Ritual en la oscuridad. Colin Wilson
Traducción y epÃlogo de Javier Calvo
Libros del Silencio (Barcelona, 2011)
“No me entiende —dijo él, con paciencia—. No es eso lo que intento decir. Lo que intento decir es que nuestra experiencia está deshilvanada. Vivimos más o menos en el presente. Si fuéramos honestos, reconocerÃamos que la vida es una serie de momentos engarzados por nuestra necesidad de mantenernos con vida, de derrotar al aburrimiento. Nuestra experiencia está hecha de pedazos. Pero el hombre de negocios de Surbiton lo hilvana todo creyendo que el propósito de la vida es tener un coche más grande. El polÃtico lo hilvana identificando sus propósitos con los de su partido. El hombre religioso lo hilvana aceptando la guÃa de su Iglesia o la Biblia. Son formas distintas de hacerlo, pero todas comparten el mismo propósito: imponer un orden, un sentido. Y son todas falsificaciones. Si fuéramos honestos, aceptarÃamos que la vida carece de sentido†(p. 131-132).
El fragmento anterior pertenece a la novela Ritual en la oscuridad, de Colin Wilson, editada en castellano por Libros del Silencio en 2011. En los años ’60, ’70 y ’80 del siglo pasado se editaron un puñado de libros suyos en España, incluso alguno en los ’90 y en la década posterior. Sin embargo es lo primero que leo de Wilson y no voy a engañaros: llegué a él porque la traducción la habÃa hecho Javier Calvo y además incluÃa un epÃlogo suyo. Todo el que más o menos lee en serio en este paÃs sabe quién es Calvo por sus legendarias traducciones de los no menos legendarios libros de David Foster Wallace, el legendario escritor desastrosamente fallecido en circunstancias desastrosas hace tres desastrosos años. No he sido totalmente consciente de la valÃa de Javier Calvo como traductor (aunque ahora soy consciente de que siempre lo he sido de manera subconsciente) hasta que Juan Francisco Ferré me propuso que comparara la versión original de un relato incluido en Entrevistas breves con hombres repulsivos titulado «Tri-Stan: He vendido a Sissee Nar a Ecko» con la traducción al castellano realizada por Calvo, y desde que he podido disfrutar de la que de El rey pálido ha publicado recientemente Mondadori. (Esto no es ningún peloteo o acto laudatorio sino un reconocimiento sincero y honesto a una labor que no está suficientemente pagada ni reconocida ni nunca podrá estarlo habida cuenta de la escasa incidencia comercial de la literatura auténtica que llega a nuestras manos gracias a que gente como Calvo decide un dÃa empezar a hacer las cosas bien y pasan los años y no dejan de hacerlas asÃ, bien).
Cada uno puede leer lo que le dé la gana, y dejarse llevar por los criterios de selección que más le apetezcan. Pero qué duda cabe que el principal criterio de selección para quienes sólo leen libros editados en nuestro idioma vernáculo es el criterio de los editores: esto es lo que vas a leer porque esto es lo que hemos decidido que se traduzca y edite aquÃ; si quieres leer otras cosas, aprende idiomas y búscate la vida. Si a esta circunstancia le añadimos los saltos generacionales y el rollo insufrible de los libros descatalogados, concluimos que nos perdemos cantidad de cosas en favor del en muchas ocasiones dudoso criterio de los Señores de la Edición. Hay por ahà joyas de gran valor enterradas en idiomas incomprensibles/molestos para el lector de a pie, olvidadas mientras proliferan las lÃneas enfocadas al entretenimiento masivo y rentable sólo para quienes han decidido que esa es la lÃnea que al público de habla hispana le puede interesar. Un desastre paliado sólo a medias por unas pocas editoriales pequeñas e independientes y alguna grande e inexplicablemente comprometida con objetivos distintos al beneficio económico puro y duro. Seguiremos informando.
Esta es la primera novela de Wilson, escrita a la increÃble edad de 18 años y publicada 7 después, ya por entonces famoso a raÃz de su ensayo The Outsider. Y ahora viene el clásico prejuicio sobre la narrativa fabricada por gente excesivamente joven, algo de lo que ya hemos hablado en extenso en este lugar, por lo que sólo diré, a modo de resumen, que la madurez no tiene edad y que, en el campo que nos ocupa, hay novelas escritas por autores de 50, 60 o más años que demuestran una inmadurez rayana en la infantilidad, y novelas escritas a la increÃble edad de 18 años que no sólo sorprenden por su excelente factura sino que además permiten que uno sienta algo menos la incomodidad de vivir en un mundo dominado por ideas seniles porque sabe que en algún sitio están teniendo lugar verdaderos actos de creación no dominados por la esclerosis de aquellas ideas seniles, equivocadas, torcidas y perdedoras.
De más está decir que Ritual en la oscuridad es una novela brutal. En ella el protagonista, Gerard Sorme, es un joven escritor en ciernes de escasos medios económicos, rabioso contra la sociedad y misántropo que reside en Londres. La época es la inmediatamente posterior a la descrita por David Lodge en Fuera del cascarón e inmediatamente anterior a la expuesta por Hanif Kureishi en El buda de los suburbios. A quienes conozcan la capital del Reino Unido por haber ido más de una vez en viaje turÃstico les fascinará reconocer los itinerarios de los personajes por los barrios y lugares que aparecen entre sus páginas. Sin embargo esto es un detalle menor que permite un subnivel de disfrute paralelo a la trama principal. Lo verdaderamente importante de la novela son la trama (estamos ante un thriller de lectura compulsiva) y las especulaciones sociológicas y filosóficas de Sorme. Trama que serÃa una lástima siquiera apuntar aquÃ, y cuyo placer es preferible dejar a sus futuros lectores. Sólo citaré —y apelando a la inteligencia del lector le pediré perdón por destrozar en parte lo que a otro tipo de lector podrÃa parecerle objetivo último de Wilson: descubrir un quién— un pequeño trozo de conversación entre Gerard Sorme y Austin Nunne, el amigo rico (una especie de Dickie Greenleaf, el amigo del Tom Ripley creado por Patricia Highsmith) de Sorme:
“Nunne se apresuró a interrumpirlo:
—Claro que sÃ. Pero tampoco sobreestimes mi anormalidad. Imagino que el trabajo de un verdugo es anormal, pero aun asà él lo considera un simple trabajo. Lo mismo pasa con un empleado del matadero. Conozco a un hombre que se pasó la guerra entrenando a adolescentes para matar con facilidad y sin hacer ruido. He conocido a comandos que han matado a más alemanes de los que pueden contar. Uno de ellos siempre va a pasar las vacaciones a Alemania y dice que prefiere a los alemanes a ninguna otra raza de Europa.
—¿Estás diciendo que el asesinato es parte de la mentalidad moderna? —dijo Sorme en tono lúgubre.
—De cualquier mentalidad, Gerard. La sociedad siempre se ha basado en el asesinato. De nada sirve intentar prohibir el asesinato por medio de leyes y códigos morales. Es algo que tiene que desaparecer por sà solo: los hombres lo tienen que dejar atrás. ¿Me entiendes? Mi amigo el comando es un ciudadano que respeta escrupulosamente la ley. Sin embargo, sigue teniendo el asesinato en las venas. Si hubiera otra guerra volverÃa a matar. No ha dejado atrás el asesinato. Simplemente acepta las leyes que lo prohÃben. Esa no es forma de crecer…†(p. 533-534).
«Amar al asesino» es el tÃtulo del epÃlogo de Javier Calvo, en el que hace una crÃtica perfecta del libro cuya lectura acaba y ofrece una magnÃfica guÃa para adentrarse en el extraño mundo de la narrativa de Colin Wilson. Un mundo en el que, por lo que he leÃdo, colijo que se ponen patas arriba muchas de nuestras concepciones heredadas y se derriban estereotipos sociológicos que no dudamos en calificar de inamovibles. Un mundo raro, que suena mucho mejor en inglés, A Weird World, del que una vez dentro es difÃcil salir.
José Luis Amores
http://bolmangani.blogspot.com
Leà esta novela a principios de los años 60 en una edición de LuÃs de Caralt. Entonces habÃa dejado de leer novelas de aventuras y empezaba con otra literatura. Asà cayó en mis manos esta magnÃfica novela que fue para mà toda una experiencia. Por primera vez viajaba por el metro de Londres y recorrÃa la ciudad guiado por el joven airado Garard Sorme. Al ser autodidacta y esta la primera novela que me impactó siempre más me he acordado de ella.
El pasado martes, en un acto de nostalgia, pedà a mi librerÃa esta edición con la magnÃfica traducción, por lo que he podido comprobar y comparar por el fragmento que ofrece la editorial en su web, de Javier Calvo. Ya debe de haber llegado y el próximo lunes pasaré a recogerla para releerla en seguida.
Hoy buscando en Internet sobre el autor Colin Wilson me he enterado de que falleció el pasado 5 de Diciembre a la edad de 82 años. Sirva esta nota y la lectura de su brillante novela como homenaje a este autor autodidacta que leyó toda la literatura universal y publicó algunos ensayos sobre novelas y obras de filosofÃa para después abandonar este campo por temas de parapsicologÃa que ya a mÃ, que aún tenÃa toda la literatura, que él habÃa leÃdo, por descubrir, ya no me interesó.