Bajo el significativo nombre de Eme, escritura de mujeres en español, Ediciones La Palma -de Madrid- ha lanzado una colección dedicada la poesÃa escrita por mujeres. La colección se inició con tres libros y acaba de sacar a la luz tres más. La también poeta Nuria Ruiz de Viñaspre es la directora de la colección, sobre ella recae la responsabilidad de dar coherencia y sentido a esta aventura editorial, que tiene, por añadidura, el aliciente de arriesgar y despertar nuestro interés hacia la poesÃa actual escrita en castellano por autoras de España y Latinoamérica.
La apuesta, por supuesto, es dar voz a poetas de gran calidad; es el caso de los seis libros presentados hasta la fecha: El Emparrado de MarÃa Antonia Ortega, La jaula bajo el trapo de MarÃa Negroni, Humo de Irene Gruss, Otro año del mundo de Pilar MartÃn Gila, Las constelaciones del capitán de Marifé Santiago Bolaños y JardÃn de arena de Julia Otxoa.
Sobre la poeta, narradora y artista visual donostiarra me gustarÃa extenderme, pues Otxoa –sin, por supuesto, menospreciar a las otras autoras de la colección- me parece una de las personalidades más interesantes de la poesÃa contemporánea es España. La descubrà hace años con aquel deslumbrante Taxus baccata (Hiperión, 2004) y después he podido leer también alguno de sus libros de relatos. Adentrase en su obra es comprender también que nos encontramos ante un conjunto coherente y excepcional.
En la colección, ha aparecido su último libro de poemas, titulado JardÃn de arena. Y se trata de la reafirmación de los hitos sobre los que la poeta ha ido construyendo su obra: un extenso lugar emocional en el que el presente dialoga con el pasado. AsÃ, el libro se divide en dos partes, la primera titulada El desierto nos trae un pasado de injusticia y resistencia, sobre el que construye la segunda parte: El jardÃn, un espacio donde la creatividad puede llegar a redimir al ser humano.
JardÃn y desierto son dos términos que podrÃan ser hasta antónimos, pero que –en la distancia de sus significados- se atraen y complementan. Sobre ellos Otxoa elabora una poesÃa en que naturaleza y cultura trazan lÃneas que se buscan y encuentran:
“Tocar el tronco de un árbol como quien acaricia el rostro de un amigoâ€
Pero también donde la memoria se reivindica no como reelaboración del pasado sino como razón del ser en el presente. La memoria es el arma que tenemos para no caer en la reiteración de la injusticia: el olvido. Y la poeta nos narra algunos tristes sucesos desde su propia experiencia familiar. Pero, la hondura y el dolor de sus palabras no están al servicio de unos hechos particulares, sino que están al servicio de todos los que no tuvieron la posibilidad de ser oÃdos, de todos los que fueron acallados por vÃctimas, por derrotados, por exiliados, por fusilados y enterrados sin nombre en las cunetas de nuestro paÃs, de cualquier paÃs:
“Imposible el exilio de la memoriaâ€
Asimismo, el jardÃn surge como el lugar propio de la poeta, la palabra sobre la que construye no solo la belleza, la literatura, sino también la memoria recuperada, la memoria personal y familiar, pero también la colectiva. Aquà la naturaleza viene al encuentro del entorno urbano, ese no lugar en el que la mayorÃa de la población actual vive, para dulcificar la estética del hormigón y para conjurar la alienación contemporánea.
Al fin, Julia Otxoa nos trae en este JardÃn de arena una escritura sin ataduras ni formalismos, desnuda de tÃtulos de poemas o de cualquier elemento que puede desviar la atención del lector: creatividad en estado puro al servicio de la palabra y del compromiso. Sin duda, un libro que ejemplifica perfectamente las premisas de esta colección de poesÃa escrita por mujeres que nos presenta Ediciones La Palma, donde la causa femenina no es una temática encerrada en sà misma, ni una postura estética, ni una moda, ni un recurso literario; donde la causa femenina es, sin más, la de la igualdad y la justicia a escala humana.
[…] Por AgustÃn GarcÃa Calvo en Revista de Letras RdL […]
[…] Pero también donde la memoria se reivindica no como reelaboración del pasado sino como razón del ser en el presente. La memoria es el arma que tenemos para no caer en la reiteración de la injusticia: el olvido. Y la poeta nos narra algunos tristes sucesos desde su propia experiencia familiar. Pero, la hondura y el dolor de sus palabras no están al servicio de unos hechos particulares, sino que están al servicio de todos los que no tuvieron la posibilidad de ser oÃdos, de todos los que fueron acallados por vÃctimas, por derrotados, por exiliados, por fusilados y enterrados sin nombre en las cunetas de nuestro paÃs, de cualquier paÃs: Siga leyendo PoesÃa en femenino […]