva web que va a eliminar el flash, que era muy bonito pero poco práctico. En fin, somos editores de nuestro tiempo.

¿Qué nos prepara Ediciones del Viento a partir de ahora, en qué estás trabajando? Háblanos de tu catálogo, Eduardo, de tus planes inmediatos, pero sobre todo de dónde te gustaría ver a tu editorial en un futuro cercano.

Los viajes traen esta primavera cosas estupendas. Quizá lo más espectacular sea La tragedia del Congo, un volumen con escritos de Conan Doyle y Mark Twain y que rescata por primera vez en español el informe Casement. De este personaje sabe mucho Vargas Llosa, que está escribiendo una novela. Es el cónsul británico que a principios del siglo XX elabora un informe para denunciar ante la comunidad internacional los crímenes que allí se están cometiendo.

También vamos a publicar una joyita africana de un irlandés titulada La tierra sin alma. Su autor, James Stern, era amigo del poeta Auden.

Y recuperamos las cartas abisinias de Rimbaud, del las que nos ha hecho una edición tremenda Lolo Rico. La pobre se ha quedado consternada tras el trabajo. En este momento detestamos profundamente a la madre del poeta, una mala pécora.

En cuanto a literatura actual, hemos descubierto a un escritor buenísimo, Daniel Sánchez Pardos, del que vamos a sacar una novela. Es probable que él se esté enterando mientras lee esto.

Y bueno, creo que para una gran parte del público lector y a pesar de nuestra trayectoria (ya siete años), seguimos siendo un sello por descubrir. Yo espero que cada vez nos conozca más gente.

Sergi Bellver
Bitácora de Sergi Bellver

Más información: Web de Ediciones del Viento

Sergi Bellver

Sergi Bellver (Barcelona, 1971) es escritor, editor y crítico literario. Responsable de la edición y el prólogo de «Chéjov comentado» (Nevsky Prospects, 2010) y autor en «La banda de los corazones sucios. Antología del cuento villano» (El Cuervo/Baladí, 2010; ed. de Salvador Luis). Profesor de Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès y Escuela de Escritores de Madrid, donde ha colaborado con la Cadena SER. Publica artículos y reseñas en las revistas Tiempo, BCN Week y Standdart, en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, y en los medios digitales Culturamas, Revista Kafka y La tormenta en un vaso.

1 Comentario

  1. Buenos días: Tenemos un libro El Etnocuentón – Tratado de las cosas del campo y vida de aldea, que publicó el autor Francisco R. Lópe megías, y que fue y sigue siendo un éxito, pues todavía no dejan de solicitar ejemplares. está agotado. Quisiera saber si puede entrar en esa línea editorial. espero sus noticias con la respuesta que sea. Un cordial saludo. Mª Jesús Ortiz López, catedrática, escritora e investigadora. Socia de la ACE (Asociación Colegial de Escritores de España)

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