Se incurre en el empeño de redescubrir la existencia para celebrarla en análisis forenses. El poeta se pierde en el paisaje para encontrarse. Sus investigaciones privilegian la excéntrica alianza, la atÃpica conclusión, los avisos en consonancia con nuestras demasiado frecuentes crisis de identidad, “algo como un reflejo, el canto de las ranas en el agua, gritos por debajo, a veces, chapoteos, y esta luz amarilla que se mueve, que se acrecienta†(La séptima estrella). En primer plano, las anécdotas, los entresijos de un lÃrico juego del escondite.
Se adentra el crÃtico y ensayista Yves Bonnefoy (Tours, 1923-ParÃs, 2016) en la paradoja, se adelanta o cancela argumentos sobre puntos de contacto que revelan contradicciones explÃcitas, descritas comprensiones, no desde la excepción, sino hacia una metódicamente descrita conmoción que conduzca a una calma en la que sacrificios y luchas engendren conclusiones. A cuatro años de su desaparición, regresa una escritura, la del autor de Tarea de esperanza (2007), que nos invita a mirar con mente y corazón abiertos:
“Es de mañana, ¿no es verdad? Toco con mi pie desnudo una baldosa frÃa†(El pie desnudo, las cosas).
En el poemario Juntos todavÃa (2016; Sexto Piso, 2019; Traducción de Ernesto Kavi), el epÃgono de Gérard de Nerval, Charles Baudelaire o Arthur Rimbaud, sigue iluminando nuestras incertidumbres: el miedo a lo que no sucede, los autoengaños de la astucia, la frialdad de los afectos. Domésticos dramas nos conducen a constructos limitados por nada convencionales ideas que apilan capas de filosofÃa y vida:
“¿Es de noche? La que está en nosotros/ ha cerrado sus ojos, escucha, el cielo cambia†(Juntos la música y el recuerdo, V).
El amor, la pérdida, la amistad, el dolor o la esperanza se dirigen a su glosa de lo desordenado. Lo indefenso constituye la especulación no verificable de un evento que bien podrÃa no haber tenido lugar:
“Imagino que regreso, adónde, no lo sé, / es a la vez lo Ãntimamente conocido/ y un lugar extranjero†(Light, in an empty room).
Los rigores del registro informan la intrépida crónica, sometida al laboratorio del raciocinio, examinada en busca de inhibidores afectivos: vacÃos morales traumatizan adaptaciones del propio ego, “quien desespera, que entre aquÃâ€, nos advierten, “es más que un dios/ este absoluto que erró en la llama†(Después del fuego).
Aumentan los sentidos de la estimación, del dominio de la transformación. El rechazo de las normas permanece tácito, como la discreta ligereza donde resuena la lÃrica de un encanto propulsor instantáneo, que dota a la voz del estudioso de Goya, Joan Miró o Alberto Giacometti, de personalidad: existe, inmediata, sobre la página, “su cabeza busca mi mano, tiembla. Por supuesto, es una pregunta, como toda pregunta en esta tierra†(En el taller del pintor). Surge directa, preocupada por la existencia o su lugar en ella, inmersa en las jerarquÃas de la melancolÃa. Habla el alter ego, su lucha nos enmudece, quiere reconstruir la realidad, sobre todo el idioma, partir de cero, consciente de que “no accederá jamás al suelo que ha soñado†(La tarea del traductor).
Los puntos de vista se enfrentan unos a otros, en consecutivos versos que alcanzan su clÃmax a través de la mera acumulación de presiones cotidianas. En el cuarto aniversario de su fallecimiento, el Premio en Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2013 no ata cabos sueltos, los deja dispersos, apenas detecta patrones, se muestra “diseminado en masas a veces esféricas hasta la lejanÃa en el olor de la lavanda salvaje†(“Perambulans in noctemâ€). En esta era de creciente neofascismo, liderazgo autocrático y desinformación generalizada, nada más pertinente que esta defensa pública del humano derecho a la libertad. Frente a la indiferencia y el cinismo de nuestros lÃderes, una apologÃa imposible de clasificar, una fábula existencialista, un himno que merece ser recuperado, palabra por palabra.