Una felicidad salvaje. Blanca Riestra
Huerga & Fierro Editores (Madrid, 2010)
Blanca Riestra (A Coruña, 1970), en el poemario Una felicidad salvaje, que edita Huerga y Fierro, da voz a una figura que se encuentra en los márgenes de la sociedad: el mendigo. La mirada poco convencional de este yo poético (que se aprecia desde el primer poema) gira en torno a dos ideas medulares: el amor por el mundo (aún sabiendo que «la materia es el mundo/ que canta/ y después/ se descompone«) y el odio hacia lo que le rodea. Esta oscilación que late, a veces, en un mismo poema, convierte al libro en una paradoja continua, en un lugar donde entran en lucha constantemente dos elementos contradictorios, y está condensado aquÃ: «ingenio mundo/ agrietado/ una manzana/ que explota de verdor/ o podredumbre«.
También veo ese vaivén en el tratamiento que hace Riestra por boca del mendigo del mendigo mismo (permÃtanme este juego de palabras): en algunas composiciones, el marginado es considerado como último reducto de libertad, como un ser capaz de disfrutar de las pequeñas cosas; versos como estos me lo confirman
«Amado mundo/ digo/ cuando abro los ojos/ y es/ entonces/ que llueve/ y el pitillo/ de anoche no está/ demasiado húmedo/ tira bien// cualquier excusa/ que las cosas/ tejen para/ darme/ gusto«,
en contraposición, sobre todo, a la ceguera del hombre común, «Pasáis con tanto frÃo/ tan alegres/ sin saber que os tiñe/ la cara/ su presencia// el virus negro […] yo beso/ a la muerte todos/ los dÃas en la boca// Pero vosotros/ estáis tan indefensos«; pero a su vez encuentro poemas que contienen imágenes duras, la cruel realidad, sin atisbo alguno de encumbramiento de dicha figura:
«Y los compañeros/ ya están hablando/ con esas bocas sin dientes/ que se les ponen/ lengüeteando «.
Se aprecia, asimismo, una presencia constante de la muerte (recordando la sentencia de Heidegger, sein zum Tod; para Julián MarÃas, «estar a la muerte», y no «ser para la muerte», como se ha traducido muchas veces), una conciencia lúcida del mendigo respecto a su final: «Delicioso/ ese aura/ que rodea/ tu perfil // que dice/ existo/ y dejaré de existir/ dentro de poco«.
Formalmente, Riestra opta por el verso corto, la ausencia de puntuación y de tÃtulos, y el lector tiene la impresión de estar leyendo un gran poema fragmentado; pequeños instantes seleccionados que van conformando el mundo del mendigo. Asimismo, estos pedazos de vida traen, la mayorÃa de veces, una reflexión acompañada, una pequeña sentencia escondida que completa su sentido; a veces, incluso, amplificado todavÃa más con algunas imágenes de raÃz surrealista.
Esta narradora gallega, después de haber publicado varias novelas que han sido bien recibidas por la crÃtica – la última, La noche sucks (Alianza, Madrid, 2010) - ha dado el salto – no sabemos si para quedarse y combinarlo con la prosa - al verso. Y lo hace con un buen libro, con una poesÃa hecha en los márgenes, con unos versos impregnados de realismo duro y de ideas estimulantes que aportan una mirada original al panorama poético tanto por el tema como por la forma de tratarlo.
Rafael Banegas Cordero
http://arsspoetica-rafa.blogspot.com