Las mesas de novedades y los escaparates de las grandes librerÃas suelen estar copados por los grupos editoriales con más empuje económico. Eso parece, hasta cierto punto, caracterÃstico de la narrativa, con sus renombradas firmas, sus grandes tiradas y aún más suculentos premios. Pero también lo es de la poesÃa, donde un puñado de editoriales machaconamente imponen un monocultivo de nombres y estilos, ocupando espacios de visibilidad, como lo harÃa un cucú, intentando no dejar sitio a nada más. El panorama de se vuelve aún más desolador si a ello le añadimos que el público lector de poesÃa es Ãnfimo. Pero, no cabe la desesperanza, la poesÃa sigue bien representada en las librerÃas con oficio, y un sinfÃn de pequeñas y medianas editoriales luchan denodadamente no tanto por subsistir, pues aparentemente tienen la batalla perdida de antemano, sino por publicar otra poesÃa, poesÃa ajena a los cÃrculos promocionales, a la casuÃstica de un mercado casi inexistente.
Una de estas pequeñas editoriales es la madrileña El Sastre de Apollinaire, comandada por AgustÃn Sánchez Antequera, que en los últimos cuatro años ha publicado cinco libros. Dicho asÃ: publicar cinco libros en cuatro año, casi parece un despropósito o un desastre, pero no, es un gran triunfo, pues cada uno de esos cinco libros son excepcionales por su calidad y su planteamiento estético.
Entre los libros editados por El Sastre de Apollinaire podemos encontrar obras de poetas españoles actuales muy interesantes como Luis Luna y Ana MartÃn Puigpelat. El último, acabado de aparecer, es de José Kozer (La Habana, 1940) y se titula Naïf. En este caso la editorial ha dado un salto hacia América para traernos la obra de uno de los poetas cubanos, con raÃces judÃas centroeuropeas, establecido en los EE.UU. desde los años 60, con más vasta obra, y de quien, por cierto, la editorial Amargord también acaba de editar un libro en España (Para que no imagines, 2014).
Naïf presenta una poesÃa torrencial, en la que el poeta nos propone un viaje por los escenarios y las estancias de su vida, desde los acentos y matices intelectuales por los que ha transitado; también desde una estética de contrastes, cortando higiénicamente los versos y uniendo palabras de campos semánticos diferentes, creando bellas sonoridades y poderosas evocaciones. Indudablemente, la amalgama cultural que el propio autor representa nos empuja a adentrarnos en este libro ahuyentando cualquier prevención apriorÃstica contra lo barroco. AsÃ, contiene referencias intelectuales y populares de todo tipo y procedencia: como por ejemplo las pictóricas, desde su propio tÃtulo, y que nos recuerda la exuberancia tropical a la vez que la pincelada nada academicista de los cuadros de un Henri Rousseau. En los versos de Kozer:
Suave, la sombra, el cuerpo sumido a la sombra,
se posa el cernÃcalo,
sólo un contorno.
Al fin, una sólida ingenuidad primigenia, tan necesaria en los dÃas que nos ha tocado vivir, se une en los versos del poeta cubano a un viaje hacia la experimentación con el lenguaje, que se busca o reinventa en la maestrÃa no de lo clásico sino de lo diferente. Naïf es poesÃa de corredor de fondo, que hace del español un ámbito por el que transitar sin miedos hacia una creatividad arrolladora.
Frente a las grandes editoriales tradicionales, también las de poesÃa, que no paran de editar libros, ansiosas por no dejar vacÃas las estanterÃas ni las mesas de novedades de las librerÃas, una editorial pequeña solo tiene un camino a seguir si quiere perdurar: trabajar con dignidad creando obras sin prisas y buscando lo excepcional, pues la lentitud y la excepción es algo a lo que las editoriales consagradas no suelen arriesgarse.