A través de la noche

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Stig Sæterbakken | Foto: Jo Michael | WikiMedia Commons

La posibilidad de ser transportados a una dimensión nueva es el atractivo supremo de la literatura. Suponiendo que este postulado se cumpla, después de leer una buena novela, incluso un buen artículo, nada puede volver a ser igual que antes. Un mundo desconocido se abrirá ante el lector. Caerán los velos de la realidad y, en un abrir y cerrar de ojos, la vida quedará transformada. Un pensamiento desembocará en otro y sucesivamente nos iremos alejando de todo cuanto nos resulta familiar y nos brinda seguridad. Cualquiera de nosotros es susceptible a que le pase aquello que se nos está narrando. Las elucubraciones del protagonista son propias de una persona que siente tedio de la rutina y sin premeditación intenta zafar de sus dominios. Una infidelidad es la que abre una rendija en la pareja. Un paso fallido que conduce a un laberinto de caminos que se bifurcan. El protagonista de la novela A través de la noche se siente empujado por la esperanza de que pueda existir otra vida, en otro lugar, y por la posibilidad de poder empezar de nuevo y volver a creer en algo. Un punto de no retorno a partir del cual nada puede volver a ser visto con los mismos ojos.

Stig Sæterbakken fue un novelista, poeta y ensayista noruego. A través de la noche (Mármara), fue su última novela y la escribió un año antes de quitarse la vida. La biografía personal del autor no debe influir en su obra. Su vida privada es irrelevante. Una novela es un género autónomo que se sustenta por sí solo. Sin embargo, cuando el hijo del protagonista de la novela se suicida, uno no puede dejar de generar un paralelismo. ¿Hay algo de premonitorio en aquel acto? ¿Qué es lo que lleva a una persona a quitarse la vida? Las elucubraciones del padre se transforman en elucubraciones del lector, quien después de esa breve identificación con el protagonista siente que está a punto descubrir una intimidad trascendente. Hacía tiempo que padre e hijo se habían transformado no en dos desconocidos. El suicidio se encarga de ensanchar infinitamente la brecha. La distancia con la vida anterior es irrecuperable. Estamos solos. La incomprensión y el aislamiento son los temas centrales del relato. Sæterbakken nos plantea la incapacidad que tenemos las personas para comprendernos. Todo cuanto hacemos y pensamos no son más que ilusiones. Mi pensamiento es libre, afirma el protagonista, puedo elegir cómo quiero que sea el mundo. Pero eso es todo. Se queda dentro de mí. El mundo está en mi interior.

Mármara Ediciones

Uno se entrega a la lectura como se entrega a la vida. Sabiendo que nada cambiará. No habrá un antes y un después. Y en el ser consciente de esa intrascendencia late una esperanza. Al menos no hay un falso anhelo, una situación ideal a la cual aferrarse, un artilugio para defenderse de la imposibilidad de entender el mundo. Pero la escritura de Sæterbakken no es farmacológica sino más bien revulsiva. No alivia sino que altera. El protagonista de la novela enfrenta sus propios demonios y coloca al lector en la incomodidad que produce la fragilidad de la realidad y el saber que hay un mundo interior al cual difícilmente podemos acceder. El mundo de las interpretaciones nos llena de incertidumbres. Estamos solos y no hay siquiera un refugio donde nos podernos resguardar de la monotonía, de la nada.

La valentía radica en la capacidad de exceder los propios límites. El escritor confronta sus creencias desgajándolas minuciosamente en un ejercicio taxidérmico y filosófico. La lectura nos zarandea y nos lleva desde el sentido más profundo de las cosas a la indiferencia absoluta. De esta manera, nos adentramos en el en el universo Sæterbakken, donde la nada es un elemento esencial que deja abierta la posibilidad de que cualquier cosa suceda en cualquier momento. Heredero de Kafka y de Céline por su estilo oscuro y descarnado, el escritor noruego, provocador y controvertido, nos sumerge en un mundo opresivo del cual no se puede salir ileso. Un texto que te confronta es aquel que no tan solo te cuestiona sino que tiene la capacidad de llegar a tu yo más profundo, aquel que uno mismo desconoce porque habita en los límites, en aquel lugar que el común de las personas intenta evitar. Tenemos la tendencia a evadirnos y cobijarnos bajo una literatura que nos abra las puertas a un mundo nuevo y lejos de nosotros mismos. Un lugar fantástico con un escenario verosímil que mantenga viva la ilusión de poder acceder a aquella dimensión desconocida. Vuelvo al principio. Nada puede volver a ser igual que antes. Ya hemos visto la cara al desconocido y no podemos hacer ver que no lo conocemos.

Jordi Pacheco

Jordi Pacheco (Girona, 1980). Graduado en Comunicación. Periodista y crítico. Director adjunto en revista 'Foc Nou' y colaborador en diversos medios entre los que destacan 'La Marea', 'El Ciervo' y 'Revista de Letras'.

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