«Cada libro proporciona una velocidad de lectura; como un coche; un libro deberÃa tener en la portada o la contraportada indicaciones de velocidad máxima y mÃnima de lectura: no leer a menos de veinte páginas por hora, no leer a más de cuarenta páginas por hora.»
Enciclopedia, a pesar de tener forma de libro, es un proyecto en marcha en el que Gonçalo Tavares recoge los fragmentos metanarrativos que utiliza para dialogar con sus lectores de igual a igual, sin la máscara de una trama ni la mediación de un narrador; falsos ensayos -falsos porque no descartan la ficción- en los que, escudándose tras un tono directo y concreto, hace partÃcipe al lector de sus preocupaciones intelectuales y del proyecto -pues se trata de un solo proyecto, uno de los casos más claros en la historia de la literatura- de su obra. Una obra que, siguiendo un sistema de clasificación del que el propio Tavares abjurarÃa, está compuesta a tres niveles: las novelas (La máquina de Joseph Walser), los relatos (los diferentes textos agrupados bajo el nombre de El barrio) y los textos apátridas, como los que recoge el volumen en cuestión.
En esta edición de Xordica, la editorial que ha publicado la mayorÃa de sus libros no convencionalmente narrativos, incluye los textos Breves notas sobre ciencia (2006), Breves notas sobre el miedo (2007), Breves notas sobre las conexiones (2009), Breves notas sobre música (2015) y Breves notas sobre literatura-Bloom (2016, inédito en portugués).
Enciclopedia no es, pues, un libro, sino más bien las hojas en blanco que separan los capÃtulos de un tomo hipotético que va confeccionándose a medida que se va leyendo, y en las que Tavares escribe algo parecido a unas notas complementando y ampliando aquello que está impreso. El propio objeto, ese volumen de 426 páginas que edita Xordica, es un elemento efÃmero en su composición, azaroso en su contenido, «fragmento, corte, suspensión, pausa», abierto a modificaciones y desarrollos.
A pesar de los tÃtulos de los libros, especificados con anterioridad, que parecen referirse a temas diversos en diferentes niveles de intención, en realidad, pueden tomarse como abstracciones que, desde diversos aspectos semánticos, tienen su aplicación en el campo de la escritura y del hecho de escribir -¿se puede escribir sobre el hecho de escribir? ¿no se convertirÃa en una autorreferencia de la que resultarÃa un cÃrculo vicioso del que serÃa imposible de escapar? Pero también: ¿cómo y por qué escribo? ¿cómo y para qué vivo?-, de forma más intencional que efectiva, y sobre el papel del escritor, un artesano libre sujeto a una férrea disciplina.
Es cierto que Tavares enuncia una serie de hipótesis cuestionables desde el punto de vista a través del cual se observan, pero esto no es importante: juega con el lenguaje -y, a través de este, de la significación- para poner en evidencia hechos y relaciones, y lo hace utilizando una metodologÃa que constata las omisiones y los errores de un sistema que se hacen manifiestos sólo cuando el punto de vista es externo: un preso condenado a aislamiento puede describir de manera fiel su celda, pero no es una fuente fiable para contarnos cómo es la cárcel.
La literatura no está hecha de palabras, las frases están hechas de palabras. La literatura está hecha de frases. Tavares no proporciona un manual, a pesar de las apariencias; lo que facilita son herramientas para pensar en un texto imprescindible para todos aquellos individuos que ven en la lectura algo más que entretenimiento.