Mary Ann Clark Bremer | Editorial Periférica

Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos

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Mary Ann Clark Bremer | Editorial Periférica
Mary Ann Clark Bremer | Editorial Periférica

Mientras leía a Mary Ann Clark Bremer iba pensando otros nombres de escritoras como Virginia Woolf (mencionada una y otra vez por ella), pero sobretodo Natalia Ginzburg o Annemarie Schwarzenbach. Autoras cuya obra trasciende más allá de las novelas que puedan habernos dejado con una correspondencia epistolar, cuadernos o diarios cuya impronta literaria es tan o más brillante que su propia obra de ficción. Pensaba en ellas por diferentes motivos: una cercanía temporal que las había llevado a sufrir de un modo u otro las consecuencias de la II Guerra Mundial, pero también por el tono reflexivo de sus escritos y la construcción de una voz literaria inapelable, alejada de los estereotipos de literatura femenina, esa etiqueta malévola con la que la historia ha encasillado a las mujeres escritoras. Entonces pensé también en Stefan Zweig o incluso en Walter Benjamin, ambos intelectuales de la talla de gigantes malogrados por las infamias y atrocidades sufridas en Europa durante el siglo pasado.

Saco todos estos nombres a colación para ubicar temporalmente a Mary Ann, pero también para situarla dentro de un mapa literario. La misma editorial Periférica presenta así el primer volumen traducido de lo que pretenden ser sus obras completas: escritora fundamental pero hasta hace poco secreta. Claro, qué van a decir ellos en la cubierta de su propio libro, pero sospecho que habría otras estrategias más comerciales de vender libros que elegir a esta mujer de la que no hay rastro anterior en nuestra lengua.

Periférica ha publicado de momento cuatro de sus cuadernos: Una biblioteca de verano, Cuando acabe el invierno, El librero de París y la princesa rusa y Una pasión parecida al miedo, más un volumen completo que reúne los mencionados cuatro títulos más un bonus extra con el relato que lleva por título Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos. Digo relato y digo mal, pero así es como lo presenta la editorial, del mismo modo que denomina novelas a los cuatro cuadernos anteriores y que son, para mí, diarios y reflexiones bien alejados del concepto de novela por más amplio que definamos a este género literario.

El tema de los cuatro cuadernos, la gravedad en el trato de los mismos y la implicación personal de Mary Ann varía de uno a otro en una escala que refleja la edad y las vivencias que la autora va acumulando. El primero, por ejemplo, nos presenta a una mujer joven y culta que ha sido golpeada por los infortunios de la guerra. El barco en el que viajaba fue bombardeado y murieron sus padres, quedando ella huérfana y herida. Tras su convalecencia va a un pueblo de Francia donde residía su tío con el que estaba estrechamente unida, pero que también ha fallecido. Mary Ann está confusa, desubicada, y acepta el encargo de gestionar la biblioteca privada del tío Marcel para el disfrute de los vecinos de lugar. Ese ámbito rural, las bondades del verano y el encuentro con el espíritu de su tío a través de sus libros hace que de sus páginas surja una actitud esperanzada que culmina cuando conoce a Saúl, un soldado que acabará siendo su marido y cuya muerte en Israel sirve de dramático colofón para el primer cuaderno.

Editorial Periférica
Editorial Periférica

El segundo, titulado Cuando acabe el invierno carece de la jovialidad y la luz del primero. Es invierno, Mary Ann se encuentra en los EUA donde añora Europa, su juventud y el amor de Saúl. Se trata, como ella misma dice, de un punto de inflexión, de una reconstrucción interior. Sus reflexiones se nutren, sobretodo, de diálogos que mantiene con sus autores preferidos, en especial Virginia Woolf de quien relaciona su obra póstuma con el amor póstumo que ella aún siente. Trasciende cierta desubicación que define como su “nomadismo, la búsqueda de algo que estaba a la vez dentro y fuera de mí…”. Si bien es cierto en esta reconstrucción erige una personalidad propia que la hace sentir “mujer de su tiempo”. Esa conciencia de género sin dependencia masculina la lleva a coleccionar citas en las que hombres eruditos de todos los tiempos desmerecen la condición intelectual de la mujer. Mary Ann emplea estas citas junto a sus amigas para rebatirlas y ridiculizarlas, al tiempo que también dejan en evidencia la ridiculez de quienes las acuñaron.

El tercero de los cuadernos es el más parecido a una novela de este volumen. Mary Ann prosigue con una vida en la que se mantiene con las rentas familiares pero que se le antoja tediosa. En este marco conoce a una joven princesa rusa en el exilio con la que traba una amistad que despierta su interés, pero que al mismo tiempo encuentra distante. Junto a su nueva amistad acudirá a una librería donde es manifiesto el sentimiento que existe entre la princesa y el librero, y Mary Ann asiste a este flirteo sutil y cortés. Ella misma define esta etapa como un paréntesis y un analgésico en su dolor.

El último de los cuadernos es, tal vez, el más personal. Ya madura, nos narra el encuentro con D., un hombre con el que compartió una semana en un hotel de Suiza. Mary Ann recuerda a Saúl, no tanto en cuanto a su marido, sino al amor que sintió por él. En sus años de viudez confiesa haber participado del juego de la seducción, un juego que, sin embargo, no está dispuesta a practicar con D. con el que, sin embargo, entabla largas conversaciones y largos paseos que no la conducen a ningún lugar más que al miedo, el miedo al dolor que deja el amor cuando es devastado.

Desconozco el contenido de los próximos cuadernos que publicará Periférica, ni si tendrán la consistencia de novelas o de diarios. Particularmente me es indiferente el género con el que se definan sus textos, ella misma ve su prosa como una novela sin centro, y a su existencia como una vida sin eje. Tal vez, pero si algo vertebra su obra es el equilibrio entre la liviandad de su prosa y la profundidad de sus pensamientos, y ese suficiente motivo para leerla.

Óscar Sotillos

Óscar Sotillos (Barcelona, 1973). Ha publicado los libros de relatos 'María Triste y el cuentacuentos'; 'La Fruta del tiempo' (1999 y 2008), la novela 'La Orilla de las palabras' (2010); la miscelanea de poesía, poesía visual y microrrelato 'El púgil sin sombra'. Dirigió el programa de radio y poesía: 'SPAM: sobren paraules mortes' y coordina el colectivo de poesía visual 'El Píxel en el Ojo'. Actualmente oye voces y algunas las pone por escrito en su blog.

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