«Stone Junction», de Jim Dodge

Stone Junction. Jim Dodge
Traducción de Mónica Sumoy Gete-Alonso
Alpha Decay (Barcelona, 2011)

2007 pudo haber sido el Primer Año Dodge en España. Por esas fechas El Aleph publicaba Not fade away y Alpha Decay hacía lo propio con Stone Junction. Ambos títulos experimentaron curiosas transformaciones: el primero pasó a llamarse El cadillac de Big Bopper, mientras que el segundó mutó en Introitus lapidis. Probablemente tuvo algo que ver esa desafortunada elección, sumada al hecho de que la recién nacida Alpha Decay no era en aquel momento la máquina de crear tendencias que es ahora, con el hecho de que la obra de Dodge no hallara el eco que sin duda merece. Es Stone Junction una novela con la rara propiedad de concitar el interés de todos los sectores implicados en el negocio editorial: da prestigio a los catálogos, contenta a la crítica y es susceptible de atraer, interesar y divertir a los lectores.

En su entusiástico (como suele ser habitual en él) prólogo a El cadillac…, Kiko Amat afirma: “Jim Dodge se nos muestra como un Pynchon que no da dolor de cabeza, que sabe controlar el número de páginas y personajes. De hecho, el propio Pynchon es un gran fan de nuestro Dodge (…)”. Y dice: “Leer Stone Junction es como estar en una fiesta sin fin donde se celebra todo lo que importa de veras”. Lo cierto es que en estas breves líneas están resumidos algunos de los aspectos más importantes a la hora de acercarse a Stone Junction. Uno de ellos (la parte atractiva para la crítica) sería la filiación pynchonesca: es dable hallar numerosas similitudes con Vineland (que curiosamente Pynchon publicó el mismo año que el libro que nos ocupa,  1990) en el retrato que Dodge hace de una sociedad posjipi, de unos protagonistas convertidos en auténticos resistentes que luchan por mantener vivos algunos de los valores surgidos a raíz de esa revolución en un mundo en que empiezan a aflorar oscuras conspiraciones y persecuciones policiales. Ambas novelas comparten también la importancia central de la figura materna como generador del misterio: huída y reconvertida en informante del FBI en Vineland, asesinada en Stone Junction, en ambas novelas la madre actúa como catalizador de la intriga, más evidente en el caso de Dodge, en que el irresoluto homicidio sirve para articular un trama paralela en clave policial. La principal, que narra la educación de Daniel Pearse a manos de una serie de peculiares profesores (guías espirituales, drogadictos moteros, jugadores de póker, maestros del disfraz, ladrones de cajas fuertes,…) asignados por la AMO (Asociación de Magos y Forajidos) empieza siguiendo los patrones del bildungsroman, con Daniel convertido en una especie de moderno Lazarillo para, después de un breve pasaje de inspiración heist, derivar en una especie de road movie post-beatnik plagada de numerosos encuentros pintorescos con personajes secundarios excelentemente definidos y culminar en una deriva fantástica que no sabemos si interpretar en clave de trascendencia y ascensión o de disgregación y desaparición.

Jim Dodge (Foto: HSU)

El otro aspecto importante de Stone Junction es su espíritu festivo: su lectura resulta una experiencia de auténtico placer.  Dodge logra mezclar sus ambiciones literarias con una estructura y temática fuertemente ancladas en la tradición aventurera clásica, en el cuento y la fábula, sin que la balanza se descompense por ningún lado; parafraseando a Amat podríamos decir que el autor norteamericano consigue metabolizar y reformular a Pynchon para lectores poco dados a los analgésicos y reformular a Verne o Dumas sin oler a naftalina.  Dodge es un escritor ambicioso y depurado a la vez que un genuino storyteller. Es esa, en realidad, una postura en cierta manera inusual en los tiempos que corren, caracterizados por la extrema autoconciencia y la ineludible intertextualidad; lo es, asimismo, la decidida voluntad de Dodge de crear una literatura constructiva y “amable” en un sentido descargado de ingenuidad y connotaciones peyorativas, caracterizada por el humor, el optimismo  y cierta bonhomía new age que no llega a resultar molesta pese a cierta sensación de desfase temporal: en esto, Dodge se parece a otro escritor de su generación también recientemente recuperado en España, Richard Brautigan, que quizá ha envejecido algo peor.

Por la transparencia de la propuesta de Dodge, por su honestidad, resulta difícil para el crítico desplegar su habitual arsenal de categorías y tecnicismos, tanto como eludir el peligro de caer en definiciones basadas en una retórica de lo lúdico excesivamente naíf. En todo caso, Stone Junction está hallando al fin sus merecidos lectores;  no obstante, no ha sido todo lo reseñada que debería.  Parece que el momento Dodge, el tránsito hacia su canonización definitiva, no ha llegado todavía. Y, sinceramente, a la luz de novelas así, ya va siendo hora.

Marc García García

Marc García García

Marc García García (Barcelona, 1986). Licenciado en Humanidades por la UPF y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la UB. Es traductor y coeditor de la web cultural "MAMAJUANA!", de próxima aparición. Colabora habitualmente en medios como "Quimera" o "Hermano Cerdo". Es el mayor experto muerto en la obra del poeta Unai Velasco.

5 Comentarios

  1. «Alpha Decay no era en aquel momento la máquina de crear tendencias que es ahora…»
    Demasiado parcial, tío…
    Y no digo que el libro sea malo, solo la crítica.

  2. Esa frase es más bien irónica, «pelotilla». Creo que en la expresión «máquina de crear tendencias» se nota… Pero guste más o menos, ahora mismo Alpha Decay sabe como promocionar perfectamente sus libros y crear tendencias. Esta es una afirmación basada en hechos (solo hay que ver el seguimiento que tiene en FB, en que es prácticamente la única editoral que ha construido un «personaje», y como logra colocar sus novedades en las revistas más «in» del momento) y que no implica ningún tipo de valoración sobre su catálogo ni su trabajo: simplemente, es así, con todo lo bueno y lo efímero que puede tener la palabra «tendencias». Este libro, por otra parte, me parece uno de los eslabones más valiosos de su catálogo. Eso sigue siendo lo importante, así que celebro que el libro te guste!

  3. Creo que, en este caso, la frasecita de marras puede ser entendida incluso de manera no necesariamente positiva, ya que considerar a una editorial como «máquina de tendencias», plantea la idea, como escribe Marc, de algo efímero. pasajero, aunque también pueda implicar innovación, valentía y riesgo. Me parece bien que quede en el aire hacia qué lado lo quiera interpretar cada uno, dependiendo de sus exigencias o gustos literarios. Personalmente, nunca sé si la balanza se inclinará hacia un lado o hacia el otro, es uno de los sellos que más inquietudes me provoca. Hay libros de su catálogo que no me atraen para nada, pero por otros me tiro de cabeza. Esta dicotomía hace que siempre esté a la expectativa, pendiente de lo siguiente. Les odio. ¡Jaja!

  4. Hola Marc,

    Llevo años pesiguiendo esta novela y, por fin, voy a hacerme con ella. No es solo por tu estupenda crítica, que también, sino porque -no sé si lo sabes, pero creo que no por tu momento «Zapatero no sé qué vale un café en el país que gobierno»- con el rebautismo la obra ha adelgazado 16 euracos. Sí, amigo, tuvieron la desfachatez de presentar a un autor desconocido para nosotros a 36 arrobas. Así, los que destinamos parte de nuestro mísero sueldo a mantener la industria editorial de este país porque tenemos el feo vicio de leer encontramos, en su día, pornográfico el precio que nos exigían. Quizás sea este uno de los motivos por los que la obra pasó inadvertida, ¿no crees? (Ay, amigo, cómo se nota que no pagamos los libros, ¿eh?, de buen rollo te lo digo).

    Por otro lado, convendrás conmigo que los mortales semi-ilustrados no conocíamos a la editorial de marras hasta que la señorita «Che, pibe, yo triunfo por mi portentoso cerebro y no por mi pecaminoso físico aunque pose como en un anuncio de D&G» nos iluminó a todos con sus teorías. Fíjate que hasta comparten diseño de portada, por qué será…

    Saludos!

  5. Jaja, Begus. Lo cierto es que sí conocía la diferencia de precio. El de ahora me parece más ajustado, 36 era excesivo. Es una causa posible y probable del poco éxito en su momento, esperemos que esto se arregle ahora. Y sobre la editorial, ya lo he comentado: ahora sabe como promocionarse mucho mejor que antes. Eso tiene una parte más frívola y otra que ayuda a difundir un catálogo con varios eslabones valiosos. En fin, me alegro que te haya gustado la crítica y que haya ratificado tu interés por el libro, que sin duda te va a hacer pasar un gran rato! Espero que dejes por aquí tu opinión cuando lo hayas leído.

    Un saludo!

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