Yves Bonnefoy | Foto: YouTube

El lejano olor de la lavanda salvaje

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Yves Bonnefoy | Foto: YouTube

Se incurre en el empeño de redescubrir la existencia para celebrarla en análisis forenses. El poeta se pierde en el paisaje para encontrarse. Sus investigaciones privilegian la excéntrica alianza, la atípica conclusión, los avisos en consonancia con nuestras demasiado frecuentes crisis de identidad, “algo como un reflejo, el canto de las ranas en el agua, gritos por debajo, a veces, chapoteos, y esta luz amarilla que se mueve, que se acrecienta” (La séptima estrella). En primer plano, las anécdotas, los entresijos de un lírico juego del escondite.

Se adentra el crítico y ensayista Yves Bonnefoy (Tours, 1923-París, 2016) en la paradoja, se adelanta o cancela argumentos sobre puntos de contacto que revelan contradicciones explícitas, descritas comprensiones, no desde la excepción, sino hacia una metódicamente descrita conmoción que conduzca a una calma en la que sacrificios y luchas engendren conclusiones. A cuatro años de su desaparición, regresa una escritura, la del autor de Tarea de esperanza (2007), que nos invita a mirar con mente y corazón abiertos:

“Es de mañana, ¿no es verdad? Toco con mi pie desnudo una baldosa fría” (El pie desnudo, las cosas).

En el poemario Juntos todavía (2016; Sexto Piso, 2019; Traducción de Ernesto Kavi), el epígono de Gérard de Nerval, Charles Baudelaire o Arthur Rimbaud, sigue iluminando nuestras incertidumbres: el miedo a lo que no sucede, los autoengaños de la astucia, la frialdad de los afectos. Domésticos dramas nos conducen a constructos limitados por nada convencionales ideas que apilan capas de filosofía y vida:

“¿Es de noche? La que está en nosotros/ ha cerrado sus ojos, escucha, el cielo cambia” (Juntos la música y el recuerdo, V).

El amor, la pérdida, la amistad, el dolor o la esperanza se dirigen a su glosa de lo desordenado. Lo indefenso constituye la especulación no verificable de un evento que bien podría no haber tenido lugar:

“Imagino que regreso, adónde, no lo sé, / es a la vez lo íntimamente conocido/ y un lugar extranjero” (Light, in an empty room).

Los rigores del registro informan la intrépida crónica, sometida al laboratorio del raciocinio, examinada en busca de inhibidores afectivos: vacíos morales traumatizan adaptaciones del propio ego, “quien desespera, que entre aquí”, nos advierten, “es más que un dios/ este absoluto que erró en la llama” (Después del fuego).

Sexto Piso

Aumentan los sentidos de la estimación, del dominio de la transformación. El rechazo de las normas permanece tácito, como la discreta ligereza donde resuena la lírica de un encanto propulsor instantáneo, que dota a la voz del estudioso de Goya, Joan Miró o Alberto Giacometti, de personalidad: existe, inmediata, sobre la página, “su cabeza busca mi mano, tiembla. Por supuesto, es una pregunta, como toda pregunta en esta tierra” (En el taller del pintor). Surge directa, preocupada por la existencia o su lugar en ella, inmersa en las jerarquías de la melancolía. Habla el alter ego, su lucha nos enmudece, quiere reconstruir la realidad, sobre todo el idioma, partir de cero, consciente de que “no accederá jamás al suelo que ha soñado” (La tarea del traductor).

Los puntos de vista se enfrentan unos a otros, en consecutivos versos que alcanzan su clímax a través de la mera acumulación de presiones cotidianas. En el cuarto aniversario de su fallecimiento, el Premio en Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2013 no ata cabos sueltos, los deja dispersos, apenas detecta patrones, se muestra “diseminado en masas a veces esféricas hasta la lejanía en el olor de la lavanda salvaje” (“Perambulans in noctem”). En esta era de creciente neofascismo, liderazgo autocrático y desinformación generalizada, nada más pertinente que esta defensa pública del humano derecho a la libertad. Frente a la indiferencia y el cinismo de nuestros líderes, una apología imposible de clasificar, una fábula existencialista, un himno que merece ser recuperado, palabra por palabra.

José de María Romero

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es crítico de narrativa, poesía, ensayo y novela gráfica. Es miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literario. Colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional.

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